Día 5: primer día de clase en la VU
Como ya he comentado anteriormente, la Vrije Universiteit Amsterdam (para abreviar, la VU) es un centro muy moderno situado a unos 15 minutos de Uilenstede, cerca del nudo de comunicaciones Amsterdam Zuid y con parada de tranvía propia, incluso. Mi edificio es el más cercano a la entrada, lo que resulta muy conveniente para estudiantes como yo a quienes madrugar nos hace 1000 veces más vagos.
Puede que en un blog de Erasmus como éste sea políticamente incorrecto decir lo que estoy a punto de escribir, pero, qué queréis que os diga, me apetecía MUCHO empezar las clases por fin. No es que sea un empollonaco del tipo a los que regalan cuadernillos Rubio de matemáticas por su cumpleaños (¡NO!), pero tenía mis razones. Era la primera vez en lo que llevo de carrera que había podido elegir las asignaturas a cursar, y estaba emocionado por comprobar si había acertado o no. Además, tras un fin de semana más o menos solitario, tenía ganas de conocer gente con la que poder salir, pues de toda la vida estaba acostumbrado a hacer amigos en clase, primero en el colegio y después en la universidad. Tenía tantas ganas que hasta llegué PRONTO a clase y todo..., creo que por primera vez en mi vida.
La asignatura que tengo los lunes a primera hora es "Human Rights & Migration: the Border". Lo primero que me llamó la atención de la clase fue su duración: ¡hora y media! ¿Cómo se supone que con 90 minutos a la semana iba a conseguir los 6 créditos que me pedía mi universidad de Bilbao? Aunque, claro, no iba a ser yo el que me quejara de ello; sin embargo, pronto descubrí de qué raza era el gato encerrado. Y es que aquí el plan de estudios es distinto. Primero el alumno se mira la materia en casa y la clase es sólo para repasar lo que previamente se ha interiorizado, para plantear dudas, resolver ejercicios y poner más ejemplos. Exactamente igual que en Bilbao. No, para nada. No estoy PARA NADA acostumbrado a este sistema, pues necesario llevarlo todo al día... y, bueno, digamos que eso no es siempre posible. Aún no me he hecho a la idea de que, a la semana, tengo que leer unas 200 páginas realizar un par de trabajos. Pero que conste que estoy en ello. Eso es lo que le he dicho a mi familia, por lo menos. Porque como no maquille el hecho de que, en total, sólo tengo 4 horas y media de clase a la semana... me suben en el primer avión de vuelta a España.
Por esta misma razón hubiera sido complicado hacer amistades en clase. No había caído en la cuenta que, en Bilbao, al final me paso 25 horas a la semana con mis compañeros de clase, así que, al final, quieras que no, nos acabamos conociendo todos y las amistades van surgiendo en el día a día. Pero con mis horarios, en la VU esto no iba a ser posible. Así que me tuve que buscar la vida (los amigos) en otra parte.
También me chocó la composición de la clase. Somos unos 10, una gran diferencia con los 80 que somos en Bilbao. Además, el 80% de la clase son holandeses. Y es que me sigue asombrando los envidiablemente bilingües que son. Les da completamente igual elegir una asignatura en inglés que en su lengua materna, cosa que nosotros (yo, por lo menos) nos lo pensaríamos dos veces.
De hecho, el idioma es el mayor problema que puedo tener. Seguir las clases no es difícil, ya que el profesor (resulta ser un hombre, porque por el nombre no tenía forma de saberlo) se apoya en PowerPoints, habla con claridad, no utiliza un lenguaje excesivamente técnico e intenta hacer las charlas amenas e interactivas (digo intenta porque no somos un grupo especialmente participativo, pobre hombre). Sin embargo, lo que me da una vergüenza terrible es hablar en público, por el marcadísimo acento que tengo (los rusos se quedan cortos a mi lado), así que apenas abro la boca. Estoy seguro de que el profesor piensa que un día Blancanieves aparecerá en clase, en busca de su Mudito.
En fin, aquel primer día fue una orgía universitaria. Por desgracia, hablo sólo en el sentido burocrático. Me pasé la mañana haciendo trámites: pedir el carnet de estudiante, preguntar dónde solicitar la residencia, conectarme al WiFi de la universidad (a día de hoy sé que la VU tiene tres redes... y también sé que no he conseguido acceder a ninguna de ellas), buscar la biblioteca, comprar el material escolar mientras canturreaba la canciolla de Mayoral (que daño ha hecho, hace esa campaña publicitaria todos los años, ese "Volver a empezar" que me hunde en el más negro de los pozos todos los septiembres... ¿podría denunciarse?), valorar las posibilidades de prostituirme en el Barrio Rojo para pagar los libros de texto...
Una jornada realmente agitada. Por suerte, la clase me gustó y supe, desde el primer momento, que la asignatura, aunque exigente, no me iba a decepcionar.
P.D.: el día del examen PIENSO regalarle un peine al profesor. Ojalá tuviera fotos del estropicio cabellil que tengo que sufrir todos los lunes.
- Metedura de pata del día: no te tomes licencias con una persona asiática pensado que es estudiante de intercambio como tú. Puede que NO lo sea. Puede que sea holandés como el que más.
- Moraleja del día: llega pronto a clase el primer día. Eso te da licencia para llegar con retraso en otra ocasión (léase, 45 minutos tarde... Sin comentarios, el despertador no sonó).
- God bless: las tarjetas de CRÉDITO.
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