El francés sexy
Y es que tras ya algunos días (acabo de darme cuenta, que han pasado catorce días, impresionante cómo pasa el tiempo) en los que he hablado de muy diversos temas como pueden ser "¿Qué hacer cuando te aburres estando de Erasmus?" (http://erasmusu.com/es/blog-erasmus/general/que-hacer-cuando-te-aburres-de-erasmus-130251); "¿Y si pierdo el bus de vuelta?" (http://erasmusu.com/es/blog-erasmus/general/y-si-pierdo-el-bus-de-vuelta-130450); "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy" (http://erasmusu.com/es/blog-erasmus/general/no-dejes-para-manana-lo-que-puedas-hacer-hoy-130525), "Es hora de saber algo de Polonia" (http://erasmusu.com/es/blog-erasmus/general/es-hora-de-saber-algo-de-polonia-130689), alguna que otra entrevista (erasmusu.com/es/blog-erasmus/general/entrevista-a-una-persona-de-lodz-131149) o bien los últimos sobre la frase mítica "just do it" (http://erasmusu.com/es/blog-erasmus/general/just-do-it-131163); toca seguir la historia de mi Erasmus 2012/13 en la ciudad de Łódź donde la dejé, que no era en otro sitio que un martes dieciocho de septiembre y tras haber hablado un poco de los primeros días, de la llegada y del primer día de polaco.
Como terminé diciendo en ese último artículo sobre mi historia Erasmus, el lunes había salido al sitio emblemático y especial de ese día, el "pijalnia wódki i piwa" y aunque no me recogiera demasiado tarde, ya sabía de sobra que llegaría al día siguiente cansado de nuevo a las clases de polaco. Mi compañero roncaba como de costumbre y mi otro compañero y yo nos la apañábamos cada noche por hacerlo tranquilizar y que no se ahogase en cualquier momento. Encima para variar el papel higiénico se había acabado e ir a descomer al baño a las tantas de la madrugada y sin papel, no es ninguna bonita experiencia. De hecho hace que de el siguiente consejo práctico a todos los Erasmus:
Consejo 21: lo primero que hay que comprar al llegar de nuevas a una ciudad en Erasmus, es el papel higiénico. Déjate de cereales, leche o cualquier otro producto, sin papel higiénico estás muerto.
Y es que hay veces en los que uno puede aguantar lo que viene (espero no estar siendo desagradable con este tema, pero es que es un consejo importantísimo y lleno de seriedad por supuesto), y si encima tienes las "crisis del viajero" como yo, pues más importante es aun el papel higiénico y es que en cualquier momento llega el ataque de tu intestino grueso y nada se puede hacer con ello. Por eso, si bien aun no lo compraste, hazle caso a tu madre y lleva un paquete de pañuelos siempre (siempre) en el bolsillo por si las moscas.
Y cambiando de tema (ya era hora dirán algunos), el martes llegó (lógicamente campeón), y como es habitual en mi, el tiempo me pisaba los talones no dejando que disfrutara de esas duchas que me gustan a mí de veinticinco minutos (eehh algo en mi favor debo decir y es que el agua lo pongo con un chorro pequeño para que tampoco gaste demasiada), y en vez de ello, no tardé ni tres minutos (pss un poco exagerado la verdad) y me largué corriendo al cuarto a vestirme. Puede parecer que esto es un día normal y que contar todo esto no tiene sentido, pero es que ese día en el curso de polaco no pudimos todos los integrantes parar de reir, y es que aunque la base de aquellas clases era que la profesora nos enseñara palabras y expresiones nuevas en el idioma; había una persona que captaba toda la atención de los demás y que hacía que no pudieramos quedarnos quietos más de cinco minutos seguidos mirando a la pobre profesora, que finalmente sólo le quedaba reirse también y aceptar lo que pasaba delante de sus ojos.
