Carta abierta a Javi de Erasmusu

Y sí, febrero pasó volando. De hecho, estamos ya a 8 de marzo (¡felicidades mujeres!). Caray, no sé ni por dónde empezar. La última vez que escribí fue hace un mes, y desde entonces me han ocurrido multitud de cosas. Trataré de poner en orden mis pensamientos y narrar despacito y con buena letra lo vivido (y sentido) hasta el día de hoy.

Antes de empezar me gustaría responder abiertamente al email que recibí en mi bandeja de entrada y el cual censuraba el contenido de mi blog. Probablemente no me haya centrado en describir lugares ni indicar en qué calle está determinado pub, terraza o museo, pero eso no quita que mi espacio virtual esté dedicado a mis experiencias. Este blog contiene mis más íntimos pensamientos, reflexiones y sentimientos, por lo tanto me molesta especialmente que se le juzgue.

Sí, es cierto, estoy dentro de un concurso, pero yo expuse en la descripción de este proyecto que me lo tomaba como un reto. Desde que tengo uso de razón me recuerdo escribiendo. Cuando era más pequeña en un diario, con su candadito y todo, las páginas eran rosas y en la portada había una pareja de osos pardos. Ya entrada la adolescencia y las nuevas tecnologías, hacía uso de plataformas como Fotolog para escribir algo, por muy breve que fuese el pensamiento, y acompañarlo de alguna foto que lo identificara cada día. Cuando emepecé la carrera lo dejé, demasiadas otras ocupaciones, qué os voy a contar, pero en el momento que me fui de Erasmus retomé aquel viejo hábito. En aquella ocasión las narraciones comenzaron a ser más extensas y más descriptivas también. Me aficioné a tratar mi vida durante un año completo en Noruega como si de una novela se tratase y me encantaba situarme siempre en la hoja del penúltimo capítulo... hasta que llegó a su fin. Una vez de vuelta de Escocia, y todo el remolino de sentimientos contenidos, necesitaba una vía de escape por donde filtrar toda aquel caos de sensaciones con el fin de evitar que continuaran haciéndome daño. El escribir para mí ha sido como una terapia, y lo sigue siendo, por eso lo hago. Aprovecho este espacio porque además de darme la oportunidad de hacerlo, puedo llevarme un premio en metálico. Siendo honesta, me viene muy bien cualquier dinero extra. En este concurso se pueden ganar hasta setecientos euros, ¡Guau! ¡Suena realmente atractivo! ¿Quién se podría negar o, simplemente, quién no lo intentaría al menos? Veréis, yo he estudiado Publicidad y Relaciones Públicas. Afortunadamente también he tenido la oportunidad de trabajar en un par de agencias de publicidad. ¿Por qué introduzco esto? Porque gracias a mi experiencia académica y profesional conozco perfectamente el salario que cobran las personas que se ocupan de generar información en Internet.

Mi carrera está catalogada de forma peyorativa, todo el mundo piensa que la publicidad es mala y que nos manipula. Bajo mi punto de vista: depende. La publicidad en sí no es mala. La publicidad es un medio, no un fin, y el fin lo promueve quien "utiliza" la publicidad. También es un campo profesional que sufre muchísimo intrusismo, o lo que es lo mismo, todo el mundo cree que puede hacerlo perfectamente. Yo lo equiparo al deporte. ¿Para qué ir al gimnasio si yo sé correr o si yo no quiero hacer pesas y ponerme machaca? (normalmente estos comentarios van acompañados de risas que, a mí, me causan náuseas). Y ahora, dejaré los prolegómenos y seré clara: En este concurso, bajo mi punto de vista, se han juntado ambas cosas. Por un precio simbólico la web en la que nos encontramos ha logrado multiplicar exponencialmente la información que contenía. Ha sido una muy buena estrategia de marketing, les felicito. Este espacio online estaba contando sus días, se encontraba en plena agonía viendo que ya nadie hacía uso de él, o que quien se metía era para utilizar el foro, encontrar futuros compañeros de su mismo destino Erasmus, conseguir sus nombres y agregarlos a Facebook, abandonando el lugar por la misma puerta por la que entraron para nunca más volver. En apenas medio año han logrado tener a, al menos, veinticinco "becarios" que trabajaban muy duro casi a diario para publicar algo que les diera puntos suficientes como para subir un peldaño en el ránking o mantener su puesto. Durante seis largos meses las personas que nos hemos involucrado aquí nos hemos sentido culpables por no haber escrito un día, hemos sufrido por pensar que alguien nos ha podido adelantar después de tanto esfuerzo y tantas horas dedicadas. Estoy segura que ha habido gente que ha salido simplemente por el hecho de conocer lugares nuevos que poder comentar. ¿Todo para qué? Para lograr un premio máximo de setecientos euros. No sé cuántos puntos lleva el número uno, algo así como once mil o incluso más, ¿no? Me gustaría que echara la cuenta de a cuánto le sale la hora de trabajo. Esa cantidad es la mínima que cobra un Community Manager al mes (e incluso haciendo la mitad de la mitad de lo que aquí se ha generado). Esto realmente es un esfuerzo a cambio de prácticamente nada y, por favor, espero que no se me malinterprete. Lo que más me fastidia de todo esto es que se juzgue el contenido que generamos. Yo no he contando ni una sola mentira en este espacio y, sin embargo, se me "pide por favor que reconduzca mis futuras entradas hacia contenidos menos personales". Vale, con el fin de que puedan ser de utilidad a viajeros y estudiantes Erasmus. Quizás, mi manera de ayudar a las futuras generaciones de, ya no erasmus, sino personas en general, es contar mis experiencias vividas en Murcia porque pueden ser muy similares a las que viva una chica en Poznań o un chico en Verona. Aquí he hablado de amor, de desamor, de amistad, de traición, de familia, de viajes, de retos, de desengaños y de mil cosas más, las cuales creo que son universales, así que, si me quieren dejar fuera del concurso, háganlo, pero no critiquen mi trabajo, porque humildemente creo que no son los más indicados para valorar o reconocer el esfuerzo que cada uno de los miembros que se están dejando la piel por escribir, están haciendo.

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