La señora Viena
Llegamos a las 6 AM. Sin internet, sin mapa y sin ningún conocimiento de la ciudad, nos lanzamos a caminar. Antes de contar la experencia en lo que para mí es la capital del arte -seguramente alguien lo ha dicho ya antes- les diré cómo llegamos ahí. Fácil: sólo por 60 zl compramos un Polskibus desde Katowice a Viena; para ir a Katowice, basta con ir a la estación en Galería Krakowska y cada 16 minutos salen los buses por 14 zl. Este fue el peor tramo de todo el viaje. El Polskibus -el que no es gold- es muy barato pero también muy incómodo y no te deja descansar nada, cosa que vas a sentir en el momento en que empieces a caminar la ciudad. Pero somos erasmus y el precio es el principal -y casi único factor- que consideramos. Como dije, llegamos a las 6 AM y fuimos caminando al Art and Holiday Hostel. Tardamos unos 20 minutos. No está cerca del centro pero sí tiene una estación de metro muy cerca. El check in es a las 2 PM, así que decidimos dejar las maletas y descansar un rato antes de salir. El lobby es genial: tiene sofás muy cómodos, wifi, máquinas expendedoras y, aunque no puedes entrar a la habitación, el lugar se presta bastante. Nos costó 11 euros la noche, lo cual es genial para ser Viena, y estuvimos en una habitación de 6 personas con baño privado. El único punto en contra es que no tiene desayuno incluido.
Alrededor de las 9 AM salimos, y los primero que hicimos fue comprar el ticket de transporte -metro, buses y tram- por 48 horas. Costó 13 euros pero, al menos a nosotros, nos fue muy útil porque la ciudad es muy grande y, aunque puedes llegar caminando a los sitios más importantes, luego de un viaje tan cansón, tomar un tram puede ser el paraíso; además, en dos días el revisor nos chequearon 3 veces (lo digo para aquellos que creen que los revisores nunca pasan) -de hecho, un amigo olvidó marcar el ticket al comprarlo y cuando el revisor pasó en el tram casi le cobran una multa exhorbitante. Por supuesto, le hablamos y hablamos hasta que nos dejó ir tranquilos -esta es una técnica que todos los erasmus conocen y aplican en sus ciudades pero que es todo un reto cuando estás en una ciudad desconocida-. Por cierto, en Viena TODOS hablan inglés, lo que constituye un alivio enorme. Así, tomamos el metro hasta Stephanplatz, que está justo en el medio del Centro -es genial escribir acerca de un viaje cuando todavía lo recuerdas todo- y ahí vimos la Catedral más importante, la de San Esteban. Dimos la vuelta alrededor y vimos la Casa de Mozart por fuera-bastante caro entrar, unos 13 euros- y paseamos por los callejones preciosos de la ciudad, descubriendo tienditas con souvenirs y cosas preciosas. El día era cálido y, aunque un poco nublado, el sol era suficiente para hacernos felices. Bajamos por la calle principal del centro, donde están todas las tiendas caras y llegamos hasta la Ópera, donde preguntamos el precio del tour y la hora. En el camino, pasamos por cosas muy interesantes que no nos dió tiempo de ver, como el Museo de la Literatura -corazón roto-. Rodeamos la ópera y llegamos a Albertina -un museo, o algo así. Disculpen mi ignorancia- y a la parte de atrás del palacio de Hoffburg, donde pasamos mas de 2 horas tomándonos fotos porque pensábamos que era todo el Castillo, sin saber que sólo teníamos que dar la vuelta para llegar a la parte más bonita. El punto es que nos fuimos sin saber eso, pasamos por al lado de la Biblioteca Nacional -corazón roto de nuevo, porque no entramos- y fuimos a merendar un café vienés y la típica torta de Viena, la Sacher. Ambas cosas fueron muy, muy caras, pero valió la pena merendar en una de las cafeterías más antiguas del centro. Luego de esto fuimos a la Ópera para hacer el tour por dentro. La única manera de entrar es comprar el tour y es en determinadas horas, por lo tanto es importante averiguar antes de ir. Nosotros fuimos un martes a la 1 PM y nos costó 3, 5 euros. La pregunta del millón: ¿vale la pena? Yo creo que sí. Es uno de los sitios más importantes de la ciudad y te sientes muy prestigioso caminando por dentro, además de que es precioso. Luego, gracias a que compré un mapa muy caro pero muy lindo, descubrimos que sólo habíamos visto la parte de atrás del Palacio y dónde quedaban los edificios y los museos. Fuimos allí de nuevo y caminamos por unos jardines preciosos; vimos el Parlamento y los museos por fuera -el museo de historia natural no abre los martes- y fuimos al ayuntamiento, donde había una especie de mercado en la parte de afuera. Luego tomamos el tram -aquí fue donde casi nos multan- para ir al parque con la Noria. Esto no es especialmente importante, pero a mis amigas y a mí nos gusta mucho Before the Sunrise, la peli, y como deben saber, transcurre en Viena; así que íbamos por la ciudad buscando escenas de la película. Este parque de diversiones -uno de los más antiguos de Europa- y el parque que está cerca, son indispensables en la peli. Luego del paseo, regresamos al hostal a descansar luego de un día muy largo.