¿Qué era lo que hacía tanta gracia y hacía que todos estuviéramos esperando que algo ocurriera? Pues simple y llanamente era uno de los compañeros del curso, y es que aunque la clase la conformábamos pocas personas y la mayoría españoles; había un francés que daba la nota. Y es que si bien había otro francés que también la daba, pero simplemente por su simpatía; en cambio, éste nos sorprendía por su gran despiste ante todo lo que pasaba a su alrededor. Daba igual que la profesora le hubiera repetido veintisiete veces la misma pregunta, él seguía mirándonos a todos antes de contestar, cavilando el qué soltaba esa mujer por su boca y cuando parecía que su cerebro había encontrado la respuesta correcta; soltaba la primera barbaridad que se le venía a la mente. A preguntas como, ¿cuál es tu nombre?, él podía perfectamente contestar que buenos días y así pues claro.... la risa se apoderaba de todos. Ese mismo día por ejemplo, Joanna (la profesora), lanzando uno por uno la pregunta de cómo se llamaba a la persona que teníamos a nuestro lado (ni mencionar que en el primer día, no paró hasta que todos dijésemos de memoria los nombres de los demás, incluso el francés en cuestión, cosa que le costó muchísimo); y claro él era el último, tenía todo el tiempo del Mundo para poder saber de qué se trataba la pregunta en cuestión, pero a saber qué pasaba por su cabeza que cuando la profesora le pregunta de nuevo cómo se llama la persona que tiene a su lado, él en vez de soltar el nombre que tocaba; pues dijo su nombre. Puede ser un error sin importancia en la primera vez que te lanzan la cuestión, pero es que la profesora le negaba con la cabeza una y otra vez y le repetía la pregunta. Él seguía repitiendo su nombre una y otra vez y es que ya llegaba el punto en el que Joanna señalaba al hacer la pregunta a la chica que tenía al lado; el francés sonreía, se quedaba un rato mirándola y entonces volvía a decir su nombre. Por último, la profesora atónita ante la gran cantidad de risas que oía de fondo, cogió el papel de la chica (nos hizo poner nuestro nombre en un papel a cada uno para que así conociéramos fácilmente a todos en poco tiempo), y se lo puso delante de su cara y le repitió la pregunta. Entonces inesperadamente (aleluya), el chico dijo ese nombre y por fin, no sabemos a día de hoy si acertando lo que le preguntaba la profesora o no, respondió con acierto. Le había costado, pero había superado esa prueba.
Pero es que no es simplemente que fuera despistado y por ello nos hiciera gracia; lo bueno era que si te tocaba de pareja con él, fueras hombre o mujer, se olvidaba de lo que nos mandaba la profesora (que menuda paciencia tenía la pobre) y se ponía o bien a ligar contigo (lógicamente cuando eres mujer y no hombre como yo en este caso) o bien a contarte sus ligues en inglés; que claro, puedes creértelos o no, pues se le veía buena persona, pero mucha soltura en ese tema, no debía de tener el chaval. Y es que sus demostraciones eran irrefutables como es el hecho de que me enseñara ese día un papel amarillo en el cual sólo aparecía el nombre de una tal "Mónica", sin número de teléfono ni nada; y claro, ante tales pruebas claramente demostradas de que se la ligó, pues era imposible decirle nada. Uno sólo podía reirse y asentar, porque mucho sentido pues no tenía aquello.
Pero es que mucho mejor era cuando le tocaba de pareja una chica, pues entonces todas "sus dotes" de seducción salían a la luz y es que siempre recordaremos ese momento en el cual, la profesora lo saca a que se levante y haga el diálogo en cuestión de pie y junto con una chica, y él en vez de estar diciéndolo como todos los anteriores que lo habíamos hecho; simplemente metía tres dedos de su mano en el pantalón, enseñaba por fuera los otros dos (los dedos metidos justo debajo del ombligo); y mientras que echaba su cuerpo un poco hacia atras, ponía ojitos, que a priori deberían ser sus "ojos de ligar" y empezaba a tontear con la otra persona, sonriendo y preguntándole qué tal estaba. Pues claro, risas obligatorias y la pobre compañera que le tocaba exponer allí su diálogo pues se quedaba roja y pilladísima.
