El mar es libertad...
El mar es libertad dicen algunos.
Al igual que el otro día publiqué una entrada donde hablaba de las diferencias que proporciona el sol al carácter de las personas, siendo en las zonas más calidas y donde hace más calor, el carácter de las personas mucho más alegre y optimista, hoy quiero hablar de lo que supone el mar para nosotros. Quiero hablar de las diferencias a la hora de afrontar la vida que puede suponer nacer al lado del mar y estar en permanente contacto con él o el nacer tierra a dentro y no sentir todo lo que transmite la gran extensión de agua azul.
Y para esta entrada voy a tirar a ojos de muchos de vosotros de tópicos y de algo de filosofía e incluso poesía, pero es que para poder expresar todo lo que para mi es y transmite el mar, es totalmente necesario tirar de esos recursos. Y aunque mi visión de lo que es el mar pueda parecer algo medieval o de otra época pasada, creo que se puede adecuar a lo que sigue siendo y lo que sigue representando en la actualidad para todos y cada uno de nosotros.
El espíritu marinero siempre ha sido un espíritu de libertad, y seguramente se remonta a cientos de años atrás, mas allá incluso de los años dorados de la piratería y del colonialismo, más allá incluso que de los años dorados del comercio por el mar Mediterráneo. Y es que ese espíritu marinero, seguramente nació con el primer hombre que se atrevió a embarcarse mar a dentro sin saber nada de cartografía y sin tener ni idea de donde iba a llegar al final de su trayecto. El mar, siempre nos a parecido a todos un sinónimo de libertad, una zona sin ley, donde las aguas mandan y donde simplemente se podía aceptar el porvenir marcado por los dioses y por la mano cruel del hombre. Es por eso que quien ha nacido a orillas de la mar, siempre ha sentido que estaba a un paso de la libertad, de forma física y figurada, al contrario que aquellos que no la habían contemplado en su vida y que no eran capaces de poder disfrutar en su día a día de su amplitud e inmensidad. Hay quien dice que no pude vivir si no está en la mar, quien está acostumbrado a estar rodeado de ella y hay por el contrario, quien asegura que su sitio está tierra a dentro, lejos de las orillas de las aguas, lejos de la brisa de agua salada o lejos de la inmensidad, sintiéndose seguro lejos de toda aquella libertad figurada.
Y esta contradicción entre los caracteres de los que están acostumbrados a ver y admirar la mar y de los que por el contrario ni lo están ni lo quieren estar, puede que se de simplemente por costumbre. Quien al nacer tiene la tierra por paisaje, mire donde mire y ande donde ande, vea que aquella tierra hay que trabajarla, que en ella se puede construir y piense que más allá siempre sigue habiendo tierra, tendrá el deseo de poseerla, de trabajarla, de hacerla producir y poder decir esa parcela es mía y allí construiré lo que será mi hogar. Quien nace solamente rodeado de tierra, pretende hacerse con toda la que ve, pretende quedarse con aquello que aprecia porque lo tiene delante de sus ojos.
Mientras tanto, aquel que nace a orillas del mar, que entiende desde pequeño que aquella parte que está delante de él, nunca la podrá poseer porque no puede ser suya ni de nadie, porque es caprichosa y no obedece a nadie, porque no se puede construir vivienda alguna que permanezca fija y sin poder ser alterada… Esa persona, que puede ver la diferencia entre lo que se puede y no se puede tener, puede llegar a entender que no todo a lo que se puede aspirar se puede llegar a tocar, que no todo a lo que se aspira tiene un precio, unas medidas o una determinada forma como tiene la tierra.
La persona que nace en el mar, puede observar las olas moverse por la acción de las mareas y el viento, puede ver que todo está en movimiento y que nada permanecerá mucho tiempo igual, cosa que quien ha nacido tierra adentro, no puede ver con tanta facilidad, ya que la tierra tiene un cambio mucho más pausado, pero igual de cierto.
Y es ese pensamiento de cambio, de inmensidad, de desconocimiento, el que hace al marino hacer que se pregunte, ¿Qué habrá mas allá?, ¿Qué nos encontraremos si nos adentramos más allá?, hace que se desarrolle de forma más fuerte el sentir de libertad. Pero no me refiero a la libertad que se puede cortar estando encerrado en una prisión o teniendo que estar bajo el yugo de un opresor, ya que ese tipo de libertad lo entendemos todos aunque la interpretemos de diferentes maneras. Me refiero a una libertad más profunda, de pensamiento, de respuesta a las preguntas anteriormente expuestas. Me refiero a una libertad que obliga a pensar en algo más que tener o dejar de tener un metro más o menos de tierra, esa libertad que te hace querer saber el que hay más allá, la que te obliga a mejorar y querer saber más, pensar más, sentir más. Hablo de esa libertad que te empuja no a rebelarte contra alguien o luchar por algo, sino a rebelarte contra ti mismo, contra tu ignorancia, contra lo que eres y que te hace ver lo que realmente quieres llegar a ser y no con lo que te conformas ser.
El vivir al lado del mar te hace querer ser como la brisa marina, no como quien vive rodeado de tierra, a quien el viento le parece una molestia más que un placer. El vivir junto al mar, te hace apreciar la belleza de la lluvia al caer sobre las olas y el ver como se funden ambas fuentes de aguas en el horizonte, no como a quien trabaja la tierra, al que la lluvia le parece un bache más en el camino que le va a estropear la cosecha, le va a desgastar las tejas o le va a desbordar los ríos.
Quien vive junto al mar, vive en una frontera entre dos mundos totalmente diferentes, donde no hay los mismos estilos de vida porque ni siquiera hay las mismas formas de vida naturales. Quien vive junto al mar, es consciente de que su mundo acaba ahí, pero que si se atreve a ir más allá a través del océano, puede encontrarse con otros mundos diferentes, con otras gentes diferentes, que tendrán su misma idea de libertad pero enfocada desde otros punto de vista segura y radicalmente diferente.
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Comentarios (1 comentarios)
Inés Lotero hace 10 años
Yo todos los años necesito ir unos días a la playa, es como si me entrara el"mono de playa"(supongo que es porque soy de mar adentro).