Enfrentarse a la nostalgia

Cuando era más joven...

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La nostalgia puede hacer que tu experiencia en el extranjero sea desagradable. (Fuente de la imagen: theodysseyonline.com)

Cuando era una niña, me entraba la nostalgia muchas veces. Y cuando digo muchas veces me refiero a que mis padres me tenían que venir a recoger de un campamento de cinco días que estaba a treinta minutos de mi casa porque tenía tanta nostalgia que no paraba de llorar y me negaba a hacer ninguna de las actividades, ni siquiera comer. Y el hecho de que yo, incluso de pequeña, sabía que quería ver el mundo, sabiendo al mismo tiempo que me entra la nostalgia, me ponía más triste. Y entonces algo cambió.

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Esta imagen me representa tanto que duele. (fuente de la imagen: selfhelparchive.com)

Tuve que ir a un instituto que estaba a dos horas de mi hogar de la infancia porque quería estudiar hostelería y turismo. Quería trabajar en la industria del turismo y que ese era el instituto más cercano en el que lo podía estudiar. Y como mi casa estaba a dos horas, me tuve que quedar en una residencia, porque ir y volver todos los días en coche no tenía sentido ya que consumiría mucho tiempo y dinero.

Así que me mudé a esa ciudad una semana, y estaba perfectamente bien - hice muchos amigos y ni siquiera me di cuenta de que no estaba en casa. Por supuesto, iba a casa los fines de semana, pero no temía el momento de volver a la residencia.

Mi primera experiencia Erasmus

Por entonces, estaba en la universidad. Y, al principio del primer año en la universidad, decidí que me encantaría estudiar en otro país durante algunos meses. Y como mi universidad participaba en un programa Erasmus, lo solicité. Me costó decidir la escuela: sabía que quería ir a Portugal, y la escuela en la que quería estudiar era muy famosa y la mayoría de los estudiantes la elegían como primera opción. Así que no tenía muchas esperanzas puestas en ello, a pesar de que escribí una carta de motivación bastante buena y de que hablo con fluidez cinco idiomas.

Y entonces, un día soleado, recibí un sobre azul de mi universidad. Lo abrí y no leí lo que decía. Lo único que vi eran las palabras: "... has sido aceptada en la primera universidad que solicitaste... " y, literalmente, empecé a llorar de alegría. Lo primero que hice fue llamar a mi madre y darle la buena noticia, y pude ver que le desilusionaba que me hubieran aceptado estudiar en un programa de estudios en el extranjero. Y algunos de mis amigos reaccionaron igual. Y era terrible, todos me hicieron sentir tan culpable que casi consideré quedarme en casa.

Por eso, lo más difícil para mí no era irme de mi país durante unos meses, sino la desilusión de mis padres y la mayoría de mis amigos. La mayoría de las personas a las que más quiero decía que iba a suspender el segundo año porque no entendía el idioma y que estudiar en el extranjero también era una señal de que no era una persona seria. Oír a mis padres decir eso me dolió porque eran las personas de las que esperaba más apoyo.

Pero llegué a un país nuevo y fue una experiencia que me cambió la vida. No voy a mentir, no fue para nada fácil, pero sobreviví para contar la historia. Lo más duro después de llegar fue la sensación de que había decepcionado a mi familia y amigos y esa era la principal fuente de nostalgia. Pero más adelante en mi vida (¡estoy hablando como una anciana! ) me di cuenta de que aunque a algunas personas les pareció egoísta, mi felicidad siempre debería ser mi prioridad. Porque, después de todo, si no soy feliz ¿cómo voy a hacer felices a otras personas?

Vivir en otro continente

Como probablemente os hayáis imaginado, ahora vivo en los Estados Unidos, lo que implica que tardo doce horas en avión (si tengo suerte y es un vuelo directo) y dos horas en coche del aeropuerto hasta llegar a ver a mi familia. y a veces siento que me pierdo cosas, porque hablamos constantemente de cosas que hacen y se me rompe el corazón cada vez que no estoy ahí para disfrutar de esos momentos felices con ellos.

