Playa de la Malvarrosa

Si venís en verano y el calor no os da paz o si simplemente queréis relajaros, no os preocupéis, ¡Valencia tiene lo que necesitáis! De hecho, la ciudad no está lejos de la costa y ofrece siete kilómetros de playa donde podréis tumbaros a tomar el sol, bañaros en el Mediterráneo para luchar contra las altas temperaturas del verano o sencillamente admirar el atardecer sobre el mar. Muchos pensarán que quizás no valga la pena pasar un día en la playa y "perder" un tiempo precioso que se podría pasar visitando una zona de la ciudad, pero podría ser una buena alternativa para descansar incluso unas horas después de pasar uno o más días caminando para ver lo máximo posible de la ciudad.

Playa de la Malvarrosa

La costa de Valencia está formada por tres playas principales: Las Arenas, La Malvarrosa y El Cabañal, aunque en realidad no existe una diferenciación clara entre ellas. Estas también son las más cercanas al centro y a las que se llega más fácilmente; son vastas playas de arena con un mar que desciende muy suavemente. A diferencia de la mayoría de las playas italianas, prácticamente toda la costa es una playa libre, donde cualquiera puede colocar su propia toalla y sombrilla sin tener que gastar un céntimo. También son playas muy grandes, por lo que no hay riesgo de tener poco espacio disponible. ¡Qué alivio para nosotros los italianos acostumbrados a tener que pagar para poder estar todos entre las filas de sombrillas y tumbonas! Obviamente, si queréis un poco más de comodidad (como sombrillas fijas, tumbonas y sillas), hay pequeños establecimientos de baño que los alquilan, pero también para aquellos que deciden evitar este gasto hay duchas, servicios y campos de voleibol playa gratuitos.

Playa de la Malvarrosa

Playa de la Malvarrosa

Yo os puedo hablar sobre todo acerca de la playa de la Malvarrosa , que es donde he estado. Como dije en mi publicación anterior, no tenía mucho tiempo disponible en mi corto viaje, pero, de todas formas, decidí ir a la playa una tarde, ¡para descansar (no lo parece, pero cuando viajas normalmente se camina incluso más de lo habitual) y para darme el primer baño del año! Tengo que decir que no me arrepiento de haber ido allí y tener unas pocas horas de playa y relajación.

Para llegar a la costa desde el centro, más concretamente desde mi hostal que estaba ubicado en la Plaza del Templo, es bastante fácil, basta con coger un autobús. Si salís de una zona cercana a la que he dicho, podéis coger el autobús número 31 o 32 desde el Palacio de Justicia. El viaje es bastante largo, de hecho, el autobús tarda unos 40-50 minutos en recorrer alrededor de cinco kilómetros, pero el billete cuesta solamente 1,50 €. También hay otros autobuses que conectan el centro con la costa, pero depende desde dónde salgáis, ¡desgraciadamente no puedo daros más información! Por otro lado, podéis coger el tranvía , que es más rápido, pero es necesario comprar una tarjeta recargable para poder comprar el billete, y solo la tarjeta ya cuesta 2 €, por lo que depende de cuánto vayáis a utilizar el transporte durante vuestra estancia en Valencia. O también podéis ir a pie dando un paseo que dura aproximadamente una hora.

Una vez que llegué, ¡realmente me impresionó mucho esta gran extensión arenosa y de aguas cristalinas! (Tengo que admitir que también había pasado mucho tiempo desde la última vez que había visto el mar y lo extrañaba mucho, especialmente después de pasar los últimos cinco años de mi vida en una ciudad costera). No pude resistir la tentación e inmediatamente me quité los zapatos para caminar sobre la arena con los pies descalzos , un pequeño placer de la vida en mi opinión. Después, me acosté y disfruté del calor del sol sobre mi piel. Ya no hacía mucho calor, porque fui a última hora de la tarde, pero finalmente estaba cerca del mar..., y una vez más sucumbí a la tentación y ¡me arrojé al agua! Mi baño no duró mucho, porque en realidad el agua tampoco estaba muy caliente, pero al final me sentí realmente satisfecha.

Me quedé en la playa hasta el atardecer, observando cómo se rompían las olas y cómo la luz del sol se desvanecía. Alrededor de las nueve fui a uno de los muchos restaurantes que hay en la playa para cenar y probar la famosa paella valenciana (¡sé que era un poco temprano para cenar en España, pero mi comida había sido ligera y me estaba muriendo de hambre!), pero ya os contaré más sobre la cocina valenciana en otra publicación.

Tras esto, volví al centro cogiendo siempre el mismo autobús que en el viaje de ida (prestad mucha atención porque no están pasando durante toda la noche, de hecho, afortunadamente, pude coger el último), cansada y con la piel que sabía a sal, ¡pero feliz!

Playa de la Malvarrosa

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