Dos meses en Varsovia

Bueno, bueno, parece que las cosas pasan a una velocidad de vértigo. Es difícil llegar a un nuevo país y adaptarse al modo de vida de sus habitantes. En dos meses me ha dado la impresión de vivir a 100 por hora y he descuidado un poquito el blog a partir del segundo artículo. ¡Qué vergüenza! ¿Verdad? Da igual, aquí estoy otra vez, a partir de ahora voy a intentar ser más constante. Empecemos con un pequeño resumen.

Después del famoso finde con mis padres y mi hermano pequeño, pude instalarme en la residencia en la que había alquilado una habitación (doble) para todo el cuatrimestre: Erasmus Dorm. Bueno, "instalarme" es decir mucho, la habitación que habíamos pagado no estaba disponible hasta el lunes, por lo que tuve que alojarme en otra habitación...

La semana en la que me instalé solo tuve problemas: sin lavadora, wifi lento, sin escritorios en las habitaciones, sin despachos, habitaciones ridículamente pequeñas e incómodas. En resumen, no era por lo que pagamos (con tres meses de antelación, todo hay que decirlo). Después de hablar con mis padres, decidimos que lo mejor sería que buscara otro sitio para que pudiera trabajar cómodamente. Todavía seguimos esperando que nos devuelvan la fianza ( nos dieron una parte el 27/11). La verdad es que os voy a dar un consejo buenísimo: ¡Huid de todos los establecimientos en los que ponga "Erasmus"! Por regla general son caros para lo que son y en este caso se le suma la falta de profesionalidad de los trabajadores.

Miramos anuncios, incluyendo en AirBnB para encontrar algo temporal mientras tanto. En esta situación, hice las maletas y me fui a casa de Aga, una polaca de 35 años que me ofreció un hueco en su piso. La solución provisional se convirtió en algo permanente porque al poco de escribirle, estaba instalada en su sofá mientras ella mejorando su inglés siguiendo clases online. Conocí a sus amigas y me invitó a comer con su familia por Navidad... Me siento bien aquí.

Durante la primera semana, digamos "de orientación", conocí a las chicas con las que paso la mayor parte del tiempo. Estamos juntas día y noche, comemos en restaurantes, visitamos la ciudad, vemos películas en casa. Resumen, un feeling que no cambiaría por nada. Al estar todas de Erasmus, estamos en el mismo "caos". Así es más fácil crear un vínculo. Estar de Erasmus significa empezar de nuevo: tenemos que vivir sin nuestras familias, novios, animales... así que sienta bien saber que no estoy sola aquí.

Como sería larguísimo describir detalladamente todos los lugares que he visitado, me voy a limitar a dejar unas fotos en la galería para que podáis ver el sitio tan bonito en el que estoy.

Galería de fotos