Sobrevivir comprando en Turku
Hay dos cosas que todo el mundo a estas alturas sabe y que no hace demasiada faltar explicar. Y es que: Finlandia es un país caro para hacer la compra y durante tu periodo de Erasmus no es que vayas a comer excesivamente bien. Y claro, una cosa unida a la otra se puede hacer muy cuesta arriba, sobre todo, y en el caso de tanta gente, si tienes un presupuesto para subsistir al mes bastante limitado.
Al principio uno puede pensar que se puede sobrevivir solo con pasta y salchichas, cosa que muchos hemos puesto en práctica (ya sea estando de Erasmus o no), pero a la larga tu salud física y mental te agradecerá un poco de variedad.
Es verdad que cuando llegas a un país nuevo los primeros días haciendo la compra se hacen difíciles por muchos motivos, y más si los carteles están escritos en un idioma en el que cualquier tipo de intuición es en vano. Es posible en las primeras compras gastar 40€ y que no subsistas ni una semana o que los productos que hayas comprado resulte que no eran lo que esperabas.
Pero de los errores enseguida se aprende, y más si tienen que ver con el estómago. Durante mi experiencia descubrí que los mejores sitios para comprar eran, en primer lugar por calidad y precio, el K-City Market, un hipermercado muy grande y con muchísima variedad que además se encontraba casi al lado de donde vivía. Y en segundo lugar, por precio principalmente, el LIDL, supermercado muy conocido en todo el mundo y con una calidad bastante aceptable que sin duda era el sitio más barato en el que hacer la compra.
Yo, cuando la pereza podía al ahorro, lo que hacía era comprar una serie de productos que tenía ya fichados en uno y luego iba al otro. Pero claro, el LIDL se encuentra en el centro de la ciudad, es un trayecto más largo.
Otra opción para comprar, y sin duda la peor, era un establecimiento que se encontraba inmediatamente al lado donde vivía cuyos precios eran extremadamente caros. Sólo en casos de urgencia (como cuando se había hecho tarde) o de pereza extrema, este sitio era una opción verdadera. Si no, habría sido una ruina.
LIDL
En el LIDL (“lidli” como lo pronuncian allí) lo que compraba principalmente eran albóndigas. Tenían una oferta de 1 kilo de albóndigas suecas por 3 euros, lo cual salía muy pero que muy bien, ya que pueden conservarse en el frigorífico una vez abiertas sin ponerse malas. Su uso puede ser muy variado, usarlas con los spaghettis, con puré de patatas, en una ensalada… Además, bastante sano dentro de lo que sabe y, personalmente, las echo muchísimo de menos.
Las otras cosas que me salía muy bien comprarlas en el LIDL era el puré de patatas (calorías fáciles y rápidas de hacer), las pizzas precocinadas (dos pizzas barbacoa por 1’5 euros cada uno, no hay nada mejor por el lugar), zumos y leche.
También cabe decir por último y no menos importante, que es en este establecimiento donde se encuentran las cervezas más baratas.
K-Market
Aquí era dónde compraba el resto de cosas prácticamente siempre. Aunque al principio iba al LIDL a comprar todo, con el tiempo descubrí que la mejor opción era comprar aquí, ya que no salía mucho más caro y mi paladar lo agradecía.
Para ahorrar, lo principal es comprar condimentos básicos. Teniendo ya el puré de patatas del LIDL, el arroz lo compraba aquí. Cuanto más peso se compre mejor sale de precio, y nunca se pone malo.
Otro ingrediente básico para cualquier estudiante que quiere ahorrar es la pasta. En el K-Market se puede encontrar un kilo de pasta por 1´5 euros, por lo que sobrevivir en el sentido más básico de la palabra, se puede hacer con muy poco dinero. Las formas de hacer la pasta ya dependen del gusto, yo solía comprar salsa de pesto y de tomate en una estantería con una variedad de salsas grandísima, carne picada (de la más barata), salchichas y queso.
Con respecto a los productos cárnicos, no son de mucha calidad y además son todos muy caros. Lo mejor que encontré por calidad-precio eran unos filetes de cerdo que venían aderezados con especias que salían muy buenos, los cuales los acompañaba habitualmente con puré de patatas o patatas fritas (y a veces arroz). El pollo me resultó demasiado caro para las raciones que vendían, por lo que apenas compre pollo habitualmente. Eso sí, conviene decir que para hacer esta carne es recomendable gastarse algo más de dinero en aquello que fuera de los países mediterráneos resulta un lujo: el aceite de oliva. Un pequeño bote de acete de oliva te puede durar un tiempo, es una buena inversión.
La fruta también es importante, ya que alguien como yo que apenes comía frutas en su casa sintió la necesidad de tomar fruta a la larga. Supongo que mi cuerpo me pedía vitaminas. Aquí lo mejor son los plátanos, no recuerdo a cuanto estaba el kilo, pero unos cinco plátanos de tamaño normal salían por poco más de un euro. El resto de frutas también están bien, y en el K-Market hay mucha variedad.
La verdura también es necesaria a la larga, sobre todo si se quiere dar variedad a comidas como el arroz por ejemplo. Cebollas, pimientos, etcétera, son de buena calidad y tienen un precio no tan asequible como el de las frutas pero se pueden comprar.
Con respecto al pescado, sólo llegué a probar el salmón, un día de estos en los que te quieres dar un homenaje, ya que creo que cualquier estudiante de Erasmus no debe salir del país sin haber tomado un salmón noruego auténtico. Sin duda si hubiese podido habría comprado salmón más a menudo, pero por desgracia se quedo en una vez aislada (que no poco satisfactoria).
Si a lo largo de la semana te ha sobrado algo de dinero por haber salido menos de fiesta, no haber comido o lo que sea, hay una buena variedad de snacks, chocolates, postres y cosas de ese estilo que ya dependen del gusto de cada persona. Los productos que más compraba yo eran el chocolate, concretamente una marca finlandesa llamada 'Panda' y patatas fritas, las que hubiese. Una de las mejores ofertas era la de 3x2 en botes de Pringles. Oferta que personalemente disfrutaba muchísimo.
Además, como curiosidad, es habitual que haya dependientes en este establecimiento ofreiendo muestras gratuitas de algunos productos. Y estando de Erasmus cualquier caloría gratuita es bienvenida.
Precio de la compra
Mi cálculo es que el precio de lo que compraba era el doble de lo que habría sido de haberlo comprado en España. Todo lo que compraba habitualmente (sin incluir cervezas) me salía más o menos por unos 45 euros, aunque nunca llegaba a comprar todo seguido, iba comprando según necesitase.
Era una compra muy escueta la que hacía, sin demasiada variedad. De hecho he de reconocer que abusaba en exceso de las pizzas precocinadas. Pero una vez allí uno se va buscando sus métodos para no cansarse de la comida e intentar encontrar algún tipo de variedad en la dieta habitual.
Sale caro, se come mal, pero se puede sobrevivir sin problemas.
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