El final de todas esas risas era claro, y fue que el chaval, muy buena gente como ya pude demostrar más adelante encontrándomelo en alguna calle de fiesta, pues dejara de ir a las clases ante tanta risa hacia él. Otra cosa no, pero indiferente no dejaba a nadie.
Una cosa curiosa era que rápidamente según nacionalidad pues se veía el nivel que se iba pillando en el idioma polaco; pues claramente a los españoles les costaba más que a los de los demás países, y eso claramente es porque la educación que tenemos hacia este aspecto, no debe de ser del todo la acertada. Sí es cierto que había de todo, pues a alguno le parecía más sencillo y a otros más complicado; pero la norma general dictaba esto y hacía a uno pensar qué pasaba. Porque una cosa es el inglés, que si que nos lo han enseñado desde pequeños pero de una manera que no termina de salirnos al hablar; pero en un idioma nuevo todos deberíamos empezar con las mismas cualidades y características y no era así. Al alemán por ejemplo se le veía muy suelto y alguna vez que le pregunté por qué de esta situación, él simplemente me miraba con cara de "¿y por qué no?". Lógicamente no había dado antes en su vida polaco, pero le resultaba sencillo. Tampoco es que su idioma se le pareciera mucho, por lo que viendo que también a los franceses (menos al amigo antes mencionado claro), tampoco es que les costara mucho, pues estaba claro que habían desarrollado desde pequeños alguna habilidad que les permitiera desde ahí en adelante que el campo de los idiomas no les costara en demasía.
La cosa estaba en no desesperarse (a mi sinceramente tampoco se me daba mal, pero lógicamente había veces que uno se lo pensaba mientras veía que otros directamente daban respuestas casi incluso sin pensar, de manera automática), y bueno poco a poco pues también los españoles iríamos aprendiendo las cosas esenciales que ya en algún que otro artículo he expuesto y que nos daría un nivel más que suficiente para estar de Erasmus todo el año aquí.
Ese martes no pude reirme más y desgraciadamente vi pocas veces de nuevo al francés carismático por el simple hecho de que él vivía en piso y la mayoría de nosotros en residencia. Y es que al final es triste, pero el hecho mismo de estar la gente separados no simplemente por piso-residencia; sino incluso por distintas residencias, hacía que te fueses separando poco a poco de la gente, a veces con toda la razón del Mundo, pues si no encajas con un grupo de personas, es lógico que no termines juntándote con ellos; pero es que también con otras personas que si bien te caen bien y te encuentras en un ambiente relajado cuando entablas conversación, pues por cosas de la distancia, pues no se pasa mucho tiempo con ellos.
Yo en ese momento con los que básicamente pasaba más tiempo era con los de mi planta en la residencia ocho; y es que el hecho de tener en habitaciones contiguas a muchos españoles, hace que uno pues se acople más rápidamente. El comer juntos y preparar las cosas ayudándonos, nos hacía que rápidamente empezáramos a sentirnos como un grupo, si bien como el destino decidiría (por decir algo), pues hizo que yo me separara de ese grupo y pasen quizás semanas sin que nisiquiera me los cruce. Una pena en muchas ocasiones, pero bueno, no te da tiempo tampoco de juntarte con todo el Mundo, pues cada uno tiene distintas obligaciones y es lo que queda.
¿A qué nadie puede adivinar dónde fuimos ese día? Exacto, a Manufaktura, y es que este centro comercial lo visité ya con ese día cuatro veces en cinco días, y es que como no conocíamos mucho y teníamos que comprar cosas, pues, lógicamente tirábamos para allá. ¿Qué comprábamos? Pueeesss..... continuará
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Comentarios (5 comentarios)
Raquel Valle hace 11 años
si el frances es el de la foto ya entiendo porque todas las chicas se sonrojan, jajaja
Raquel Valle hace 11 años
por cierto, ¿por que no te crees que el chaval ligue? huele eso a envidia ...xP
Anthony Power hace 11 años
jajaja pues no es como él no.... si lo conocieras entenderías el por qué
Jaime Garnelo hace 11 años
ni franceses ni ostias...ESPAÑOLES!
Anthony Power hace 11 años
jajaja no se nota nada que eres español