Erasmus Valenciana
Una chica Erasmus estaba sentada en un tranvía y me quemaría el alma. Pero aún no lo sabía.
Chispea, gris preludio. Espero el tranvía, sentado, mirando las nubes. Mirando caer las gotas de lluvia.
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El tranvía llega, unos minutos tarde, como acostumbra cuando soy yo el que espera. Me levanto, resignado, me monto en el mecanismo que me arrastrará hacia mi triste e inexorable destino, hacia clase.
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Entro, busco uno de esos asientos que hay sueltos mirando en la dirección en que circula el tranvía (y no de espaldas, no me gusta sentarme de espaldas), no porque no me guste que la gente se me siente al lado, sino porque así puedo levantarme en mi parada y bajar sin molestar a nadie. Creo que la primera opción me pega más, en fin, no sé, no lo he pensado mucho realmente.
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Me siento, hay poca gente en el tranvía, me fijo en una chica. Rubia, o castaña clara, lleva un pelo que me gusta, un flequillito muy sexy, tiene taitantos años, lleva una bufanda y tiene las mejillas ligeramente rosadas. Va a la universidad, como yo.
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Ella está sentada en dirección opuesta a la que circula el tranvía, es decir, mirando hacia mí. Pero no mirándome a mí. Yo le estoy mirando, llevo mirándole unos 4 segundos, me pregunto si me ha mirado mientras subía al tranvía y no me he dado cuenta. Sigo mirándole, fijamente, me concentro, quiero que me mire. Intento, mentalmente, que me mire, la llamo a gritos:
-Desconocida, ¡mírame! ¡mírame...!
sé que sabe que le estoy mirando, pero no hace nada.
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Desisto, miro por la ventana, vuelvo a mirar al cielo. Pasan unos segundos, no puedo evitar volver a mirarle. Mi mirada choca, directamente, con la suya, me está mirando.
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Mantengo la mirada, ya lo he hecho otras veces, sé que la apartará, ya, ya, ya, ahora, no, ahora; no la aparta, ¿qué hace?, me aguanta la mirada, mucho. Me entra un calor profundo por el pecho, un soplo de aire muy caliente, y me sube de golpe a la cabeza, ¿qué ha hecho? ¿por qué no ha apartado la mirada? Estoy confuso, no me había pasado antes, siempre quitan la mirada, ¿y ahora? Mierda, ¿qué hago mirando al cielo?, oh... no la estoy mirando.
Joder, joder, he perdido, me ha ganado. La miro, espero encontrarla de nuevo; no, esta vez está mirando por la ventanilla, está sonriendo... lógico, me ha ganado.
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¿Qué era eso? Mirada de fuego... me ha quemado, me ha derrotado. Posiblemente no volveré a verla nunca, no la conoceré nunca, mi mirada nunca volverá a chocar con la suya, no volveré a quemarme...
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Adiós desconocida, fue una bonita batalla, aunque hiciste trampa... usaste magia...
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Un abrazo a la gente buena...
Continuará...
Sí Modafokas! Sé que estáis deseosos de otra parte más de esta serie interminable de interesantísimos artículos de bazofia que nada tienen que ver con el concurso. ¡GENIAL! Seguiremos trabajando en ello.
Hasta entonces,
Has luego, hasta lueguito, adios adiosito, que ya nos veremos quiero decir, que eso, que hasta prontooooooooo, hasta la próximaaaaaaaaaaaaaa ¬¬ Lamentable.
Si tienen cualquier duda, o sugerencia, o lo que sea, pueden disquisicionar aquí abajo.
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