Día 18: el cumpleaños de Bálazs

Publicado por flag-es Usuario Anonimo — hace 12 años

Blog: Hala bazan ala ez bazan
Etiquetas: General

El domingo celebramos una de nuestras primeras fiestas en la cocina del piso. No sé si he comentado alguna vez las, ejem, particularidades de nuestra querida cocina del "The first floor, first of all", que es el nombre que recibe nuestro grupo de Facebook. Porque, ¿por qué tener que moverte y tocarle en la puerta a tu vecino de habitación si le puedes enviar un mensaje sin moverte de tu silla? A veces pienso que, más que de la información, somos la generación de la vagancia al cuadrado.

Como iba diciendo, nuestra cocina está muy bien equipada. Tiene ocho fuegos, así que nunca suele haber problemas de que estén ocupados. Tiene dos microondas, pero ningún horno (sí, Kevin sigue quejándose de ello), tres frigoríficos (más), dos congeladores, una enorme mesa donde podríamos comer todos juntos a la vez si es que alguna vez llegamos a ser tan amigos como para compartir mesa (¡oh, espera!, ya lo hicimos en el cumpleaños de Nathan), una televisión, un equipo de música, dos sofás y hasta una pizarra. Por no hablar del balcón que tiene anexo con más sofás aún..., aunque sigo sin entender la utilidad de los balcones en este país: sólo se pueden utilizar la mitad del año como mucho.

El único problema de nuestra cocina es la suciedad. No es sólo que la gente no recoja lo que ensucia cuando cocina NI cuando termina de comer, sino que se deja los ingredientes desperdigados por todos sitios ¡y los fuegos! Podriamos alimentarnos los 13 durante una semana de los restos que quedan desperdigados en ellos... si no muriéramos antes del asco, claro. No sé qué voy a hacer con ellos, pero, desde luego, mi ama no puede ver la cocina en tal estado: me vuelvo derechito a Bilbao. Mientras no nos coincida otro hotpot chino durante los días de su visita, todo irá bien. Y es que los hotpot son una orgía de platos, arroz y palillos... juro que un día hasta me encontraré las toallitas húmedas de después para limpiarte las manos.

A riesgo de parecer un maniático de la limpieza (llevo prácticamente toda la entrada hablando de ello, quizás hayamos pasado ya del simple riesgo), no puedo dejar de mencionar la basura. Una cosa es que nos pasemos toda una semana jugando al tetris para ver quién es el que no es capaz de colocar su mierdecilla en la montañita en equilibrio precario y vuelca todo el contenido. Eso lo hacemos TODOS. En casa también, no os miréis ahora las puntas de los zapatos: están perfectamente limpias. El problema son los cuervos.

Debería dedicar una entrada entera a los cuervos de Holanda, pero me conformaré con una introducción, para vuestro relief. Estos enormes pájaros negros están por todas partes y se comportan como si estuvieran como Pedro por su casa..., sólo que su casa es TODO el país. No tienen miedo de las personas ni las bicicletas y, si me apuras, tampoco de los coches. Y su graznido... se me hiela la sangre. Más de una vez he derrapado con la bicicleta, asustado. Bueno, pues resulta que han encontrado un nuevo hábitat en el balcón de nuestra cocina. Más bien en nuestra basura. Es como una fuente inagotable de alimento para ellos. Estoy seguro que están cambiando la situación de los nidos y los están construyendo más cerca...¡Dios!, sí que son pájaros de mal agüero. Como aquella vez que sorprendí a uno con un trozo de carne cruda en el pico, posado en la barandilla y mirando hacia el interior de la cocina fijamente...

Cambiemos de tema. Estábamos celebrando el cumpleaños de Bálazs, así que Giulia decidió cocinar cuscús. No lo había probado nunca y, aunque, por lo parece, no le quedo suficientemente suelto, estaba muy bueno con un poquito de soja (cortesía de Nathan, of course). Hasta repetí y todo.

