Cinco razones para vivir una temporada en el extranjero
Cinco razones para vivir una temporada en el extranjero
¡Hola a todo el mundo! En el post de hoy os quiero hablar de cinco razones por las que creo que todo el mundo debería vivir una temporada de su vida en el extranjero. Llevo ya un año y medio en Bratislava, (Eslovaquia), así que creo que puedo hablar a conciencia. Además, anteriormente he estado dos veces de Erasmus. Cuatro meses en Gales y cuatro meses en Francia. Durante todo este tiempo me he ido dando cuenta de lo necesario que es para muchas personas vivir esta experiencia así que hoy quiero escribir mis pensamientos y reflexiones sobre este tema. Aquí van las cinco razones. ¡Empezamos!
1. Abrir la mente
Sé que es un clásico y que siempre se dice, pero realmente es un pilar fundamental a la hora de madurar como persona. Vivir en el extranjero es una subida repentina de escalones hacia esta etapa de la madurez, que por desgracia, no muchas personas consiguen alcanzar.
Al vivir en un país diferente, empiezas a entender que el estilo de vida que tú conoces no es el único. El día a día no funciona como pensabas, todo cambia. Al principio puede ser difícil aceptar y adaptarse a estas circunstancias, pero al final no te queda otra que respetarlo y empezar a convivir con ello, si quieres sobrevivir en esta nueva etapa. Y quien sabe, al final hasta acabarás cogiéndole el gustillo a tus nuevos hábitos. Además, conocerás probablemente a muchísimas personas de nacionalidades diferentes, tendréis vuestras diferencias, pero aprenderás de ellas nuevos valores que te servirán para toda la vida.
Muchas personas, tras vivir una temporada fuera, vuelven a su país de origen y todo el mundo les dice: “qué cambiada/o estás”. Y lo cierto es que sí, vivir fuera cambia a las personas. Pero eso no necesariamente tiene que ser algo negativo. Vivimos en un proceso constante de cambio y de hecho, ser quien eras hace diez años sería hasta preocupante.
2. Aprender un nuevo idioma
Esto es otro punto a favor, sin duda. Estudiar una nueva lengua siempre viene bien. Es cultura, es bueno para la salud mental y si consigues un buen nivel, es muy positivo para el currículum.
Muy común es el caso de estudiantes españolas/os que van de Erasmus a Italia y en un año alcanzan hasta un nivel B2 de italiano sin haber sabido nada al llegar. Esto sin duda es un hecho a valorar. Aprender un idioma día tras día, sin necesidad de dedicarle horas y horas de estudio puede que sea una de las grandes ventajas de un Erasmus. Y sobre todo, sin pagar ni un solo euro por clases y tener la oportunidad de hablar con gente nativa todos los días. Por eso mismo, hay que dejar atrás la vergüenza (de lo que pecamos muchos españoles) y atreverse a hablar, para aprender, mejorar y finalmente perfeccionar. Además, cuando finalmente dominas una lengua hasta el punto que incluso olvidas palabras en tu lengua madre es muy reconfortante.
Además, aprender un idioma es otra forma de ver el mundo. Gracias a aprender una nueva lengua, puedes llegar a entender por qué los hablantes nativos de esta piensan cómo piensan y hacen lo que hacen. Por eso mismo, estar en otro país es una gran oportunidad que no se puede perder. En mi caso, vivo en Bratislava, donde el idioma oficial es el eslovaco. Solamente lo hablan cinco millones de personas en el mundo así que mucha gente que viene aquí no quiere aprenderlo porque “no es útil”. Yo he aprendido un poco, suficiente para comunicarme con un vocabulario básico, pero veo que cuando lo utilizo con los eslovacos, ellos se sorprenden de “lo mucho que sé” y se alegran de que alguien aprenda su lengua. Y lo cierto es que es bonito ver cómo alguien se interesa por tu lengua y cultura. Aquí generalmente, en la comunidad extranjera, todo el mundo habla inglés así que yo creo que se valora muy positivamente que la gente hable y se interese por aprender un poco de eslovaco, al menos lo básico.
3. Probar una gastronomía nueva
Si sois personas a las que os gusta comer, estaréis contentas de poder estar en otro país para probar platos y sabores diferentes a lo que ya conocéis. En mi caso, tengo que reconocer que en este tema fue dónde más me costó abrir la mente. Normalmente no soy una persona muy escrupulosa, pero en cuanto a los platos desconocidos, siempre soy un poco reacia a probarlos.
