Recién llegada, arco iris y mariposas

Un bonito día de septiembre de 2017, mis maletas y mis nervios aterrizamos en Bolonia para enfrentarnos a un año aquí. 

Nada más llegar a la residencia donde dormiría los próximos meses, algo me sorprendió: la gente para presentarse no se daba dos besos, ¡se daba la mano! Indistintivamente de quien fuese. A mí que me habían enseñado que eso sólo se hacía en una situación formal, me llamó mucho la atención. Lo peor de todo es que nada más llegar yo cogí y me presenté a una chica americana plantándole dos sonoros besos. Claro, cuando vi su cara me preocupé: "¿Tanto asusto?", pensé.

Diez minutos después mi compañera de habitación me explicó esta pequeña pero importante diferencia de saludo, y en la cena pude comportarme como "una persona normal".

Aquí es donde quería yo llegar. La cena, por norma, era: 

- Primer plato: pasta con X salsa, pasta blanca, o arroz blanco.

- Segundo plato: carne, pescado, etc con un acompañamiento.

¿Qué pasa? Que yo ese día, contentísima, me comí mi pasta, un poco del segundo, y genial. Pero lo gracioso llegó cuando al día siguiente, bajé a cenar y me encontré la misma estructura de cena.

Mi cerebro entonces me susurró: "sí, acabas de darte cuenta de que vas a comer todos los días pasta, a ver cómo te las apañas..."

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