Empezando el Erasmus

29 de enero de 2016

Ha llegado el gran día. El que se convertirá en el comienzo de una locura: 6 meses de Erasmus en Eslovaquia. ¿Por qué ese país? Al decir "Eslovaquia" he podido ver todo tipo de reacciones.

He visto muecas de desaprobación, de sorpresa, sonrisas de empatía... Hablando de comida me insinuaron que no tendría nada que ver con el refinamiento francés. "Ya verás como solo hay col" (me decían unos). "Sienta bien al cuerpo" (otros). Lo mejor: un profesor de la universidad (estudio geografía), en una clase en la que hablaba sobre las regiones de Europa, contó una anécdota sobre la agricultura "cerca de Kosice", precisando un poco. Justo ahí es donde voy a pasar el cuatrimestre (Presov). "Allí los campesinos todavía aran la tierra con bueyes" (comentaba alzando la voz para provocar una reacción en los estudiantes que le escuchaban).

¿Por qué Eslovaquia? Si en Francia la consideran como exótica. A decir verdad, primero quería irme al Reino Unido o a Irlanda. Entre otras cosas me iba de Erasmus para mejorar mi inglés. Pero cuando vi la lista de las universidades con las que había convenio con el departamento de geografía no aparecían ninguno de los dos países. Entonces elegí Suecia, pero en abril cambié la opción a Eslovaquia.

Varias son las razones: los créditos (puntos necesarios para sacarse el grado) de Suecia no iban bien con los que tenía en Francia, la vida cara, el no tener el euro, quizás un país demasiado tranquilo para mi gusto, el aislamiento del resto de Europa... Eslovaquia ganó en el balance de pros y contras. Aún así lo más seguro es que los eslovacos no tengan el mismo nivel de inglés que los suecos. Quitando este detalle, no dude mucho en elegir (sobre todo porque las asignaturas de la universidad de Presov se imparten en inglés).

Los nervios antes del viaje

Tengo que llegar a la universidad de Presov el 5 de febrero. Como coger un vuelo a Viena era la mejor opción que tenía, decidí irme una semana antes. Así al menos visito un poco la capital austriaca y al mismo tiempo veo algo de Bratislava, ciudad vecina un poco más cerca del Danubio (a 80km).

Antes de irme, estaba de los nervios. En mi casa, entre Lyon y Bourg en Bresse, me preparo para todo. Nunca he estado tanto tiempo en el extranjero. Lo que más se le podía parecer era el viaje que hice a España en febrero del año pasado a Benidorm. Estuve tres semanas a unos mil kilómetros de mi casa por un intercambio que mi instituto hacía con Lope de Vega, un establecimiento distinguido del "Manhattan" de la Costa Blanca. Mejoré mi español, comí naranjas, visité la región. Y ya se me hicieron largas las tres semanas... ¡imagínate seis meses!

He reservado todo con antelación para ir más tranquilo: los albergues, el vuelo, los billetes de tren para Bratislava y Presov... Todo planificado: el bus que debo coger para ir a tal o tal albergue, al alojamiento de Presov, etc- Estuve hablando por correo hasta el último segundo con Jana, la chica que tenía que darme las llaves del piso de Eslovaquia. Hice las maletas dos días antes. No quiero (debo) olvidar nada. Aún así se que no dormiré nada la última noche que pase en Francia.

"No se conoce"

premiers-vers-erasmus-958ed500c73286aa9bUnos minutos antes del despegue en el aeropuerto de Bruselas. Mientras que el avión asciende, pueden verse desde la ventanilla las nubes abajo. Parecen hechas de merengue.

Cuando llego a Viena sobre las seis de la tarde tras un vuelo desde Lyon y haciendo escala en Bruselas, me siento un tanto perdido. Tardo un cuarto de hora para encontrar la salida de la estación de Westbahnohf. No me funciona la tarjeta de crédito en la máquina de los billetes de RER (Schnellbahn) y metro. Le balbuceo algo en inglés al cajero para que me ayude. Que me comprendan en otra lengua siempre me hace sentirme raro. Además, voy con dos maletas de unos 20 kilos cada una y una mochila que pesará 10 kilos por lo menos.

En el avión (cuando miraba las nubes de merengue) me acordaba con una sonrisa de satisfacción de las palabras de la secretaria de la universidad de geografía, que me decía que Eslovaquia era muy bonita y que se alegraba por mi. Le respondí que me iba porque "no se conoce". Está claro que Presov es más atípico y simple que Benidorm. Sí, quería cambiar de aires, salir de Lille (ciudad en la que estudio, ya la tengo muy vista). Salir de las tristes residencias universitarias, escaparme de la rutina. Con casi 20 años, ¡la novedad y la libertad!

Una hora más tarde llego al hostel Ruthensteiner, el albergue juvenil. Los dos recepcionistas hablan inglés perfectamente, tanto, que me cuesta entenderlos, como me pasa con los nativos. Solo entiendo cosas sueltas, como por ejemplo que hay que coger las sábanas y mantas de la recepción.

En la habitación, mirando "Le Soir" (me lo compré en Bélgica) o atacando "Madame Bovary" de Flaubert, me digo que Francia está lejos. Los jóvenes de mi alrededor hablan inglés, chino o español. Coraline, una chica que se fue a Benidorm conmigo ya me decía: "Cuando estás en el extranjero te das cuenta de que el francés es una lengua preciosa".


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