Posibilidades de viajar durante mis 9 meses en Estrasburgo:

Posibilidades de viajar durante mis 9 meses en Estrasburgo:

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Mis nueves meses en Francia me permitieron explorar otras ciudades extranjeras en diversos países. Gracias a la posibilidad de compartir coche con Blablacar y a los precios baratos de buses y trenes, fui capaz de realizar un total de nueve viajes a través de cinco países diferentes. Puesto que Estrasburgo está bastante céntrico en cuanto a los países europeos, desplazarse fue bastante fácil.

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Esto es lo que he hecho...

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Oktoberfest de Múnich con la Red de Estudiantes Erasmus:

Tuve suerte y conseguí un billete para la excursión a Múnich durante el Oktoberfest.

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La ESN Estrasburgo organizó todo el viaje para que los estudiantes Erasmus conociesen gente nueva y pudieran vivir la experiencia de este famoso festival. Los autocares salieron temprano la mañana del viernes y llegamos a Múnich el sábado por la mañana. Teníamos que irnos el sábado por la noche, así que nos dejaron a nuestro aire. Mis amigos y yo dimos una vuelta por el centro de Múnich. Ya había estado allí antes, así que hice de guía turística.

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Después, nos dirigimos a las carpas de la cerveza del Oktoberfest. Nos pasamos horas bebiendo cerveza Steinhof en la mesa y devorando pretzels (unos lacitos salados). Tuvimos tiempo suficiente para pasear por el parque de atracciones, degustar la gastronomía alemana y probar algunos juegos. Fue una buena manera de conocer el mundo del Oktoberfest, la cual me inspiró para viajar a Stuttgart el fin de semana siguiente para otra experiencia en este festival, menos turística pero igualmente loca.

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Oktoberfest en Stuttgart:

Mi amiga Ruth y yo decidimos coger un Blablacar de última hora para visitar a unos amigos que estaban en el Oktoberfest de Stuttgart. Llegamos temprano pero tuvimos que esperar durante horas, entre frío y lluvia, a poder entrar en las carpas. Era un sistema de tú sí, tu no, en el que los que los porteros decidían a quiénes dejaban pasar. Puesto que el Oktoberfest de Stuttgart es más pequeño que el de Múnich, la mayoría de los que van son lugareños, así que estábamos al final de la lista. Conseguimos llegar a una carpa de la cerveza y ¡su interior era alucinante! ¡Era enorme! Las camareras eran capaces de llevar varias jarras llenas de cerveza en cada mano mientras que yo tenía problemas para llevar tan solo una. ¡Todo el mundo llevaba los trajes tradicionales y era impresionante! ¡La gente bailaba encima de las mesas al ritmo de la alta música que resonaba por todo el hall y hacía eco en los altos techos! La gente había bebido hasta quedarse inconsciente en las mesas, así que decidimos irnos al final de la mesa junto a un caballero con pantalones de cuero que dormía como un bebé. Las cervezas comenzaron a circular y ¡nos hicimos amigos de la gente sentada a nuestro lado!

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Cuando empezó a hacerse tarde, Ruth y yo miramos algún Blablacar para volver a Estrasburgo esa noche. Por desgracia, no quedaba ninguno hasta la mañana siguiente. Estábamos atrapadas en Alemania. Por suerte, una de nuestras amigas de Estrasburgo se quedaba en un Airbnb en la ciudad y pudimos ir con ella. Al final, éramos nosotras tres y una chica alemana muy maja que conocimos en el Festival de la Cerveza. La fiesta continuó de camino al Airbnb, mientras caminábamos entre la multitud y cantábamos a gritos las canciones de los Backstreet Boys. ¡El Airbnb era increíble y gigante! Nunca llegamos a conocer al dueño, Chip, pero no puso pegas a que nos quedásemos allí puesto que estábamos atrapadas. Me desperté varias veces por la noche con miedo a que Chip llegase y me encontrase en su cama. Al final, pasamos la noche sin ningún encuentro incómodo y subimos al Blablacar hacia Estrasburgo sanas y salvas. ¡Fue un fin de semana loco e inesperado, pero el drama mereció la pena!

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Praga, República Checa:

El primer viaje que hicimos algo más lejos fue a Praga con mi amiga Ruth.

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Nos apretujamos en un Blablacar unas 5 ó 6 horas, conduciendo por la Autobahn por toda Alemania para llegar a la República Checa. Fue un fin de semana impresionante y muchos de los mercadillos ya estaban puestos. Hicimos un tour a pie para descubrir la historia y la cultura de la ciudad, así como recopilamos consejos sobre dónde comer y qué ver. Fuimos en un Bar Crawl que nos llevó por todo el increíble ambiente nocturno de Praga y nos quedamos hasta bien entrada la noche.