Por supuesto, nos llamamos por Skype, pero no es lo mismo. Por suerte, mis hermanas me visitaron hace unos meses después de que no nos hubiéramos visto en un año y nos lo pasamos genial. Pero estuve muy triste durante algunas semanas después de que se fueran, e incluso pensé en volver a casa y visitar al resto de la familia, pero decidí que no ya que no me aprobarían el nuevo visado por las regulaciones más estrictas de la frontera.

Pero creo que mi familia se siente igual con respecto a mí (sienten que se pierden algo increíble porque no están aquí conmigo). Bueno, he decidido hacerles una visita sorpresa este verano (iré sin decírselo a nadie, literalmente). Con suerte, estarán en casa y no de viaje. Crucemos los dedos.

¿Cómo enfrentarse a la nostalgia?

Debo decir que, actualmente, mis episodios de nostalgia no son muy frecuentes, pero me pasa algunas veces. En estos períodos, me siento sola, ansiosa y fuera de lugar y nada me llama la atención. Y una cosa que hay que hacer, que es muy importante, es admitir que el problema está ahí porque es la única forma de encontrar una buena manera de enfrentarse a ella. Algunas de las estrategias que me han resultado muy útiles son las siguientes:

Lo primero ¡no llames mucho por Skype o por teléfono a tus padres y amigos! Sé lo mal que puede sonar, pero si decides hablar con ellos todos los días, será lo único que te apetecerá hacer y no harás nada divertido. Además, te pondrás triste después de colgar y no querrás hacer nada productivo hasta la siguiente llamada.

Encuentra nuevas aficiones. No hay nada mejor para enfrentarse a la nostalgia que encontrar algo que te apetezca hacer. Si es una afición de hace tiempo, te sentirás cómod@ porque estarás haciendo algo que ya conoces. Si decides probar algo nuevo, fantástico: te centrarás en una actividad específica y no en los sentimientos de tristeza.

Haz nuevos amigos ¡Es más fácil de lo que crees! Eres de otro país, por lo tanto, eres interesante y todos quieren hablar contigo. Ve al bar y empieza una conversación. O apúntate al gimnasio o a clases de español. Conocerás a gente de tu edad con intereses parecidos.

Habla, habla y habla de tus sentimientos. Si sientes nostalgia y tristeza, díselo a alguien. Puede ser un amigo, un desconocido en internet o incluso ponerlo en un diario. Cuando hablamos de nuestros problemas, muchas veces nos damos cuenta de que no son tan graves como parecen después de que otra persona nos dé su punto de vista.

Aunque los cambios pueden ser buenos, la rutina y cosas conocidas a veces pueden ser más útiles. Por ejemplo, no tires las fotos enmarcadas de tu familia porque te ponen triste cada vez que las ves. Te recuerda que quieres a tu familia y es normal que les eches de menos. Además, si preparas comida de tu casa, no te sentirás tan lejos.

También puedes hacer una lista de cosas que quieres ver y hacer en tu nuevo país. Te apetecerá ver y hacer cosas nuevas y será una distracción del sentimiento de echar de menos tu casa.

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Haz una lista de cosas por hacer que esté llena de experiencias interesantes que te apetecerá hacer. (Fuente de la imagen: whyismarko.com)

Algunas palabras para el final...

Actualmente, cuando viajo por poco tiempo, no siento nada de nostalgia, porque mis viajes siempre tienen muchas actividades y cosas por explorar. Pero estar lejos de casa, familia y amigos durante mucho tiempo no siempre es fácil. La mayoría de mis amigos de casa y, por supuesto, mis padres, todavía no están contentos con mis viajes, pero he llegado a un punto en el que me preocupa más lo que me gusta y ya no me importa no encajar en las normas de la sociedad ¡Y me lo estoy pasando mejor que nunca!

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¡Es cierto que, como en casa, en ningún sitio, pero no dejes que eso te quite las ganas de explorar el mundo! (fuente de la imagen: sites. gsu.edu)


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