Además, al probar los platos típicos y tradicionales de cada país, también puedes entender qué alimentos son comunes y por qué. Por ejemplo, la comida de todos los países del Mediterráneo es bastante similar en cuanto a ingredientes: véase España, Italia o Grecia. En la zona del centro de Europa pasa lo mismo. Por ejemplo, en el caso de Eslovaquia, los platos tradicionales tienen muchas características en común con países como República Checa, Austria o Polonia, donde por ejemplo las sopas, los diferentes tipos de queso o la carne siempre están presentes en casi todos los menús de cada uno de estos países.
Y no solo eso, sino que la comida es algo que une a las personas. Hoy en día parece altamente necesario que en muchas ocasiones, para quedar con nuestras amigas y amigos tiene que haber comida de por medio. Y en parte es lógico. Cocinar todos juntos y compartir gustos gastronómicos es algo que, inevitablemente, une lazos.
4. Valorar tu país de origen
Esto puede que sea algo revelador, pero realmente es algo que he experimentado durante todo este tiempo que he vivido en Bratislava. La frase “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde” no puede ser más cierta en este caso.
A pesar de que viajar, conocer una nueva cultura y vivir en un país diferente te hace una persona más abierta y tolerante, también tiene una especie de “efecto contrario” que te hace valorar lo que es tuyo desde siempre. Lo que quiero decir es que mucha gente no le da importancia al día a día en su propio país, las pequeñas cosas. En mi caso, por ejemplo: el mar, la comida, el buen tiempo, el anochecer tardío o conocer perfectamente el terreno donde te mueves. Es entonces cuando pasas bastante tiempo lejos de tu hogar te das cuenta de lo poco que valorabas esas pequeñas grandes cosas que ahora echas de menos. Por ejemplo, ahora cuando vuelvo a Galicia aprecio realmente lo que es tener acceso facilísimo a productos de buena calidad como puede ser pescado y marisco, lo que aquí en Bratislava brilla por su ausencia. Pero sin duda, lo más difícil para mí es estar lejos del mar así que cada vez que vuelvo me doy cuenta de lo afortunada que es la gente que vive prácticamente al lado del mar y por desgracia, no se da cuenta de ello.
Por eso mismo, ahora soy consciente de lo mucho que me gusta mi país y el lugar donde vivo. Así mismo, eso también me ayuda a conocerme a mí misma porque gracias a esto, sé dónde quiero vivir, dónde quiero estar y lo que yo valoro de un lugar.
Es cierto que no existe el lugar perfecto, todo tiene ventajas y desventajas, pero vivir en otro país y conocer diferentes lugares y sitios te hace darte cuenta de las condiciones que necesita un lugar para que sea tu destino final. De esta forma, las decisiones que tomes en el futuro te llevarán hacia una misma dirección teniendo en cuenta todos tus intereses. Puede que no sepas lo que quieres, es normal, pero sin duda, tras vivir en el extranjero, puede que sepas qué es lo que no quieres.
5. Romper con la rutina
No hay nada mejor que una experiencia así para salir de una etapa monótona y en muchos casos, de un ritmo de vida tóxico. Viviendo en el extranjero harás nuevas amistades, viajarás y tendrás que adaptarte a este nuevo ciclo. Si viajas a un país con una cultura muy diferente (como es mi caso con Eslovaquia y España), probablemente tus horarios de desayuno, comida y cena sean totalmente distintos así que tendrás que reinventarte un poco y mejorar tu capacidad de organización. Es decir, lo que ahora se conoce como “salir de tu zona de confort”, frase que está tan de moda últimamente.
¡Y hasta aquí el post de hoy! Un poco diferente a lo habitual, pero espero que os haya gustado. Muchas gracias por leerme y nos vemos muy pronto con más contenido.
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Comentarios (3 comentarios)
Fátima chamadoira hace 5 años
Me ha gustado mucho este post tan especial, ofrecido como propia experiencia. Enhorabuena por el buen trabajo. ¡Te seguimos!
José Ramón Iraola hace 5 años
Parece que valorar el país de origen es asignatura pendiente de los españoles. Dice un conocido escritor que nos caracterizamos por hablar mal de España. Enhorabuena por el trabajo.
Lucía Otero Medraño hace 5 años
No podría estar más de acuerdo con todo.