Nuestro segundo y último día estuvo lleno de cosas que hacer. Primero fuimos al Palacio Imperial, o Schonbrunn Palace, o el Palacio de Sisi, donde pasamos una dos horas entre caminando y tomando fotos, pues tiene las vistas más bonitas de la ciudad y puedes caminar por los jardines donde te encuentras estatuas y fuentes preciosas en cualquier esquina; por cierto, la estación de metro cerca del Palacio es preciosa. Luego de esto tuvimos que tomar una decisión difícil: Belvedere o museos. Como ya lo habíamos planificado el día anterior, fuimos a los museos. Aquí se dividió el grupo: unos fueron al museo de Arte y otros al Museo de Historia Natural. Yo estuve en el segundo grupo y pagué 5 euros por tener descuento de estudiantes; sin embargo, nuestro amigo superdotado de 19 años entró gratis porque la entrada es libre precisamente hasta esa edad. El museo es increíble. Hay cosas interesantes para todos los gustos, no tienes que ser un cerebrito o un nerd para disfrutarlo; además, el edificio en sí es una preciosidad. Me parecería un pecado irse de Viena sin haber entrado al menos a un museo, ya que son una parte vital de la ciudad. Luego de esto comimos (Burger King y Mcdonalds, para ahorrar) y tratamos con el Palacio de Beldevere pero, por supuesto, estaba cerrado -tercer corazón roto-. Este día fuimos al Danubio pero, a diferencia de Budapest y Praga, en Viena el rio no juega ningún papel importante. No es vistoso ni bonito y está en una esquina de la ciudad donde no hay nada interesante alrededor; lo más emocionante ahí fue ver a unos turcos borrachos quitarse la ropa y tratar de entrar al rio pero arrepentirse luego de comprobar lo frío que estaba. Caminamos por su orilla un rato -si en la peli lo hacen, nosotros también- y volvimos a casa a descansar para la siguiente etapa de nuestro viaje.
Ahora las conclusiones. Viena es preciosa, obviamente. Es una ciudad muy cosmopolita con miles de cosas que ver, pero yo no quisiera vivir ahí. Primero, es excesivamente cara, y segundo, porque por alguna razón, me sentía constantemente por debajo de las expectativas de la ciudad. Yo recomiendo hacer una investigación acerca de la historia de Viena, porque los edificios y su historia representan el 70% del turismo. Algo muy importante es que no hay free walking tour, cosa muy rara considerando lo turística que es la ciudad así que, de nuevo: la investigación previa es vital para saber a donde ir y aprovechar el tiempo. Hay una empresa muy nueva que aún no ofrece tours -no entiendo por qué están publicitándose desde ahora- pero que próximamente estará haciéndolo. Yo recomiendo tener el abono de transporte porque ahorra tiempo y energías, cosas muy importantes y que se sienten al segundo o tercer día de viaje. No les puedo hablar mucho de la gastronomía del país porque vivimos a base de comida rápida para ahorrar todo loq ue pudimos. Sin embargo, no tiene una gastronomía demasiado específica -su plato típico es pollo empanado- así que tampoco lo lamento. Pareciera que estaban tan ocupados yendo a la ópera y abriendo museos, que se olvidaron de comer. Tampoco puedo hablar mucho de su vida nocturna, porque la mayor parte del tiempo estábamos demasiado cansados para salir de noche, pero puedo decir que no vimos bares ni discotecas en ningún lugar por el que estuvimos, así que no sé dónde están. ¿Volvería? Sí, por las cosas que no pude ver. Pero no es una ciudad que repetiría sólo por pasear por sus calles; es como una señorita elegante, muy bonita para mirar pero con la que cuesta conectar, incluso cuando una de mis películas favoritas se rodó en allí. Tal vez para ustedes sea distinto, ya me contarán
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- Italiano: Sua maestà, Vienna
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