Zipaquirá

Eran aproximadamente las seis de la tarde y recién iba llegando a Zipaquirá, justo a tiempo para ir a la Catedral de la Sal, me recibió Jairo en la parada de autobús, colombiano también que conocí en mi año de intercambio,  en cuanto llegué la catedral estaba casi por cerrar por lo que no había muchas personas y dio lugar a tomar fotos más cómodamente, pero tampoco me dio tiempo de recorrer el parque, el acceso a la Catedral se encuentra en un parque temático con diversas atracciones como El Museo de la Salmuera, El Área de Bosques, El Embalse,  La Mina, y otras tantas; para más información del interior de la Catedral de la Sal en la sección de “lugares”  de mi perfil.

Una vez fuera de la Catedral caminamos un poco para hacer un rápido recorrido de Zipaquirá, fuimos a la plaza principal en donde se observa el Palacio Municipal y la Catedral de la Santísima Trinidad, la plaza es curiosa porque las jardineras son en realidad como bultos de donde nacen palmeras, digamos que es un juego de montículos para probablemente diversión de los infantes.

Zipaquirá

En la foto: La plaza principal.

Los latinos siempre hemos tenido fama de fiesteros y en esta ocasión no hubo una excepción, Jairo me llevó a la casa de una amiga que cumplía años, en un inicio fuimos a una tienda a comprarle unos globos y detalles para sorprenderla, al llegar a su casa nos escondimos todos, uno de los integrantes tocó la puerta y la recibimos con un clásico “¡Sorpresa!”, pasamos a su casa e hicimos la partición del pastel y un momento de convivencia, yo me sentía un poco desorientado pues hablaban de muchos temas de su juventud, chistes locales como se le conoce en México (bromas que solo ellos saben porque estuvieron en el momento), pero eso no hacía que me sintiera incómodo, era agradable ver lo bonita de su relación.

Zipaquirá

En la foto: Una bonita reunion colombiana.

Eran alrededor de las diez u once, no recuerdo con claridad, pedimos transporte y fuimos a uno de los únicos lugares que estaban abiertos para seguir la fiesta, era una especie de antro/boliche/discoteca de doble piso y con una tarima para la música; no había mucha gente creo que por las fechas que eran, pero éramos un grupo grande y eso no fue mucho de nuestra importancia.

Comenzó la música, un poco de todo, íbamos variando, y pedimos una botella, en cuanto llegó el momento de la cumbia me sentí un poco cohibido, los colombianos tienen bastante fama de bailarines, quizá se mayor la fama de Cali, pero aun así puede apabullar a cualquiera, pero no me dejé opacar, usaba los movimientos que conocía y la novia de mi amigo me enseñó los pasos básicos para poder bailar, considero que nunca he tenido mal ritmo y creo que puedo aprender rápidamente algunos pasos, por lo que el resto de los bailes de pareja no me resultaron un dolor de cabeza, lo estaba logrando, estaba llegando al nivel de salsa cubana, o eso me gustaría pensar.

Ya entrada la noche el encargado de la música comenzó a organizar la competencia de baile entre las mesas, poniendo como  premio una botella, en realidad la botella no era tanto nuestro motivante sino el salir victoriosos frente a las demás mesas, se subían representantes de cada mesa y nosotros teníamos que copiar sus movimientos, los cuales variaban obviamente dependiendo del tipo de música, para no hacer muy largo el cuento queda de más decir que ganamos, sin embargo, nunca conté con que nuestro premio iba a ser una botella de aguardiente, vaya herramienta destructiva del diablo, esta bebida es la más típica de Colombia, quizá se consuma en muchos otros lados pero yo en lo personal la relaciono con este país. El aguardiente es como el tequila, tienes que tenerle respeto y saber cómo tomártelo, un novato como yo puede fácilmente caer en su engaño y terminar con una resaca el día siguiente, me sacaron cargando me contó mi amigo, me tuvieron que llevar a comer antes de regresar a casa porque me sorprendió de más, creía estar bien hasta que en un momento perdí la batuta, afortunadamente éramos un gran grupo y el lugar era bastante tranquilo, si no hubiera sido así no me hubiera atrevido a retar a tan traicionera sustancia.

 Finalmente amaneció y yo me desperté muy tarde y con el estómago un poco revuelto, Jairo me fue a despertar y a darme el desayuno, eran las 11 o 12 casi, creo que empezaban a preocuparse por mí y yo no podía darme el lujo de estar en el viaje perdiendo tiempo por resaca, me paré como pude, intenté poco a poco a reponerme y fuimos a dar una última vuelta por la ciudad, él y su novia me enseñaron la vieja estación de ferrocarriles, y el centro, donde nos comimos un helado preparado con la cerveza nacional, Cerveza Águila, fue un buen cierre de día, un momento agradable aprendiendo un poco más de historia y conviviendo los últimos momentos previos a mi regreso a Bogotá, de donde tomaría el autobús para mi siguiente destino: Medellín, la ciudad de la eterna primavera…    

Zipaquirá

En la foto: Nuestro helado preparado de despedida.


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Comentarios (1 comentarios)

  • flag- contacto zipaquiraturistica hace 2 años

    Una forma diferente y divertida de conocer nuestra ciudad y con la mejor compañía, nada como zipaquireños para mostrar nuestra región. Ojalá vuelvas pronto y puedas disfrutar de la gastronomía de Zipaquirá, visítanos en nuestra web: https://zipaquiraturistica.com/gastronomia/

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