Día 16: fiesta en el Odeon Theater
Al día siguiente teníamos organizada una fiesta, cortesía, cómo no, de ESN VUniverse, o quizás fue de alguna de tantas organizaciones de estudiantes de intercambio que SIGUEN enviándome emilios incansablemente. Lo cierto es que no me apetecía un carajo salir esa noche, porque había tenido un día bastante duro y me apetecía descansar un poco, para variar. Sin embargo, ya habíamos comprado la entrada in advance como una semana antes, cuando aún estaba haciendo todo lo posible por socializarme con la gente. Además, como soy de por sí bastante rata (miro el dinero, como diría mi amama), ya era algo que había pagado, así que no había más remedio que ir. Por este párrafo, parece que más que a una fiesta, me había tocado el primer premio en el matadero.
Como de costumbre, bajé al Jumbo (digo bajé porque es un piso, porque, por lo demás, Ámsterdam es más plana que una tabla de planchar) a por unas cervecillas. Cervezas PARA MÍ, pues esta vez ya había aprendido la lección. A continuación, fui con Giulia, su amiga italiana y la francesa Jeanne (sigo sin saber cómo coño se pronuncia) al apartamento de unas completas desconocidas, en el propio Uilenstede, invitados todos por Iliyana, mi compañera de piso búlgara. La verdad es que "búlgara" suena un poco fuerte para una persona tan dulce como ella. Y eso que es sólo un gentilicio.
Todos los acentos ingleses del mundo convivían en esos 60 metros cuadrados: una inglesa residente en Francia, una americana y una neozelandesa (¿quizá nos falta un sudafricano o un indio?). No es que no fueran simpáticas, pero la verdad es que me perdía una y otra vez en su conversación: hablaban tan rápido (y tan bien) que no les entendía gran cosa, así que, lógicamente, no me dirigieron demasiado la palabra. Yo a ellas tampoco: bastante tenía con seguirles como para iniciar yo un tema. El problema vino cuando resultó evidente que ni las italianas ni la francesa tampoco les entendían demasiado bien. Así que al final nos encontramos todos en una extraña situación: nosotros bebiendo cervezas en el apartamento de unas (apenas) conocidas y ellas hablando de sus cosas entre ellas y con la procesión de personas que circularon por su apartamento en el couple of hours que estuvimos allí. Al menos la música era buena.
Finalmente, nos pusimos en camino al Odeon Theater, que está en pleno centro de la ciudad, a la orilla del canal Singel. Creo que lo de "a la orilla" sobra, pues en Amsterdam todo está más o menos remojado. Cogimos el tranvía. Es curioso lo fácil que se disipa la culpabilidad de no pagar cuando (no) lo haces acompañado. ¿Cómo era eso? Ah, sí, "misery loves company", que diría la americana.
El Odeon Theater resultó ser uno de tantos edificios clásicos amsterdamianos, que tiene que aguantar la respiración para encajar en la fila junto a sus hermanos. Me chocó que un edificio del siglo XVII albergara una discoteca: que queréis que diga, yo creo que en España sería hasta delito (incluso con ZP lo hubiera sido xD). El interior era realmente cool, con una mezcla de decoración presuntamente original del edificio (v. IKEA, pasillo 4º, mobiliario clásico "Móntatelo tú mismo") y bolas de discoteca y demás parafernalia de todo pub que se precie. Iba a comentar la música, pero la verdad es que no la recuerdo demasiado: estaba demasiado ocupado no perdiéndome.
Allí nos encontramos con Kevin el Suizo y su hermana (su familia estaba de visita aquel fin de semana) y con Ricky, el amexicano (voy a patentar el término, así que ojo con plagiarme). Bueno, de hecho creo que nos encontramos con la mitad de la universidad. En fin, recorrer miles de kilómetros y escapar de las fiestas temáticas organizadas por Deusto donde te encuentras a la gente que ves todos los días en clase (pero disfrazada) para hacer exactamente lo mismo en Amsterdam. ¿Aprenderé algún día?
Creo que debí beber algo más a lo largo de la noche aparte de mis cervezas, porque no me acuerdo de muchas más cosas. Si recuerdo que cuando volvíamos en tren (otro simpa, efectivamente) lo pasé fatal. Estaba muy avergonzado, pues iba mucho más "contento" de lo correcto cuando vas de fiesta con unas personas que aún no conoces demasiado. No creo que la etiqueta clásica tenga un apartado dedicado a esto, pero sé que me caí demasiadas veces como para que la gente guardara buen recuerdo de mí de aquella noche.
Aun y todo, yo me lo pasé genial. Y ya sabéis lo que dicen (puestos en refranes en esta entrada del blog, según parece): "Los borrachos y los niños no mienten".
- Metedura de pata del día: no abraces. La propensión a los abrazos es más tolerable en España, pero no en Holanda. Sobre todo si el aliento te apesta a cerveza.
- Moraleja del día: los "Sure" y los "Oh, really?" son siempre un buen recurso cuando no tienes ni zorra de lo que están diciendo. Pero tampoco hay que abusar, que se nos ve el plumero; al final y al cabo, los españoles tenemos (desgraciadamente) una reputación.
- God bless:las horas de sueños de los revisores de tranvía.
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