Kyoto Galicia

Hacía tiempo que quería cenar en un restaurante asiático para probar sushi “de calidad”, por lo que al buscar si había algún restaurante en Vigo, descubrí que había varios. Después de pedir consejo a amigos que ya habían probado algunos de los restaurantes, me recomendaron el Kyoto Galicia y finalmente decidí ir con dos amigos.

• Antes de nada, cabe destacar que en este restaurante se puede hacer reserva y también se puede pedir a domicilio.

Llegamos poco después de que abriese porque no teníamos reserva y no queríamos quedarnos sin sitio, ya que no sabíamos realmente si el restaurante se solía llenar. El restaurante en sí no era muy grande, la decoración era muy simple pero a la vez muy elegante, y el ambiente era muy relajante. Por suerte, como era un día de semana, no había mucha gente y estuvimos la mayor parte del tiempo solos.

Al entrar, el camarero nos llevó a las mesas y nos explicó un poco sobre el restaurante y la comida que hacían. Después de dudar con el menú, decidimos pedirle una recomendación y nos ofreció un menú de degustación para probar diferentes tipos de sushi. Nos pareció muy buena idea, ya que no sabíamos muy bien qué escoger.

Los platos tardaron bastante y nos lo iban trayendo de uno en uno según fuésemos acabando. El camarero nos iba explicando cada plato y los ingredientes que llevaban. Debido al pequeño tamaño de cada plato (cada plato lo compartíamos entre los tres), los fuimos acabando muy rápido, lo que hacía la espera más larga. Sin embargo, la espera mereció la pena, ya que cada plato estaba más bueno que el anterior.

Los cubiertos a utilizar para comer eran dos palillos grandes. Al principio nos costó bastante utilizarlos, pero al final dimos comido algunos alimentos sin que se nos cayesen en la salsa cuando los mojábamos.

Después de terminar el menú de degustación, seguíamos con hambre, por lo que pedimos un postre. En la carta no había mucha variedad de postres, por lo que terminamos pidiendo helado frito y brownie de té verde con helado. Al contrario que toda la comida, el postre nos llenó bastante.

Al final, con todo lo que pedimos llegamos a los 80€ entre los tres, lo que nos dolió especialmente (sobre todo a mí, que era la que invitó) porque durante la comida, que era lo más caro, nos quedamos con bastante hambre. Aun así, tanto la calidad como lo rico que estaban los platos, compensó el precio y el tiempo que estuvimos esperando.

En resumen, un restaurante al que ir una vez para probar nuevos sabores pero teniendo en consideración llevar bastante dinero, sobre todo si os gusta comer mucho.