Nervios previos a la aventura

Quizá os hayan contado de historias en las que todo va sobre ruedas y es maravilloso, y puede que seas una de esas personas a las que todo le va bien a la primera. Pero si no ese tu caso, y eres de los mios, aquí tienes un resumen de la gran desastrosa aventura que viví antes si quiera del primer día de clase.

Nos situamos 48h antes de irme de casa. Todo iba bien hasta que salgo de la cafetería y empiezo a temblar, haciendo una temperatura decente en la calle. ¡Sorpresa! Esa noche estaba con 38ºC de fiebre. 

Último día en casa y lo termino teniendo que pasar por la farmacia porque el dolor de garganta era más que incomodo, y lo que hace una semana parecía una herida en el parpado estaba empezando a empeorar.

A mi padre y a mí nos gusta mucho los viajes por carretera, así que vinimos hasta Utrecht en coche. Si un viaje de 16h en coche se puede hacer largo y aburrido, imaginaos sin poder hablar. Pues eso fue justo lo que me pasó. El incómodo dolor de garganta se transformó en una afonía completa, y estuve todo el viaje haciendo de GPS a mi padre mediante señas. En lugar de pasarme la noche antes nerviosa por el primer día de clase solo pensaba en recuperar mi voz y mi salud.

Sorprendentemente me desperté mucho mejor de lo que me esperaba. No tenía ni idea de cómo llegar del hotel a la Universidad, así que mi padre me iba a acercar con el coche para no llegar tarde a la presentación. Plot twist: tuvimos un pequeño accidente de coche y en lugar de ir a clase tuve que hacer de intérprete entre un holandés y mi padre, para que firmaran los papeles del seguro. 

Pero ahí no acabó la cosa. Han pasado un par de meses desde que estoy aquí y ya he pasado por el médico y la farmacia. Estuve un mes entero mala de la garganta; y lo que yo estaba segura de que era solo acné, resultó ser un eczema a causa del estres.

Conclusión: No hay que agobiarse más de lo necesario, ¡el cuerpo lo acaba pagando! Pero tranquilos, al cabo de un tiempo te acabas riéndo de todo. 

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