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El precioso castillo en lo alto, que domina la ciudad, nos proporcionó unas vistas impresionantes y unas ganas de quedarnos más tiempo. Aún tengo ganas de volver a esa increíble ciudad.

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Berlín, Alemania (x2):

Logré escaparme a Berlín tres veces en un año. Dos de ellas fueron durante mi estancia en Francia.

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Berlín es una de mis ciudades favoritas, así que no puedo decir que no si alguien me propone ir. El primer viaje fue, de nuevo, con Ruth, que se convirtió en mi compañera de viajes ese año. Conseguimos billetes para un bus nocturno cuyo trayecto duraba 13 horas, desde Estrasburgo hasta Berlín. Quedamos con una amiga mientras estábamos allí y exploramos la ciudad juntas el fin de semana.

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La segunda vez fue por mi 21 cumpleaños. Vinieron mis amigos de Glasgow y Francia, así como otros que estaban pasando su año fuera pero en otras ciudades. Fue muy agradable tenerlos a todos en la misma ciudad al mismo tiempo, poniéndonos al día juntos y contándonos historias de lo que había pasado en los últimos seis meses.

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Conseguimos ir a tours a pie gratis y al 666 Anti Pub Crawl’. Fue un fin de semana genial, pero no me encontré muy bien después del viaje de vuelta de 13 horas en bus. ¡No tuve tiempo para ir a casa y dormir en condiciones porque tenía que ir directamente a la universidad a hacer un examen! (Que al final aprobé). Fue un poco estresante pero mereció la pena.

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Mercadillos de Navidad con ESN:

La Red de Estudiantes Erasmus también organizó una excursión por los mercadillos de Navidad de Alsacia. Fue un día espléndido por vino caliente, pan de jengibre y canciones navideñas.

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Además empezó a nevar, lo que intensificó ese ambiente navideño. Me entraron ganas de que fuese Navidad y no podía esperar para volver a casa y celebrarla con mi familia. No obstante, me sentí muy afortunada de poder disfrutar de esos mercados, de pasear por allí y empaparme de ese ambiente tan festivo, además de conocer a otra gente que estaba de Erasmus.

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París en noviembre:

Mi hermana, Kirsty, tuvo una escala en París un fin de semana de noviembre, así que cogí un Blablacar para pasar la noche con ella en el hotel que le había proporcionado Emirates.

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Me reuní con ella en Tocadero enfrente de la Torre Eiffel. ¡Fue un momento precioso! Pasamos el día juntas poniéndonos al día y viendo la ciudad envueltas en el frío aire otoñal.

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Cuando tuvo que volver a Dubái, quedé con mi amiga Erin, que estaba pasando su año en el extranjero dando clases en París. Paseamos y pasemos por el Sacre Coeur, el Moulin Rouge, Notre Dame y, sobre todo, por The Highlander Pub donde trabajaba nuestra amiga. Fue un viaje corto pero guay. Y ya tenía planeado volver a París para ver a Erin antes de irme de Francia.

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París - mi último viaje antes de volver a casa:

París siempre será una de mis ciudades favoritas del mundo y este viaje acrecentó ese sentimiento. Ruth y yo queríamos pasar una semana en dos ciudades, pero decidimos ahorrarnos el estrés e ir directamente a París cinco días a ver a nuestra amiga Erin. Con la facilidad para conseguir un Blablacar desde y hasta Estrasburgo a París, logramos organizarlo en el último momento.

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¡Nos lo pasamos genial! Quedamos con unas amigas que trabajaban en el Highlander Scottish Pub cerca de Notre Dame y después salimos de fiesta juntas, lo que acabó con nosotras comiendo lasaña a las 5 de la mañana y cogiendo el primer metro del día para volver al piso de Erin.

Paseamos por la preciosa ciudad al ritmo de la canción del Jorobado de Notre Dame y de Our Last Summer, riendo y actuando como idiotas. También pasamos el día más mágico en Disneyland París, donde nos comportamos como niñas durante todo el día. Toda esa nostalgia nos hizo llorar en el espectáculo de luces del Castillo de Cenicienta y nunca lo olvidaré. ¡Estaba tan feliz de pasar el día con dos de mis mejores amigas! (Ignorad la grima que damos).

Pasamos nuestra última tarde bebiendo vino y comiendo pan y queso en el césped debajo de la Torre Eiffel y después volvimos al piso de nuestra amiga a seguir bebiendo y poniéndonos al día. Fue un viaje increíble y una buena forma de terminar nuestras últimas semanas en Francia; incluso ahora no puedo esperar para volver.

