La amistad tiene dos ingredientes básicos: el primero es el descubrimiento de aquello que tenemos en común...

... Y el segundo es el respeto a aquello que nos distingue.

La parte más bonita del Erasmus, la más real, la que te hace emocionarte, la que te llena, el regalo más grande que te da: la amistad.

Y la amistad no es un término sencillo. Tras el nacimiento de una amistad, se debe cuidar de ella y hacerla crecer.

Ser amigos es mantener un compromiso, unir varias cabezas y encontrar un acuerdo. Todos somos diferentes, diría que ¡POR SUERTE! Tenemos gustos diferentes, costumbres diferentes, formas de pensar totalmente diferentes. Y el Erasmus te brinda la oportunidad de involucrarte, estar con gente que seguramente solo tienen en común contigo la edad.

Pero esto es lo bonito, la variedad y las ganas de aprender algo nuevo.

Erasmus significa crecer y crecer significa saber estar en grupo, compartir, respetar.

Esta página es una descripción y una dedicatoria a mis amigos más cercanos, a los que he conocido gracias al Erasmus. Se lo dedico a ellos, con quienes he pasado seis meses maravillosos, a ellos, que me han hecho emocionarme, que han dado color a mis 180 días de Erasmus.

La primera persona que conocí fue Sara. Italiana, sarda y enamorada de la coca-cola. Fue el primer día, en la "Welcome session", hablamos en inglés los primeros treinta segundos, después se nos escapó una carcajada. Quizá fue la pronunciación o el marcado acento del sur de Italia, el que nos hizo darnos cuenta de que de extranjeras teníamos más bien poco. Descubrí que me tocó en su dormitorio y desde entonces, hemos estado juntas cada día. Sara y yo, por algún tipo de malentendido, estuvimos un mes sin hablarnos. Me sentía muy mal por ello, pero ninguna de las dos iba donde la otra para aclarar algo que en realidad no había pasado nunca. Pero, por suerte, nuestra amistad volvió a ser la de antes. Conseguí hacerle entender que llega tarde cada vez que quedábamos me hacía enfadar, a mí y a los demás, y que la coca-cola no es que hiciese mucho bien. Pero ella me enseñó algo más importante que la coca-cola o la puntualidad. Los problemas hay que afrontarlos inmediatamente, si no, crecen. Ah, y me gustaría pedirle disculpas, otra vez, por haberle preparado la pasta con mostaza, haciéndole creer que era salsa (en la etiqueta había una foto con un plato de pasta). Sara tuvo una historia de amor preciosa con Martin, a quién conoció en el Erasmus, un chico noruego que al principio parece muy tímido, pero en realidad es muy sociable.

Beatrice, también italiana, pero de Módena, hablaba inglés perfectamente, había estudiado en América un año durante su cuarto año de instituto. Nuestra amistad se hizo más fuerte la primera semana. Me tocaba hacer la limpieza de la casa, era domingo y no podía ir a hacer compra de algunas cosas que necesitaba, porque en Alemania, los domingos, están cerradas todas las tiendas, así que le mandé un mensaje para que me prestase lo que me hacía falta. Ella vivía en otra residencia, pero su verdadero hogar estaba con nosotras, en Lechbrucke, porque todos nosotros estábamos en este y desde nuestra residencia era más fácil llegar al centro de la ciudad y a varios locales. Así que una noche si y la otra también dormía con nosotras, junto a Daria. Bea era fan del Volleyball, que tras seis meses aprendió a hablar un nuevo idioma: el napolitano del norte.

Marco, el señor parmigianos, fue aquel cuyo hígado no tuvo ni un día de fiesta. Marco, su habla alemana, su guitarra, el vinagre de Módena Ponti, el rey de la cerveza, las borracheras, la super abuela del barco, la biblioteca 24h y Formiggine son sus características.

Michele, de boloña, estudiante de idiomas. Apasionado por todo y más pero sobretodo por el inglés. Michele venía a mi casa prácticamente todas las tardes, para enseñarme algo de inglés pero siempre acabábamos hablando de otros temas más interesantes, pero con un final asegurado: una discusión. Discusiones constructivas y a veces muy divertidas. Michele adora el café y los libros.

Federica, siciliana, apasionada por la danza, la inigualable tardona. Con Federica no hablamos los primeros meses, igual no nos caímos bien o igual no hubo ocasión para conocernos un poco más. Pero cuando nuestra amistad empezó, no paramos de estar juntas ni un solo día. Hablábamos de todo, bastante interesante, como política y sacrificarse por el deporte, eso es lo que teníamos en común. Si no nos veíamos por el día, la llamada molesta era fija. Ibamos a correr y al gimnasio, los minutos justos para quemar media galleta.

"What do you mean?" y "Il Ragazzo Della Via Gluck" eran nuestras canciones favoritas. Las cantábamos a las 5 a. m. volviendo de las discotecas.

Ambra, mesinesa y super amiga de federica. También ella era bailarina y estudiante de idiomas. Nos conocimos en la asignatura de inglés para Erasmus. Pero con Ambra la amistad creció cuando una noche, en la discoteca, cansadas de bailar, vagamos por las calles de Ausburg buscando las calles hacia nuestra casa a las 4 de la mañana. No, a nosotras no nos gustaba llamar a un taxi.

Los ingleses: Rowen va a la universidad de Bristol, delgada, alta y con los ojos azules, muy buena jugando a póker y allí se aficionó a la escalada deportiva, gracias a Lorenzo, un chico italiano con un marcado acento de Trentino.

Tom vive en Hull, con un C1 en alemán, tenía unas ganas locas de aprender también el italiano. Así que estaba lo máximo posible con nosotros, los italianos, y cada vez que escuchaba alguna palabra nueva, se la apuntaba en el iPhone. Ahora está en Roma por un nuevo Erasmus.

Matt fue nuestra leyenda. Imposible describirlo.

Los irlandeses: Darragh, Darren y Gary. Para distinguir a los dos primeros tardé unos dos meses. Les conocimos tras algo de tiempo, después estuvieron siempre con nosotros, a excepción de los días que trabajaban. Amantes de la cocina italiana y la cerveza alemana, aunque se mantuvieron fieles a su Guiness. Los tres fantásticos nos liaron a hacer algunas cosas en Ausburg.

Medhi, Mauricio y Samir viven allí desde hace muchos años. Medhi hace ingeniería, Mauricio es el brasileño que os he presentado antes y Samir es un programador en proceso. Son muy distintos entre ellos, pero tienen algo en común: les encanta estar con otras personas y siempre están disponibles.

Josephine, la profesora alemana de Marco, había recorrido Italia durante un año, aprendió nuestra lengua y a amar a Italia y sobretodo a los italianos. Nos acogió en su casa varias veces, cocinando ella para nosotros y nosotros para ella. Nos ayudó mucho en esos meses. Una disponibilidad única, amante de la comida, de nuestra manera de hablar y gesticular... en efecto, una italiana adoptada.

Petros, greco, con frágil cuerprecillo y una gran inteligencia dentro de sí.

Basak, turca. A veces se perdía en nuestras conversaciones en italiano, buscando a toda costa entender alguna palabra. Al final sus palabra favoritas eras pasta, pizza y mafia.

Las españolas, Maria, Camino, Cristina y Jessica, estudian derecho en la universidad de Madrid. Las conocí el primer día en la Welcome session. Y nuestra relación se fue estrechando desde el principio. Las chicas de la Macarena. Si la bailamos en la planta diecinueve el primer día y después paso a ser la banda sonora del Erasmus.

Y después, Nico... pero de él os hablaré más tarde.


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