El fin del Erasmus.

Publicado por flag- Sonia Ferrer — hace 5 años

Blog: Mi inolvidable ERASMUS en Múnich
Etiquetas: Consejos Erasmus

El fin del Erasmus.

Múnich desde el mirador de St. Peter Church. Mayo de 2018.

"Estos últimos días tras el viaje a Eslovenia han sido frenéticos.

Consistiendo básicamente, en volver a poner mi vida en orden, he estado poniendo lavadoras, asistiendo a un curso intensivo en la Universidad, y, cómo no, escribiendo sin parar.

En resumen, estos días no he tenido tiempo de pararme a respirar.

Hasta esta noche.

Hoy, al atardecer, volviendo en bici del gimnasio, he regresado envuelta en el sosiego de apreciar cada detalle del camino.

La luna, semillena, a través del cableado del tranvía, y estampada sobre un cielo color rosado, brillaba, a mi parecer, más que nunca. Aunque supongo que eso depende del estado del alma, más que de la luz reflejada.

Ha sido entonces cuando me he percatado del poco tiempo que me queda en esta ciudad. De leer las señales y letreros en alemán, de pasear por sus innumerables carriles bici, de disfrutar cada uno de sus atardeceres en el parque, como si fuera el último.

Me he dado cuenta, una vez más, de lo bonita que es la vida, y de lo afortunada que soy por esta capacidad mía de verla de forma tan poética.

Me he dado cuenta de que el tiempo, corre, vuela, salta y baila a nuestro alrededor, pero que nunca se deja atrapar.

Pero yo tampoco me pienso dejar atrapar por él, porque mi vida me la he propuesto vivirla intensamente."

Esto escribía hace un par de meses en mi diario, ya consciente de que el mejor año que he vivido nunca llegaría pronto a su fin, pero sin darme cuenta realmente de lo que aquello conllevaría. De lo que realmente significaba decir adiós, o mejor, hasta pronto, a aquellas personas con las que, pese a proceder de diversos lugares del mundo, habías conectado de manera tan profunda y habías compartido aquellas experiencias tan inolvidables que marcarían un antes y un después en tu vida.

Aun no me había dado cuenta de que mi vida en Múnich, tal y como la he conocido este año, tenía fecha de caducidad, y que llegaría un momento en el que debería abandonarla para volver a mi otra vida; aquella que me esperaba en España.

Que como si hubieras estado viviendo un sueño, un día te despiertas y te das cuenta de que ha acabado, de que ese sentimiento de libertad infinita, de sentir que realmente todo es posible, ya no es una condición, a no ser que seas tú mismo quien la imponga.

Lo bueno de los sueños, es que cuando son profundos e intensos nos hacen reflexionar, y cuando estos sueños han durado un año, sin duda marcarán un cambio en nuestras vidas, y tal vez, propiciarán, que la vivamos de una forma diferente desde entonces. Que lo que antes veían unos ojos, ahora lo vean otros. Otros que llegan al corazón de manera distinta.

Me despido de este año con un inmenso estado de agradecimiento, del que escribo en mi diario en el fragmento que os dejo a continuación, el 24 de septiembre, sentada en el asiento del avión que me traería de vuelta a España:

"Hace 11 meses que una Sonia distinta a la que escribe ahora relataba en su cuaderno amarillo sus primeras impresiones de la que sería la ciudad donde viviría infinitas experiencias imposibles de olvidar.

Esa Sonia nunca hubiera imaginado la satisfacción con la que escribo yo ahora estas palabras. Esa placentera sensación que uno siente cuando sabe que ha dado lo mejor de sí, que ha aprovechado al máximo una enorme oportunidad para ser feliz, y que el resultado de ello han sido unos indescriptibles momentos que marcarán un antes y un después en el transcurso de su vida.

Me siento feliz porque este año he conocido gente maravillosa, que me ha ayudado a mejorar como persona; he vivido momentos y aventuras siempre soñadas, y que me confirman que es posible vivir la vida intensamente, siguiendo nuestras pasiones más profundas.

Aunque siento cierta tristeza por dejar esta espectacular etapa de mi vida, hay un sentimiento que me invade de forma más fuerte, y que no deja espacio a las malas sensaciones, y es una inmensa felicidad y agradecimiento por que todo lo que he vivido este año haya sido posible, porque haya salido tan bien, y porque, al pensar en mi Erasmus, sólo me vengan buenos recuerdos a la mente.

Gracias Erasmus, por constituir el punto de inflexión más bonito que podía desear.

Esto no acaba aquí."

El fin del Erasmus.

El fin del Erasmus.

23 de julio, última noche en Múnich, rodeada de gente genial.

 


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