En las afueras de Barcelona
Durante mi estadía en Barcelona pude recorrer algunos lugares menos obvios a sus alrededores pero con un encanto único de la zona. Terrassa, la tercera ciudad más grande de Catalunya, está a unos 40 minutos de la ciudad de Barcelona en tren y es una buena opción para aquellos que disfrutan de ver a los locales en un ámbito menos turístico y más auténtico.
Masia Freixa, en el Parc de Sant Jordi
Me quedé en esta ciudad unos días y tuve la oportunidad de ver algunas de sus maravillas, disfrutar su comida y pasear por sus calles sintiéndome como una local. Tuve también la suerte de tener una amiga que es originaria de la zona que me mostró sus lugares favoritos y me contó un poco de su historia.
A Marina la conocí en Seattle cuando ambas estuvimos de intercambio como aupairs. La historia es bastante corta: nuestra agencia de intercambio nos puso en contacto y yo le mandé un e-mail a ella porque vi que vivía cerca de mi casa. Nos encontramos un día para ir a almorzar y desde ahí formamos un grupo de tres argentinos (Felix, Estefa, Melani) y una catalana (Marina). Esto fue en el año 2014 y la última vez que estuvimos los cuatro juntos fue en mayo del 2015.
Todo lo que el viajar trae tiene su lado positivo y el no tan positivo: uno conoce gente de todas partes del mundo pero por otro lado uno no sabe cuándo va a volver a ver a esas personas ni en qué parte del mundo. Lo muy positivo es que uno siempre recibe la típica invitación de “si alguna vez pasas por x, tenés casa donde quedarte”. Y con Marina no fue la excepción.
Hablé con ella unos meses antes de viajar para Europa y enseguida me ofreció el quedarme en el departamento que comparte con su novio, Valerio. Desde Madrid tomé el bus hasta Barcelona Sants (que salió bastante económico), donde Valerio me esperaría. Llegué a la terminal y no tenía ni idea de a quién estába buscando porque nunca vi ni una foto de él pero por suerte agarré wifi y pudimos comunicarnos.
Llegamos al departamento alrededor de las 10 de la noche y ahí nos reencontramos, después de 3 años con Marina. Nos abrazamos mientras decíamos frases sin sentido acerca de lo loco que era verse después de tanto tiempo y al otro lado del mundo.
Entramos, me mostró su piso hermoso con vista a las montañas y ahí empezamos a hablar sin parar hasta casi la 1 de la mañana.
Vista desde la casa de Marina y Valerio
Nos pusimos al día rápidamente de todo lo acontecido en este tiempo (al menos las cosas más relevantes) y fue casi como si nunca nos hubiésemos dejado de ver. Es muy interesante cómo conocemos personas en escenarios diferentes y después continúan siendo de algún modo parte de nuestras vidas. Esa es, sin dudas, una de nuestras partes favoritas del viajar: amigos que nos recuerdan a vidas pasadas en todas partes del mundo. Plus: conocer lugares que, tal vez, de otro modo no conoceríamos.
En mi estadía no sólo probé las delicias locales (no podía faltar el jamón, claro) sino que además tuve unas vistas muy lindas y pasé por lugares históricos del lugar.
Galería de fotos
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