Mi pasantía de Erasmus

¡Buenos dias!

Ha pasado más de un mes desde mi regreso a Italia, pero mi mente todavía está en Victoria.

Salí el 5 de marzo, las preocupaciones e incertidumbres eran muchas.

Una nueva ciudad; un nuevo idioma; un nuevo período de prácticas; nuevas personas.

Temores completamente normales para aquellos que están a punto de comenzar una nueva experiencia fuera de los muros de su hogar, donde te encuentras siendo el protagonista.

Mi primer paso fue encontrar un lugar para dormir, a través de grupos en las redes sociales logré encontrar una casa en el área universitaria de la ciudad, cerca del centro con dos chicos vascos.

Inicialmente, me había visto obligado a llevar solo cosas esenciales, entre las cuales estaban la ropa, los libros y las sábanas, pero como siempre un vestido lleva a otro y me encontré con 2 maletas de 20 kg cada una (nunca volveré a hacerlo).

Salgo en la mañana del 5 de marzo con destino al aeropuerto de Madrid.

Al llegar a Madrid tomé el autobús hacia la estación, a las 4:00 p. m. Me tomaba el último tren del día que iba a Vitoria-Gasteiz.

La estación de Madrid es inmensa, me sentí como una niña que ve el mundo por primera vez, afirmo que no he viajado mucho en mi vida.

Me sorprendió tanto al mirar los rostros de las personas, escuchar un idioma diferente al mío, que hizo que me diera cuenta solo media hora antes de que llegara el tren que no estaba en la estación correcta.

A partir de ese momento, mi carrera imparable comienza en busca de la estación de Madrid-Chamartín, comenzando a poner en práctica las pocas palabras en español que conocía y, sobre todo, para darme cuenta del mito disipado: no es suficiente agregar una S para hablar español.

Entre una cosa y otra, pude lograr tomarme el tren en el tiempo correcto para ir a Victoria.

Llegué alrededor de las 9:30 p. m.

Estaba lloviendo y hacía frío.

Para darme la bienvenida a la casa, mi compañero de cuarto pensó que sería una manera buena y agradable abrazarme mientras que me decía: bienvenida al País Vasco, ¡aquí no estamos en España!

Desde ese momento comenzó mi Erasmus.

Admito que los primeros días fueron difíciles, sin saber que el idioma es un gran límite, tenía miedo de quedar mal si me equivocaba al hablar o poco sociable si al final prefería no decir nada.

Necesitaba relacionarme con las personas que me rodeaban, así que tomé la decisión de dejarlo ir y comenzar a hablar, incluso si no fue fácil, después de todo, equivocándose es como se aprende.

Hice mi primera pasantía en el centro de salud "Aranbizkarra", mejor conocido como centro de atención primaria que forma parte de uno de los ocho centros de salud de la ciudad.

Aquí las enfermeras tienen mayor autonomía, ya que tiene su propia oficina y trabajan de forma independiente. Las personas en el centro de salud son seguidas desde su nacimiento, de hecho, hay una sección dedicada a la pediatría.

Las principales actividades de las enfermeras se refieren a la educación terapéutica relacionada con la hipertensión, diabetes, vendajes para heridas, muestreo venoso, etcétera.

Fue agradable ver la importancia que se le da a la enfermera por sus habilidades y conocimientos, ya que la compañía no la considera "ayudante", como escuché durante un video con motivo del día internacional de la enfermera.

Realicé mi segunda pasantía en medicina interna, en el hospital “Txagurritxo”.

Inicialmente tuve dificultades para acercarme a mi enfermera guía, ella siempre estaba muy agitada y automáticamente también me agitaba a mí, pero a medida que pasaban los días traté de adoptar estrategias para tratar de no dejarme influenciar y manejar mejor mis emociones y, tal vez así, lograr calmarme y calmarla a ella también.

Después de todo, manejar las propias emociones en el campo de la enfermería es una habilidad que podría servir no solo en el entorno hospitalario, sino también en la vida y las relaciones humanas.

Dentro de la unidad operativa, el registro de enfermería está computarizado y se utiliza un sistema informático operativo para las actividades de enfermería y los diagnósticos basados en los modelos de Virginia Henderson.

Aprendí a comunicarme no solo con palabras, sino en momentos en que era difícil de expresar, usé el “toque terapéutico” o, a veces, incluso una simple sonrisa en función de las situaciones.

A nivel gestual, las prácticas de enfermería son muy similares a las italianas.

De esta experiencia como aprendiz aprendí a ponerme en el lugar del otro, a vivir como un "extranjero".

Me di cuenta de lo difícil que es para las personas extranjeras que hablan un idioma diferente, tener que expresar sus necesidades en particular si estas necesidades están asociadas con dolor y malestar general.

Comprendí lo importante que es utilizar un enfoque de relación correcto en el momento adecuado en pacientes que tienen dificultades para comunicarse y comprender.

No se trataba solo de hacer una pasantía, sino de tener el coraje de irse y sumergirse en una realidad diferente a la rutina habitual.

Durante los tres meses he tenido el placer de conocer gente fantástica, incluyendo a mi compañera de aventuras, Stella.

Erasmus abrió mi mente aún más y me dio emociones indescriptibles.

Aprendí a vivir con "ligereza" y con esto no me refiero a hacer una vida loca, sino a tomar de la vida lo que realmente necesito para hacer espacio para cosas nuevas.

Quiero viajar y conocer.

Siguiente parada: ¡África!