Por qué Erasmus está siendo el mejor año de mi vida.

No son pocas las veces que he escuchado de alguien que ha estado de Erasmus, que ese fue el año de su vida. Pero ¿por qué? me preguntaba yo antes de irme. Es obvio que una experiencia en el extranjero es prometedora y, bueno, todos sabemos lo que dicen de la fiesta en Erasmus, pero, ¿es eso suficiente para afirmar con tanta certeza ese año como el mejor de nuestras vidas?

He decidido escribir esta entrada por dos motivos:

Primero, para hacer ver a los temerosos de dejar sus casas para irse a un país con, probablemente, un idioma desconocido, que todo lo que este año nos aporta es mayor que el peor de los temores.

Segundo, y para mi, lo más importante, para recordar por siempre qué es lo que me ha hecho feliz este año, ya que, al final, lo importante no es dónde nos encontremos; sino la actitud que tomemos en ese lugar; las ganas que tengamos de explotar todas las posibilidades que el entorno nos dispone. Esto significa, ni más ni menos, que todos los años pueden ser, si lo queremos, el mejor de nuestras vidas.

Aun así, sí es justo reconocer, que el Erasmus ha sido como el empujón que necesitaba para conocerme más a mi misma, para abrirme a todo lo que antes me cerraba, y para perseguir mis sueños con más determinación que nunca; empujada por un nuevo entorno, amistades estimulantes, y las ganas que uno lleva de casa de disfrutar el prometido año de nuestra vida.

Entonces, dicho esto, ¿Qué es lo que tanto ha cambiado en mi vida desde que llegué a Múnich, el dos de septiembre de 2017?

1. El tiempo de Erasmus es limitado.

A veces, necesitamos ver el fin de algo para disfrutarlo más intensamente. Saber que las cosas son temporales, aumenta nuestro deseo de recorrerlas más al detalle, sacando todo lo posible de su breve existencia. Es justo esto lo que pasa en Erasmus, sabes que es tan sólo un año, en el que has de hacer el máximo de cosas posibles, y visitar el mayor número de lugares posibles, antes de que acabe.

Esto no ha sido más que una excusa para aprovechar e ir de excursión la mayoría de fines de semana, conocer nuevos bares, parques, y realizar nuevas actividades, en lugar de pasar el fin de semana como una parte más de la rutina, en la cual es suficiente con descansar, y desconectar de la Universidad.

Un ejemplo de esto, es que llevo estudiando dos años en Madrid, y en esos dos años nunca he hecho un tour por la ciudad, para saber más de ella, qué historia se esconde tras sus esquinas; nunca he hecho un senderismo por su sierra, y no miento, si digo que a lo sumo he hecho 5 excursiones por sus montañas, lo que, en Múnich, sería lo que haría en tan sólo dos meses. Hay un montón de bares alternativos que no conozco aun en la capital española, y planes diferentes que aún me esperan desde que llegué a la ciudad.

Haciendo turismo un día cualquiera en la ciudad. Mirador de St. Peter's Church, Múnich. Octubre de 2017

Excursión de un día a Halstatt. Febrero de 2018.

Saber que algo es temporal, nos hace adoptar una actitud más activa, pero eso no significa que algo deba ser temporal para tomar esta filosofía de vida.

Así que, este fin de semana, coge un autobús a donde siempre quisiste ir, y ¡no pospongas más aquello que quieres y puedes hacer ahora!

2. Empezar de cero.

Cada nuevo comienzo es la oportunidad perfecta para aplicar, de forma instantánea, lo aprendido en los últimos años. En ocasiones, hay cosas de nuestro estilo de vida o, incluso, nuestra propia actitud que queremos cambiar pero, es complicado hacerlo si el entorno no lo hace con nosotros. Es por ello que, un nuevo comienzo (ya experimenté esto cuando me mudé a Madrid) es la oportunidad perfecta para ser más nosotros mismos, para realzar nuestros valores, y adquirir nuevos hábitos que nos hacen más felices.

Además, el no ser la única que empezaba de cero, sino que había cientos de nuevos alumnos que también lo hacían, ha sido el mejor incentivo para hacer nuevos amigos, de todas las edades, nacionalidades, gustos y preferencias. Amigos que, al acompañarme en una experiencia tan bonita como esta está siendo, puedo considerar ya para toda la vida. Amigos que han compartido conmigo sus pasiones, las cuales, en ocasiones, he hecho también mías. Han compartido su perspectiva de vida conmigo, y yo he descubierto así nuevas formas de disfrutar, diferentes de las comunes en mis círculos convencionales, o incluso en España.

Muy buenas amistades de mi primer semestre, que espero duren para siempre. Procedentes de Bélgica, Suecia y España. Múnich, noviembre de 2017.

Un ejemplo de hobby que he adquirido a través de mis nuevas amistades, ha sido ir de hike. En España, o al menos, en mis círculos, no es tan común ir a la montaña; y en cambio, aquí ha sido raro el mes que no hayamos hecho uno o dos senderismos. Ir a la montaña, disfrutar de la naturaleza, respirar aire puro. Es algo a lo que me he acostumbrado, y que forma ahora parte de mi.

Senderismo a Berchtesgaden. Abril de 2018.

Empezar de cero me ha permitido, dibujar en un lienzo en blanco, el cuadro más bonito.

3. El contacto con distintas culturas.

No sólo el hecho de que estoy en un país diferente, aprendiendo su idioma, trabajando y estudiando en sus distintos sistemas es estimulante; sino el estar en contacto con personas de tantos países distintos, intimar con ellas, ver cómo, la cultura, nos hace afrontar los problemas de distintas formas, priorizar unas cosas sobre otras... Es muy interesante, y al mismo tiempo te hace reflexionar sobre quién eres tú mismo, y qué parte de ti es la que tu propia cultura ha construido.

Esto no es sólo estimulante en el sentido de abrir nuestra mente, hacernos más tolerantes y ver más allá de las ideas que nuestra cultura de origen nos enseña, sino que es un perfecto punto de partida para la mejora personal, desde el conocimiento de nuevas y posibles perspectivas.

Clase súper internacional, en nuestro curso de iniciación al alemán, a principios del Erasmus. Múnich, septiembre de 2017.

En general, yo diría que estas son las tres principales características del Erasmus que lo hacen tan especial. Todo esto ha tenido como resultado que he podido dedicar más tiempo a cosas que siempre quise, he descubierto nuevas pasiones, y he disfrutado más que nunca, sin prejuicios, sin normas, tan sólo dejándome llevar y disfrutando.

Aun así, al final, aunque este Erasmus me haya abierto tantas puertas a tantos nuevos caminos, lo que realmente ha importado ha sido la actitud que he tomado, ya que las puertas siempre estarán ahí, de una forma u otra, y lo relevante es nuestra determinación a cruzarlas.

Es por ello que, espero, de ahora en adelante, no haga más falta en mi vida la presión del tiempo para innovar y disfrutar de nuevas experiencias, y que, de aquí en un año, pueda decir orgullosa que mi segundo Erasmus lo viví en Madrid.

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