Cultural shock
Después de meses de preparación y papeleo (mucho papeleo) por fin estás en Leeds, lleno de ilusión y conociendo más gente de la que puedes recordar cada día. Todo parece ir genial y entonces vas a la reunión de bienvenida de los alumnos internacionales. Y ahí te meten el miedo en el cuerpo: aparece en el proyector una misteriosa gráfica que pasa de la mayor alegría a la desesperación absoluta con una línea que cae en picado. Es la representación del conocido como cultural shock.
El cultural shock es esa fase en la que ya no todo es nuevo y la emoción de vivir en un nuevo país ya ha ido bajando siendo sustituida por una rutina que, además, es considerablemente diferente de la española. Si combinamos los horarios de cierre de las tiendas y cafeterías, mucho más temprano que en España, con el hecho de que, especialmente después del cambio de hora, el sol brilla casi exclusivamente por su ausencia, efectivamente la situación puede ser bastante deprimente. Pero ahora que ya he metido miedo viene la parte buena: ni yo ni la gente con la que he hablado del tema ha sufrido esta famosa fase de desesperación. Tal vez porque España está cerca y me puedo permitir volver de vez en cuando pero algunos alumnos internacionales que no tienen esa posibilidad parece que tampoco han tenido ese problema. Por supuesto que alguien habrá pero en mi opinión es un poco cuestión de actitud.
Por supuesto que algún momento de bajón es inevitable: el primer Skype con los amigos de siempre es muy muy extraño, con la familia ya mejor ni hablar, y el ver que hacen vida sin ti es duro, muy duro. Porque aunque tú estés disfrutando como nunca antes, los demás no deberían tener derecho a tener vida, esto es así. Ver que todo lo que era tu mundo sigue funcionando perfectamente en tu ausencia es difícil pero se supera desde el momento en que descubres que estás exactamente donde quieres estar (y la promesa de todos los que te dejas en España de que no harán nada excesivamente interesante sin ti).
Si de todas formas en algún momento parece que toda la parte mala del Erasmus te supera, solo aprovecha todas las posibilidades que esta experiencia te da: viaja, apúntate a cualquier evento para conocer gente, vete a explorar por la ciudad, lo que sea pero mantente ocupado. Sé consciente de la experiencia única que estás viviendo incluso en los más pequeños detalles, estos a menudo marcan la diferencia. Y es que cosas como ver corretear a la décima ardilla del día (y grabarla o hacerle fotos para mandarlas a la mitad de tus contactos si es que todavía no lo has hecho, el postureo es fundamental) o conseguir entender a la señora de supermercado cuando te ofrece una bolsa son tonterías que, a veces, alegran el día.
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