Esa fatídica palabra: examen. Y encima en inglés...

Por maravillosa que sea la experiencia Erasmus, se supone que el fin de todo esto es estudiar y si hay algo que va unido irremediablemente al estudio, eso son los exámenes. En Inglaterra he de decir que no son muy aficionados a ellos (prefieren los ensayos, que en realidad a mí me parecen peores...) y he llegado a tener asignaturas en que no he tenido que hacer ninguno (algo inimaginable en España) pero, aun así, alguno ha caído. Uno para ser más exactos. El paraíso en comparación con los cinco habituales en España y que, por tanto, permite tener unas Navidades decentes, pero aun así, la presión es grande. De repente te encuentras con que vas a tener que escribir un montón de caras sobre un tema más o menos complejo, con un vocabulario más complicado que el que usas normalmente (y que por lo general sueles complementar con entusiastas movimientos para intentar explicar tus palabras ya que el inglés de turno, o alumno internacional en su defecto, a veces te mira con la típica sonrisa de: "Vale, no estoy entendiendo la mitad pero yo asiento a todo"). Como de entrada el tema idioma es preocupante intentamos informarnos de qué recursos podíamos usar para que no fuéramos a fastidiarlo todo por no tener el vocabulario necesario: en un principio nos dijeron que no había problema con usar diccionario, preguntamos en todas partes y a todos les parecía perfecto: MENTIRA. Al final resultó no estar permitido lo que, por otra parte, acabó siendo mejor. Si en un examen te vas parando a mirar cada palabra que no estás seguro cómo se escribe, no da tiempo ni de broma y, si has estudiado, no solo habrás memorizado el temario, también todo el vocabulario que puedas necestiar (o casi todo al menos).

Una de mis dudas antes de llegar aquí era si los apuntes en inglés o español. Es una duda que el primer día de clase se resuelve sola: como tengas que pensar en inglés y en tu idioma materno al mismo tiempo te vuelves loco, así que tus apuntes acabarán siendo en inglés sí o sí. Lo que es genial porque aprendes un montón de vocabulario pero crea alguna que otra situación peculiar: el uso de la gramática de tu propio país y el vocabulario específico en inglés. Si llevas cuatro días leyendo que el señor del cuadro lleva una 'red sash', cuando estés repasando de memoria no te sale decir que lleva una banda roja no, te sale en inglés y para recordar cómo dirías eso en español te lleva un rato, por lo que oye, espanglish y listo, ya bastante esfuerzo intelectual con estudiarlo.

En cuanto al examen en sí, ya de entrada es muy impresionante que te metan en una sala con casi 600 personas (sin exagerar, los asientos iban numerados y había 575), todos de diferentes carreras y con diferentes exámenes. Es por tanto totalmente impersonal y no tienes la seguridad que te da tener al profesor paseándose por entre las mesas para llamarle si tienes alguna duda. Si tienes una duda te aguantas y te la juegas con lo que creas que hay que hacer. Antes de empezar leen las normas con un micrófono y, personalmente, no entendí una palabra: entre el eco, la distorsión del micrófono y los nervios, imposible. Tampoco pasa nada porque en cada mesa hay una hoja con todas las normas así que ya te las lees tú tranquilamente y vas de paso quitando la etiqueta de la botella de agua si la llevas por si acaso tienes ahí una chuleta. 

Algo bueno es que tienes una especie de cuadernillo para hacer el examen y la primera página, aunque para mí y todos los alumnos internacionales con los que he hablado fuera casi lo más difícil de completar del examen (y no precisamente porque el examen fuera sencillo), tiene la ventaja de que uno de los datos que te pide es que pongas en qué programa estás, así que tú pones que estás de Erasmus y por lo menos si metes la pata en cuanto a temas de lengua, el profesor ya sabe que no es que tengas una ortografía malísima, es que no eres inglés (aunque se sigue esperando de nosotros un cierto nivel claro). ¿Y cómo es que es tan difícil de rellenar? te preguntarás: a ver, no es taaaaan complicado pero con el corazón a mil por hora es complicado procesar información nueva y si te encuentras con que en un lateral te pide que rellenes tu nombre y firmes y luego dobles la hoja por ahí aprovechando una especie de pegatina, cuesta. En España DNI y hala, a empezar. Sinceramente en el momento me sentí muy muy tonta por no saber cómo hacer eso pero después descubrí que toda la gente con la que hablaba que era la primera vez que hacía un examen en Leeds habían tenido el mismo problema.

Creo que, considerando todas las cosas que pueden ir mal en un examen, encima en otro idioma, que estos sean los mayores problemas a los que me haya tenido que enfrentar no está nada mal. Y de momento no conozco a nadie que tenga experiencias mucho más traumáticas (siempre que hayan estudiado, claro, pero eso no es cuestión de estar en otro país, es cuastión de si la pereza ha podido contigo). De hecho, ha sido probablemente mi periodo de exámenes más tranquilo desde que empecé la universidad, permitiéndome por una vez tener una Feliz Navidad de verdad y no una entre libros y apuntes, feliz pero más moderadamente. Así que yo diría que hasta por los exámenes merece la pena irse de Erasmus, por supuesto que tendrás que trabajar pero se trata más de trabajo diario y mucha paciencia para hacer los ensayos que matarte a memorizar algo que probablemente olvides tan pronto salgas del examen. Lo que les gusta es hacer pensar a sus alumnos, que aprendan a investigar y tener sus propias opiniones por lo que sí, se trabaja y mucho, pero los exámenes no lo son todo para ellos. Al fin y al cabo, si te paras a pensarlo, son meros trámites para probar que estás aprendiendo algo, nada más.


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