Porter House

He estado un poquito ocupado estos días; han venido a visitarme mis amigos los químicos de Valladolid, y nos hemos pasado tres días de farra infame. Esto sumado a los días anteriores me han dado un saldo de seis días seguidos durmiendo menos de tres horas. Ayer miércoles, el séptimo día, descansé. El día entero. Me siento muy dios, ahora mismo. Y eso que había fiesta de bienvenida a los nuevos Erasmus en el Porter House Amigos lectores, hoy os voy a hablar del bar Erasmus de Gante. Es el lugar común de reunión y de juerga. Es un sitio que está abierto casi siempre, y puedes contar con que, casi siempre, habrá alguien conocido ahí dentro.

Se dice que es un bar irlandés. Pero tiene de bar irlandés el nombre y poco más. No tiene cervezas especiales, ni pone fútbol o rugby. Eso sí, tiene un futbolín, que como doble función sirve de ropero en las noches porterianas. También tiene velas embutidas en botellas de Jack Daniels en las mesas, una diana sin dardos y un proyector que tiende a romperse cuando alguien va demasiado borracho, con la consiguiente bronca con los porteros, que son fuertes, bajitos y garrulos.

La música es… heterogénea. He escuchado Paquito el Chocolatero, Greenday, Queen, dubstep techno del que escuchan los punkis belgas, canciones infantiles en flamenco, y Ska-P. Ya, Ska-P. El grupo más escuchado de las verbenas pueblerinas de España se escucha también en esta zona de Europa. Todo con un denominador común. Las canciones en el Porter House duran treinta segundos. Ni más, ni menos. Por mucho que todo el mundo lo esté petando terriblemente cantando “I-I-follow”, la canción se acaba y punto pelota.

Tiene muchos fallos, también. Roban con una impunidad tremenda, los baños son pequeños y guarretes, y los chupitos cuestan más que probar que NP=P. Pero es nuestro bar, y nos lo follamos cuando queremos.