Fráncfort, Alemania y Zúrich, Suiza:

Ruth y yo siempre estábamos dispuestas a realizar pequeñas escapadas, así que, esta vez, decidimos ir a Suiza. También fuimos capaces de combinar el viaje con un fin de semana en Fráncfort. Subimos a un tren que estaba lleno de alemanes alborotadores que cantaban y bebían hasta que uno de ellos vomitó por todas partes y todo el vagón tuvo que escapar hacia otro menos oloroso.

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En Fráncfort, nos quedamos en un hostel muy grande que estaba prácticamente vacío. Nos entretuvimos viendo el paisaje y, por su puesto, haciendo tours a pie y uno 'silencioso' en la parte antigua de la ciudad. Fráncfort es una ciudad preciosa y el caso antiguo me recordó mucho a Estrasburgo.

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Tras dos días en Alemania, subimos a un bus de camino a Zúrich. Ambas nos sorprendimos de la belleza, eficiencia y limpieza de la capital de Suiza. Todo el mundo vestía muy bien y no había ningún graffiti o chicle a la vista.

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Tan solo pasamos un par de días en Suiza porque era muy caro. Fue complicado acostumbrarse a la moneda. También tuvimos nuestra segunda experiencia de Couch Surfing, ¡donde dormimos en el sofá de un piso de estudiantes de 8 personas! Conocimos a gente bastante interesante pero fue algo raro que te despertasen mientras hacían la comida a lo largo del día.

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Conseguimos encontrar un tour a pie gratis que fue interesante. Zúrich alberga una de las esferas de reloj más grandes del mundo y sus calles están llenas de historia. Pasamos el segundo día paseando por nuestra cuenta y disfrutando del increíble paisaje. Pronto volvió a ser la hora de subirse al bus para ir a Estrasburgo. Eso sí que fue una experiencia. No teníamos ni idea de que teníamos que hacer transbordo en Stuttgart. Me di cuenta de que continuamente nos saltábamos las salidas hacia Estrasburgo y, tras mirar nuestro billete, nos dimos cuenta de que no habíamos cambiado de bus. La siguiente parada era en Heidelberg.

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Quizás estéis pensando que entramos en pánico, pero la realidad fue que nos echamos a reír por lo estúpidas que éramos. Cuando llegamos a la estación de bus de Heidelberg, encontramos un MacDonald's, nos conectamos a la wifi y comenzamos a buscar rápidamente cómo volver a casa o incluso un Airbnb. Al final encontramos dos trenes que nos permitieron volver a Estrasburgo esa noche; fue un viaje largo pero, por suerte, no costó mucho dinero de más. Supongo que nunca sabremos lo que nos perdimos en Heidelberg. ¡Tendremos que hacer otra escapada!

Oporto, Portugal con las chicas:

Para animarnos después de la tristeza post-Navidad, otras cuatro chicas del Erasmus y yo decidimos pasar un fin de semana en Oporto, en el soleado Portugal.

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Era el momento oportuno. El cielo estaba azul y el aire caliente, un cambio que necesitábamos después del depresivo frío de después de Navidad. Teníamos un Airbnb en la ciudad lo suficientemente grande para las 5. Decidimos coger uno de esos buses en los que se puede subir y bajar para conocer la historia de la ciudad, pero también como medio de transporte.

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También echamos un vistazo a un bar local que nos enseñó las zonas por donde se sale de fiesta y fue una forma genial de aprender sobre la cultura local y de conocer a otros viajeros. Pasamos nuestra última tarde en la playa. No hacia tanto calor como para tomar el sol, así que nos tumbamos a charlar y a reír mientras disfrutábamos de la puesta de sol. Fue una forma guay de comenzar el año nuevo y empezar un nuevo cuatrimestre junto con mis nuevas asignaturas.

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Europa Park:

En uno de mis últimas semanas en Estrasburgo, las chicas y yo decidimos celebrar nuestros últimos días en Europa Park en Alemania, a un par de horas en bus. Fue un día increíble, nos lo pasamos genial y fue una gran despedida con las chicas que había conocido en mi año en el extranjero. No fue tan mágico como Disneyland París, pero aún así fue muy divertido y una gran forma de estar todas juntas antes de irnos cada una por nuestro lado.

De regreso a casa:

A finales de mayo, por fin llegó el momento de recoger todas mis cosas y volver a casa, en Escocia. Tuve el mejor año en el extranjero e hice un montón de recuerdos en Francia y en otros países que pude visitar. También hice amigos y amigas impresionantes y fue el primero de muchos años en el extranjero que he vivido desde entonces.

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El Erasmus me ayudó mucho en mi carrera, me hizo darme cuenta de que me encanta viajar y me permitió hacerlo.

Empujo a que todos los que tengan la oportunidad de irse de Erasmus lo hagan ¡porque os cambiará vida! Tanto si lo disfrutas como si no, aprenderás muy buenas lecciones de vida.

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