3 pueblitos para ver en Girona en un día
Cuando uno piensa en Catalunya, inmediatamente lo relaciona con la magnífica ciudad de Barcelona pero la realidad es que hay mucho por ver en sus alrededores que hace valer la pena rentar un auto y salir de roadtrip así sea sólo por el día.
En julio del año pasado estaba visitando a mi amiga, Marina, a quien conocí cuando ambas vivimos de intercambio en Seattle hace unos años atrás. Ella vive en las afueras de Barcelona y me propuso un recorrido por algunos de los lugares más maravillosos y menos conocidos del área. Enseguida me interesé por su oferta ya que, si hay algo que amo hacer, es ir a esos lugares poco conocidos que los locales frecuentan y aman.
Lo bueno de conocer gente por el mundo es que al visitarlos en sus ciudades natales podemos contar con los consejos, sugerencias y paseos que a ellos más les gusta de esos lugares. Y con Marina es así. Al conocer ella tan bien el área, simplemente dejé que sea la que decida nuestros itinerarios. Y la verdad es que eso nunca falla.
Salimos temprano para poder hacer varias paradas y con el tiempo necesario para poder disfrutar las playas también. Y en sólo un día mi amiga me llevó a los siguientes lugares:
Cala Estreta (cala se le llama a las playas - platjas en catalán - pequeñas) está sobre la costa del mediterráneo, es una playa rocosa, rodeada de bosque, a la cual se accede bajando unas escaleritas y piedras. La vista es increíble y el agua cristalina. Normalmente no hay mucha gente y reina la tranquilidad. Algo a notar, al menos en esta zona de España, es que la gente es muy liberal con el nudismo. Ya Marina nos había comentado esto para advertirnos que lo más probable es que viéramos personas desnudas. Y sí las vimos.
Nos quedamos ahí unas horitas, tomando sol, sentadas a la orilla del mar y respirando el aire puro de ese escenario tan encantador. Tocamos el mar para llenarnos de esa energía del mar Mediterráneo. Alrededor de las 5 y media de la tarde decidimos ir a merendar a un pueblito a unos 20 minutos de ahí que nuestra amiga nos quería mostrar.
De Cala Estreta nos fuimos a Pals, un pueblo antiguo y encantador con un castillo en el medio. Parecía salido de un cuento. Empezamos a caminar y perdernos en sus calles estrechas y construcciones de piedra. Cuando llegamos al castillo, tuvimos unas vistas increíbles del resto del lugar y Marina me explicó desde el mirador cada una de las islas que se pueden ver desde ahí. Quedé sorprendida ante este lugar que había quedado parado en el tiempo.
En Pals nos sentamos a comer un crepe de salmón y otro de chocolate con un licuado de mango y otro de frutos rojos. La gente en todos lados va a hablar en catalán, pero algo que admiramos es cómo pueden pasar al español sin problema ninguno y hacerte sentir a gusto en todas partes.
De ahí nos fuimos para Palamós, un pueblo costero muy lindo que tiene un centro con muchos bares y restaurantes donde sentarse a comer y tomar algo cerca del mar. Sin dudas me quedaría vivir ahí. La razón principal de esta tercera parada era para ir a un lugar que se llama Vostra Llar, un restaurante muy lindo, con un patio interno, todo blanco y lleno de plantas, donde se puede comer una deliciosa paella. Pedimos Cóctel de Gambas (las gambas son los camarones, y lleva además lechuga, un poco de huevo duro y una salsa hecha de mayonesa y ketchup), arroz negro (que es arroz con la tinta del calamar) y una paella con pescado y carne, muy típica de la zona. Todo esto acompañado de un vino local también.
Nuestro día de tres paradas en tres pueblitos diferentes terminó con comida deliciosa y el aire de mar que tanto amamos. Recorriendo diferentes lugares me iba haciendo una idea de dónde me gustaría vivir y comenzar mi aventura en el viejo continente.
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