El día más extraño de mi vida
Jamás olvidaré el primer día en Budapest.
En Barajas todo eran risas y adrenalina antes de coger el avión. Pero cuando puse un pie en la que iba a ser mi nueva ciudad y me di cuenta de que estaba atardeciendo a las 14:30, sabía que acostumbrarse no iba a ser tan fácil. ¡Menos mal que iba con mi amiga Patri! La que a partir de ahora sería mi compañera de piso también.
Cogimos un taxi y ahí nos dimos cuenta de que la simpatía brillaba por su ausencia entre los húngaros. No sabíamos si el conductor nos dejaría en nuestra nueva casa o nos llevaría a un cuarto oscuro...Su cara era un poema.
Afortunadamente llegamos a nuestra calle, con tres maletas cada una y un ascensor de posguerra. Las puertas y paredes con la pintura levantada y una apariencia sucia nos daban la bienvenida a nuestro nuevo hogar. ¿Dónde coño nos hemos metido? Pensé. Menos mal que el piso por dentro era digno del catálogo de Ikea.
Y bueno... digamos que nuestra llegada fue un poco inoportuna. Era el final del primer cuatrimestre y la resaca del erasmus habitaba cada rincón de la casa, por cierto, en la que íbamos a vivir siete personas. Y esos días entre cuatrimestres parecía un hostel lleno de ocupas que estaban viviendo sus últimos días en Budapest. Vamos, que la catálogo de Ikea era la versión de Aliexpress.
Fueron tantos datos en tan poco tiempo, que no sabía ni que hora era. En la calle parecían las 11 de la noche y eran las 5 de la tarde. (No te deprimas María, no llames a tu padre, pensé).
Bueno, pues vamos a comprar algo al super Patri... (ERROR). Ahí si que comenzó el choque cultural, pero de verdad. No sé si ya estaba con los ánimos bajitos o si era el día de los productos a punto de caducar en el Spar, pero tenía todo malísima pinta. Cuanto te voy a echar de menos Mercadona, pensé....
Budapest, empezamos muuuuy mal.
Y tus lugares de postal, ¿dónde estaban? Solo podía preguntar: ¿Dónde está el río? Con la esperanza de que el inmenso Danubio me dijera que no me había equivocado.
Y así fue el que pienso que ha sido el día más raro de mi vida. Una mezcla de miedo y curiosidad. Una sensación de no encajar en un lugar al que tú y sólo tú has decidido ir.
Quién me iba a decir que esa sensación de estar fuera de lugar la volvería a vivir, pero esta vez en mi auténtica casa y rodeada de las personas que más quiero.
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