La vuelta de Alexandre
Era el primero o el segundo sábado de junio -no estoy segura... Estaba ayudando a mis profesores de teatro con una obra que estaban preparando con su otro taller, Glottodrama -de eso voy a escribir en detalle en otra entrada. Entonces, por la mañana estaba libre, pero por la tarde tendría que estar en el teatro para ayudar. Cuando me levanté y me conecté por facebook vi que mi amiga Alexandra me había escrito un mensaje, invitándome a su casa para ayudarla con algo -no me explicaba que era lo que necesitaba. Le respondí preguntándole que era lo que quería y si era urgente. Le dije que a mi me vendría mejor ir a verla después del ensayo, porque antes quería descansar un poco. Pero ella me respondió que sí, era algo urgente y sería mejor ir por su casa lo más pronto posible. Yo estaba muy preocupada y le dije que iba a prepararme enseguida y ir por allí pronto, pero le pregunté que era lo que le estaba sucediendo. Ella me dijo que no me podía decir más y que me lo explicaría todo en persona. Yo estaba casi segura que tenía que ver con una traducción castellano-griego que ella necesitaba por un trabajo de su Universidad y yo se la había preparado unas semanas antes. Pero igual, estaba bastante sorprendida, porque todo su comportamiento había sido raro y de verdad me preocupaba que algo más grave había pasado.
Me preparé y me fui a su casa. Menos mal que vivíamos tan cerca: Yo en Blasco Ibañez y Alexandra en Explorador Andrés, en la misma casa donde habíamos organizado la mayoría de las fiestas del primer semestre, con ella, Elena, Francesco y Alexandre. En ese piso seguían viviendo solo Alexandra y Francesco y en las dos habitaciones que quedaban vivía un chico francés y una chica turca. Athanasia también se había ido, entonces todo ya era bastante diferente. No nos veíamos con la misma frecuencia, pero nos hablabamos mucho y siempre quedábamos una o dos veces cada semana. Pues, llegué a a casa de Alexandra y toqué al timbre. Ella abrió la puerta con una sonrisa: “Hola! Muchas gracias por ayudarme. Ahora te lo voy a explicar todo! Primero, vamos a la terraza -está ahí Francesco con sus amigos!” me dijo. Salimos en la terraza y ahí estaba Francesco, una amiga suya y ...Alexandre. Nuestro amigo francés y compañero de piso de los chicos había vuelto a Valencia por un fin de semana. Los chicos decidieron de sorprenderme y así me alegré aún más. Estaba muy sorprendida, no podía creer que estaba viendo a mi amigo francés, sentado por la terraza de su piso con Francesco -como si no hubiera pasado el tiempo! Como si estuvieramos de nuevo en octubre y todo sucedía de nuevo. Pues es un sentimiento muy raro. Eso lo pueden entender solo los erasmus. Los momentos de despedida son tan profundos y contienen tantas lagrimas y tristeza que nada se puede comparar con esa alegría, sorpresa, nostalgía y caricía que te sientas cuando veas de nuevo alguien que estaba parte de las mejores y más graciosas historias de tu erasmus.
Después de la sorpresa, los abrazos y las risas, salimos todos para ir a comer. Fuimos al barrio de Alice, nuestra amiga italiana que tenía su vuelo para volver a Cerdeña esa misma tarde. Ella ya había preparado sus maletas y nos encontró bajo de su casa. Luego buscamos a algún lugar donde podríamos comer tipica comida española -tapas y cerveza. Estábamos una combinación de todo lo que pasaba en un estudiante erasmus: los que todavía estarían de erasmus un poco más, el que ya se había ido y había vuelto y la que se iba dentro de poco! Pero todo eso no importaba por unas horas. Había un sol increíble -bajo de ese cielo azul de Valencia- hacía calor y era sábado. Un sábado de verano que estaba mejor porque estábamos juntos de nuevo.
El próximo día invité los chicos a mi casa para cenar. Alice ya se había ido, pero los demás vinieron -también había invitado unas amigas de teatro que vivían muy cerca de mi y nuestro amigo griego, Vagélis, que quería ver a Alexandre. Lo pasamos muy bien, tranquilamente, sin hacer algo diferente, pero igual la situación no era la de una día “normal”. Estábamos juntos de nuevo, después de lo que había parecido demasiado tiempo! Cenamos, bebimos, hablamos y reímos. El día siguiente, comímos juntos de nuevo, esa vez en la casa de los chicos -lo había organizado Alexandra. El lunes por la tarde, Alexandre se fue de nuevo a París. No estaba tan triste como la primera vez, porque ya sabía que las amistades no paran solo por la distancia. Que los amigos se van, pero vuelven. Como volvió Alexandre. Como yo misma iba a volver un día a Valencia, como hice -pero eso todavía era demasiado pronto para saberlo...
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