El Erasmus no es Gris
En el Erasmus tienes que seguir una máxima. Esta: "No todo es blanco o negro; es gris, todo depende del matiz, busca y aprende a distinguir"
Así aprenderás a apreciar todas las emociones que irás viviendo a lo largo y ancho de tu compleja experiencia.
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Que no os tomen el pelo. Hay blanco, hay negro, y sí, también hay gris, pero no es el dominante, ni de coña.
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La evolución natural de las cosas suele ser de blanco a negro, pasando por gris. Y, de todas formas, todo lo blanco tiene su punto negro, como todo lo negro su punto blanco. Ya sabéis, el famoso Ying Yang, el "nunca llueve a gusto de todos".
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[...]
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Salía de la cantina dispuesto a conseguir reconocimiento social, abrí la puerta, tres consultores estaban a punto de entrar.
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-Por favor, dejad paso a un escritor -dije, y les guiñé un ojo.
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-Yo no veo ninguno -dijo uno de ellos, y entró mientras yo sostenía la puerta. Los otros dos le siguieron.
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Mal. Así no. Faltaba algo. Recordé a Monchito: hola guapísimas... -les dijo a aquellas secretarías para activarse socialmente. Joder, claro. Había que dar algo a cambio.
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Por el pasillo venía Ivon dando taconazos. Al cruzarme le dije:
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-Ivon, guapa...
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-No tengo tiempo para crisis, Fuckowski.
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Cojones. Claro, Ivon no era fea. Había que averiguar dónde le picaba al otro y rascarle ahí. Llamé al ascensor. Cuando se abrieron las puertas, Juanma estaba dentro. Era un tío que no llegaba al metro sesenta, y se había metido en un gimnasio para crecer al menos a lo ancho.
Siempre iba con camisas de manga corta para lucir sus bíceps, que tampoco eran gran cosa.
El tío era una piltrafa. Entonces lo vi claro. Entré al ascensor y dije:
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-Aleja esos músculos, no vayas a quebrar mi frágil espíritu de escritor.
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-¡Jajaja! -rió estrepitosamente- Vaya, no sabía que fueras escritor ¿y sobre qué escribes?
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-Más que nada chorradas de ascensor.
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-Seguro que lo haces muy bien.
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Lo había conseguido. ¡Soy un ser social, soy un ser social!, pensé.
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Pues vaya mierda. Aquello era como hacer el sesenta y nueve con un travestí. Por una parte no se podía negar que daba cierto placer, pero por otra te comías una polla.
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Se abrieron las puertas y ante mí quedó la enorme oficina. Éramos doscientos. En ese momento me pareció, más que nunca, una granja. Los que habían vuelto del almuerzo charlaban en sus cubículos. Yo esto, yo lo otro, mi nuevo tal, mi nuevo cual... Cacareaban y de vez en cuando ponían un huevo que se llevaba la empresa. Y seguían allí, rascándose los unos a los otros, dándose con los picos, quitándose insectos de debajo de las plumas.
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Eso hacía la gente. Poner huevos y darle al pico. Rascarse el ego, hablar de ellos mismos, distorsionar su imagen en el espejo de los demás para gustarse a sí mismos. Por alguna razón a mí nunca me había picado el ego. Tenía mis defectos y mis virtudes, pero yo me gustaba sin necesidad de distorisón. De hecho cuando me distorsionaban era cuando más horroroso me veía.
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Un momento. ¿Y si muchas de las parejas de las que se dicen súper enamoradas que te cagas o sea te lo juro, en realidad se aman a sí mismas a través del otro? No quise profundizar en aquello. Aún conservaba la esperanza de formar, algún día, una familia mentalmente sana.
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Me senté en mi mesa, me puse los auriculares, y el Shine on your crazy diamond de Pink Floyd se elevó por encima del cacareo. Empecé a cerrar ventanas del navegador, y quedó al descubierto la Intranet.Concurso eslogan XNetCitizens. Introduce tu propuesta. Escribí:
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"Dichoso aquel que sólo le pica la curiosidad, porque podrá rascarse él solo".
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Enviar. Pink Floyd seguía cantando. Yo seguía siendo un ser antisocial.
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[...]
Continuará...
Sí Modafokas! Sé que estáis deseosos de otra parte más de esta serie interminable de interesantísimos artículos de bazofia que nada tienen que ver con el concurso. ¡GENIAL! Seguiremos trabajando en ello.
Hasta entonces,
Has luego, hasta lueguito, adios adiosito, que ya nos veremos quiero decir, que eso, que hasta prontooooooooo, hasta la próximaaaaaaaaaaaaaa ¬¬ Lamentable.
Si tienen cualquier duda, o sugerencia, o lo que sea, pueden disquisicionar aquí abajo.
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Comentarios (1 comentarios)
David Esteve Martí hace 10 años
El Erasmus es como la vida.