Murano y Burano, las islas del Veneto

Si tuviera que definir mi Erasmus en una o dos palabras, una de ellas sería sin duda viaje. Ha sido un viaje tanto personal como cultural. He conocido lugares que jamás pensé podría visitar. Y ahora mi lista de viaje por hacer tiene nuevos destinos pendientes.

Si Venecia os ha parecido especial, tenéis que descubrir sus islas. Se encuentran a poca distancia de la ciudad y, normalmente, se llega a ellas con un vaporetto (autobús acuático). Para viajar hacia las islas, el billete cuesta 7,50 euros y tarda aproximadamente media hora en llegar.

Murano y Burano, aparte de tener nombres muy singulares y parecidos, tienen particularidades que hacen de cada isla un lugar genuino y diferente. Ambas son parecidas en cuanto a establecimientos y estructuras arquitectónicas.

Sin embargo, para empezar, Murano es mundialmente conocida como la Isla del Cristal ya que entre sus calles puedes encontrar diversas fábricas donde los artesanos crean piezas de cristal con muchos colores y formas a través de la técnica del soplado, ¿increíble verdad?. Además, si os interesa esta particular forma de crear, podéis visitar el Museo del Vidrio donde hay más de 4.000 piezas entre cálices, espejos… Las figuras creadas con este material suelen ser bastante caras. En Venecia ciudad podréis encontrar todo tipo de establecimientos donde se venden.

Esta foto fue sacada durante la "Boat Party" que organizó la Esn. Os hable de ella y de esta fiesta en el post: ¿ESN?... ¿Qué es eso?. Todas las fotos tomadas durante la fiesta, fueron posteriomenete compartidas por el grupo de Facebook de la asociación y había pensado que es perfecta para mostrarla a vosotros y que veáis visualmente de lo que os estaba hablando. Así es como se crean las figuras de cristal en Murano, se calienta el cristal y después lo modelan creando muchas formas diferentes. 

Por otro lado, Burano es conocida por sus casas de colores vivos y su producción de encaje de hilo. Es una isla que siempre ha vivido de la pesca y sus casas son de colores cálidos porque los marineros necesitaban reconocerlas en los días de niebla. Además, esta pequeña isla tiene un campanario ciertamente inclinado (como la torre de Pisa). Podéis recorrer sus estrechas calles y pasear por sus plazas descubriendo que no hay en toda la isla una casa igual a la otra. Cada una en sí misma es particular por su forma y colores.

También es una isla muy tranquila, sus habitantes conservan las costumbres típicas de los pequeños pueblos donde la vida entre el vecindario es compartida. Por eso, puedes encontrar a un grupo de mujeres y hombres compartiendo una charla sentados alrededor de sus casas o cosiendo. La verdad, cuando estuve allí, pude sentir la paz y tranquilidad que se respira. Y, en cierto modo, a veces es necesario desconectar del bullicio de la ciudad y la rutina. Si os apetece hacer una escapada tranquila, esta isla es perfecta para ello.

Espero que, después de leer este post, os haya entrado el gusanillo de visitarlas. Yo, sin duda, tengo que volver porque son muy singulares.

¡Hasta la próxima aventura!

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