Milhojas

Vamos a ver. Si pudiera darles sólo dos consejos para salvarles la vida, éstos serían:

Número uno, usen protector solar y número dos, nunca (hay que poner esta palabra en negritas), pero nunca se hagan una foto en una cabina de súper mercado. 

¿Ahora ven por qué? Son fotos malas, de verdad. Obtener una foto presentable, al menos, me ha costado 7 euros y otras 7 maldiciones. No lo hagan. Hay lugares donde por menos, consigues una foto profesional con atención personalizada y una sonrisa del fotógrafo.

Bueno, era eso y lo del protector solar que no es idea mía, salió de un vídeo de Youtube, pero igual es un buen consejo.

Tengo otro: si te gustan las cosas con sabor, no pidas un bocadillo de atún, te aseguro que lo único que hacen para prepararlo es abrir la lata de atún, ponerla sobre un pan y llevarla a tu mesa.

Mi primera experiencia culinaria en Cartagena fue Coco y uva, una cafetería de la calle Alfonso XIII. Horneaban pan en ese momento, el olor era delicioso y todo lo de la  vitrina se veía dulce y resplandeciente, como esculpido por las manos del mismo dios de la comida. Recuerdo en especial un pastelillo blanco de forma rectangular, nunca vi uno en mi país. Después descubrí que se llama milhojas y que aquí es bastante ordinario, pero en ese momento para mí fue amor a primera vista, se me antojaba para tomar té durante la puesta de sol en un balcón con vista al jardín, y en esta fantasía mía, todos vestiríamos de blanco y reiríamos discretamente. 

Y entonces voy yo y lo arruino todo pidiendo un bocadillo de atún.

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