No sé qué concepto de cumpleaños tiene aquí la gente exactamente, pero, cuando te invitan (bueno, lo nuestro fue una invitación tácita: vivimos en el mismo piso y es nuestra cocina..., aunque la china siempre se las arregla para no aparecer en estas ocasiones, y eso que es simpática la mayoría del tiempo) sueles llevar algo para comer o beber. Se ve que todo el mundo pensó en lo segundo. Así que ahí nos plantamos con 20 botellas de vino malo, una cacuela entera de cuscús, sandwiches de la francesa y mi tortilla de patata. 

De hecho, mi primera tortilla de patata, que se merece un parrafito aparte, claro está (mira que lo aviso con antelación por si alguien se quiere saltar las explicaciones). El día anterior, mi aita (Master en Elaboración de Tortilla de Patata por la Universidad Independiente de Mi Casa) me estuvo literalmente dictando por Skype cada paso y cada truco para que me saliera suficientemente aceptable como para que no me tiraran piedras (o, peor, a los cuervos...) al probrarla. Y yo estuve a pie de cañón, tomando notas..., también literalmente.

Digamos que el resultado fue una tortilla con una quemazón muy bien disimulada. La forma triangular de la tortilla ya fue un poco más difícil de esconder. Pero, bueno, parece ser que gustó, porque yo cogí un trozo para comprobar que no me fueran a demandar por envenanimiento en masa y después me entretuve un rato hablando hablando con Jeanne. Cuando me volví para coger otro trozo, ¡había volado! Así que, o estaban muertos de hambre o la tortilla española tiene un prestigio que resiste hasta mis peores artes culinarias. De hecho, nadie que me hubiera VISTO hacer la tortilla hubiera comido de ella. Seguro. Me hizo gracia que un invitado argentino, acostumbrados como están a que nadie entienda el castellano, le preguntó a otro argentino (parece un chiste) si estaba buena, antes de arriesgarse a probarla él mismo. Se quedaron muy sorprendidos cuando descubrieron que yo también sabía castellano. Y que la tortilla, a pesar de todo, estaba buena.

El cumpleaños fue muy bien. Buena música, vino horrible, comida decente y lo más importante, a Bálazs se le veía feliz. Por eso no me lancé a su yugular cuando de repente soltó que el estilo de vida homosexual no le parece "normal". Creo que todos tenemos nuestras opiniones al respecto, pero me sorprendió el comentario porque no creo que tuviéramos aún la confianza como para compartirlos entre nosotros. Sobre todo en este día con tanta gente (medio) desconocida.

Se hizo un silencio en mitad de la fiesta, y los Red Hot Chilli Pepper de repente estaban fuera de lugar. Parecían que todo el mundo pensaba lo mismo que yo, y también se pusieron de acuerdo para gritarle todos a la vez, hasta que Bálazs zanjó el tema cuando quedó patente que él era el único que (afortunadamente) pensaba así. No tengo absolutamente nada contra este chico, ni mucho menos; de hecho, nos llevamos genial. Pero en un ambiente tan internacional y siendo cada uno de su madre y de su padre (totalmente), es evidente que íbamos a discrepar en algún asunto. Y eso que aún no hemos tratado su cocina y su obsesión por las alubias.

  • Metedura de pata del día: asegúrate que el plato en el que des la vuelta a la tortilla sea, por lo menos, de la misma medida que la sartén. NUNCA más pequeño.
  • Moraleja del día: es lógico que tendamos a relacionarlos con las personas que tenemos más afinidades (ojalá la almohada fuera una persona, nos llevaríamos tan bien...), pero no por ello deberíamos alejar(nos) de los que consideramos diferentes a nosotros. En el mundo hay 7.067 millones de maneras de comprender la vida, y cada persona que encontramos es una oportunidad de compartir perspectivas y enriquecernos mutuamente. Sí, le he pedido derechos a Gandhi por este último párrafo. 
  • God bless: la corta esperanza de vida de los cuervos.

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