Adaptándome a la vida alemana.

Publicado por flag- Sonia Ferrer — hace 5 años

Blog: Mi inolvidable ERASMUS en Múnich
Etiquetas: Consejos Erasmus

Pese a que conseguí adaptarme a la perfección desde el principio a esta nueva vida, hay algunas cosas de Múnich que me chocaron al principio, y otras muchas que me hicieron más fácil la rutina en esta maravillosa ciudad.

Aquí os comento algunas de ellas:

1. La luz por las mañanas.

Allá donde vayas en España, en todos los dormitorios hay una persiana que te proteje de la luz matinal, pero resulta, que no ocurre lo mismo en Múnich.

Aquí, tanto en las dos residencias en las que he estado, como en las de mis amigos, las ventanas no tienen persianas, sino débiles cortinas, que sólo sirven para protegerte de la mirada de los curiosos desde la calle. La luz, es un tema aparte.

Como resultado, los primeros días me despertaba temprano, en una mezcla de emoción con imposibilidad de dormir por la luz que atravesaba la fina tela que hacía las veces de cortina, y que se fue convirtiendo en una frustración por el incumplible deseo de dormir hasta más tarde de las 8 de la mañana.

Esto lo resolví de forma rapida y sencilla; me compré un antifaz, al que tardé unos días en acostumbrarme, pero que ahora sigo usando desde el día en que lo compré, y que me permite dormir hasta la hora que yo elija.

2. Puntualidad alemana.

Pese que este es un tema por el que venía atemorizada, dada mi no buena fama con respecto a llegar a la hora acordada a los sitios; he de decir que mi reacción fue mayor que la exigencia.

Yo aprendí a ser mucho más puntual, mientras que, en clase, podía ver cómo mis compañeros y, en ocasiones, incluso los profesores, llegaban a la hora que se les antojaba, sin ocasionar, aparentemente, problema alguno.

Donde sí he de decir que comprobé la famosa fama de puntualidad que a los alemanes se les otorga, fue en los transportes públicos.

Hay una aplicación, llamada MVG, para todos los transportes urbanos de Múnich. En ella, se precisa con exactitud el horario que los transportes cumplirán en su recorrido y, creedme cuando os digo, que si la app dice una hora, la cumplirá religiosamente, detallando con antelación hasta los cambios más imprevistos de tan sólo un minuto.

3. Transporte en bici.

Pese a lo bien que funciona el transporte público en Múnich, si hay algo que puedes ver a diario en sus calles, son bicis desplazándose constantemente hacia todos los lugares.

No hay calle en esta ciudad que no esté decorada por un apelotamiento de bicis aparcadas, que, con un simple candado en la rueda, que les impide rodar, descansan confiadamente en todos los rincones.

Es por ello, que no podía vivir mi experiencia completa aquí sin comprarme una bici. Fue así cómo, en la primera semana de mi estancia fui con Belén, la que hoy en día se ha convertido en una de las personas fundamentales de mi Erasmus, y una de mis mejores amigas en la vida, a un almacén de bicis de segunda mano, y compré la que, a día de hoy, todavía me transporta rápidamente de un lugar a otro.

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En la fotografía, mi bici y yo, justo el día de la compra.

Es tan fácil desplazarse aquí en bicicleta... Hay carriles bicis en todos lados, y la ciudad es plana, facilitando así el pedaleo. No miento cuando digo que, tras un día de trabajo, cojo mi bici para volver a casa, y todo el agotamiento desaparece, para convertirse en agradecimiento por tener la suerte de vivir aquí.

Aquí inserto uno de los fragmentos que escribí en el primer mes de mi estancia en Múnich:
"Hoy volviendo del gimnasio en bici, y de noche, el móvil se me ha apagado y me he quedado sin GPS que me indique cómo volver a casa. He intentado orientarme a través de las señales, y he seguido una flecha que indicaba la dirección a mi residencia. Al introducirme por ese sendero, todo rastro de civilización ha desaparecido, y me he adentrado en un camino sin luz, que cruzaba un inmenso campo de girasoles. Al principio he tenido un poco de miedo, porque pudiera pasar algo en mitad de la nada, pero poco a poco, mis pensamientos negativos han ido transformándose en positivos, y en mi mente sólo cabia pensar en la suerte que tenía de ver las estrellas, desde la libertad de mi bicicleta."

4. Aprender alemán

Aprender alemán ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi Erasmus, y que recomiendo a todas las personas que vayan a pasar un periodo en un país extranjero, en desconocimiento del idioma nativo.

Aprender el idioma, no sólo me ha ayudado a conocer más a fondo la cultura, puesto que tanto las construcciones gramaticales, como la formación de palabras, sus géneros y las expresiones utilizadas, revelan una gran parte de la identidad alemana, sino que ha hecho mi vida aquí más fácil.

Para empezar, mi universidad de destino organizaba un cursillo intensivo de alemán semanas antes de comenzar el curso, donde tuve la suerte de conocer a gran parte de los que serían mis mejores amigos para el resto del Erasmus. Además, nos introdujeron en la cultura bávara, y nos prepararon para la que sería una de las fiestas más espectaculares de mi vida: la Oktoberfest.

Además, aprender alemán me permitió, en su momento, encontrar un trabajo en una empresa de Cátering para ganar un dinerillo extra, que, a su vez, me ayudó en gran medida a perfeccionar el idioma.

Aprender alemán está siendo un divertido reto en mi aventura por Múnich, del cual me siento orgullosa, y que, creo, tendrá repercusiones positivas en mi vida en un futuro.

5. Abrirte a todo

Por último, quería dar mi recomendación personal a todos aquellos que se van de Erasmus, de que mantengan la mente abierta a todo lo que está por venirles.

Desde conocer personas de todas las culturas posibles, hasta unirse a todas las fiestas, eventos viajes y acontecimientos que se les presenten.

Gracias a esta actitud que tomé desde el día de mi llegada, puedo decir, no sin cierto orgullo, que tengo amigos repartidos por todas las esquinas del mundo, que me han aportado, desde sus distintas culturas, una visión diferente de la vida, y que podré ir a visitar en cualquier momento, para seguir disfrutando, ahora mejor acompañada que nunca, de mi gran pasión, que es viajar y conocer los países desde su más profunda intimidad.

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En la fotografía, foto de grupo en un viaje a Praga, con componentes de España, Bélgica, Dinamarca, Estados Unidos, Jordania y Méjico.

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En la fotografía, foto de grupo en un hike en los Alpes. Los componentes pertenecen a países como España, Bélgica, Brasil, Rumanía, Jordania, Canadá y Australia.

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En la fotografía, excursión a Innsbruck, con gente de España, Francia y Suecia.

Adaptándome a la vida alemana.

En la fotografía, hike a Berchtesgaden, en compañía de amigos de España, Méjico, Brasil, California y Francia.

También, he empezado a desarrollar gustos que nunca imaginaría. Un ejemplo de ello es la música tecno, que nunca me ha gustado, y que ahora, después de tantas fiestas de este género musical que en Múnich se celebran, disfruto y busco por todos los locales.

En conclusión, Erasmus es una experiencia nueva e inolvidable, y precisamente por ello, nuestra actitud ha de estar alineada con ello: abierta y aventurera, explorando todas las alternativas que la vida nos ofrece. Y no sólo esto, sino adquiriendo esta mentalidad de manera permanente, para el resto de nuestras vidas, haciendo así, que este año realmente marque un antes y un después en el transcurso de nuestra existencia.


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