Llegada a Vilna

Era el 28 de enero.

Finalmente habia llegado el momento en el que tuve que despedirme de mi país y despegar para Lituania. Ya que no habia vuelos directos, primero tuve que volar a Copenhague para coger otro vuelo para Vilna. Tuve retraso en ambos vuelos- muchas gracias Scandinavian Airlines- asi que cuando pise suelo lituano, ya era 29 de enero. Cuando salí del avión, había una pequeña nevada, siendo mi primera impresión algo como "Puff, que frío hace aquí".

Estaba muy cansado del viaje tan largo. Gracias a Dios, mi encantadora madre estaba allí para ayudarme. Aydin (mi tutor) y Rustam, estaban esperándome en el aeropuerto. Me puse muy contento de verles. Cambié algo de dinero y cogimos un cab para mi residencia. El aeropuerto de Vilna era bastante pequeño y no estaba muy lejos de la residencia. Además, los precios de los taxis en Lituania son bastante bajos, como descubrí mas tarde, trabajan de tal manera que: si quieres un taxi, tu tienes que pedirlo. No puedes pararlo por la calle y en el caso que el conductor acepte que te subas, seguramente tendrás que pagar más.

De todas formas, me senté en mi sitio, con un sentimiento de alivio y me puse a mirar el paisaje mientras nos alejábamos del aeropuerto.

"Demasiada nieve", respondí cuando los chicos me preguntaron sobre mi primera impresión. ¡Estaba asombrado!