Escocia VII Parada en Stirling

Paramos en Stirling para ir hacia el monumento, allí aparcamos en un monte y comenzamos a ascender a pie por un sinuoso sendero entre pinos y cardos (Flor simbólica de Escocia) en la llovizna. Llegamos a la cima y vimos una torre. Estábamos emocionados por ver la espada de William Wallace. Pero la verdad es que aquello decepcionó bastante. Pagabas entradas y recuerdo que había apenas dos o tres salas, una de regalos, otra para alquilar unos cascos y que gastaras más dinero en que te cuenten curiosidades y otra una torre estrecha con una escalera de caracol, donde la gente se pegaba a un extremo de la escalera más pegado a la pared. Con más de cien escalones altos y a punto de caer al subir esquivando los turistas, llegamos a una sala con bustos sobre personajes históricos como Robert Bruce. En otra planta la Claymore de Wallace, una réplica hecha en Toledo podía leerse y al llegar a una azotea, pudimos ver lo asombroso. Paisaje Escocés. Si, si. Muy hermoso, pero es lo que llevaba viendo todo el tiempo. Continuamos el viaje al lago Ness. Sonaba a menudo la canción de “Papa americano”. A veces hablábamos, otras dormíamos y cada vez que despertaba veía un castillo a lo lejos. Bosques de coníferas y algunos tramos de lluvia que impedía una visibilidad de más de un metro. Pensamos que no escamparía para la llegada al lago Ness, pero nos equivocamos. Salió el sol. Vimos un camino de piedras formadas por la orilla del lago. Cogí una piedra de allí para un viejo amigo y me bañé. Me costó un poco entrar al agua por la pedregosidad del suelo, pero finalmente empecé a bucear. Una parte de mi, aunque tenía claro del montaje que hicieron por el lago Ness, temía al monstruo, pero otra, se sentía totalmente inundada por la magia del lugar. Estaba fría, y era un lago, como podemos encontrar en otros lugares del mundo, no obstante, recuerdo que algo me llevé de ese lugar, más que piedra, más que fotos. Bebí y oriné en aquel lugar, en ese orden. Simbolizó para mi dejar algo mío allí y llevarme algo del lugar. El frescor del agua me invadió el pecho y cuando llegué de vuelta a casa, después de bañar en el lago un colgante de un amigo con un gorro que había viajado más que yo con mis amigos, aún podía sentir el frescor dentro de mi pecho. No era algo físico, era una sensación que inspiraba purificación, ensanchaba el alma y lo podía sentir fuerte en mi. Doy gracias a Luis y Frutos por haberme llevado a ese mágico lugar.

Después de esto, los libros seguían acabándose, y mis días en el hostal también. El precio de todo era muy parecido, salvo que estaba en Libras, moneda que cuesta vez y media el Euro, por lo que ves reducido el poder adquisitivo o lo que es lo mismo, todo costaba vez y media más caro. La música estaba un poco más barata y la comida normal. Fue en esta semana cuando empecé a valorar mucho a mis padres, me costaba mantenerme o buscarme la vida siendo uno solo, y pensaba en ellos que lo hacían por toda mi familia. Cuando veía que tenía poco dinero, me estresaba y cuando me estresaba, perdía el apetito. Recuerdo una vez que vi una mendiga, sentí un poco de empatía pensando que estaba incluso peor que yo, y realmente sería así, pero cuando me dio las gracias tenía muelas de oro. Esto provocó que hoy día sea más receloso a dar limosnas. Blanca pedía comida para dos, y amenazaba con dar la ración que había pedido para mí a las gaviotas sino me la comía. Antes era muy receloso a aceptar ayuda ajena, pero el hambre apretaba un poco así que perdí escrúpulos en Escocia y aprendí a aceptar la ayuda cuando se necesita siempre siendo agradecido. Blanca sin duda, es una maravilla de persona. Esa semana antes de quedarme sin casa, cuando yo estaba desesperanzado y planeaba dormir en un portal con moquetas de donde daba clases, y planee pedirle permiso a Richard para dormir en su piso.

Pero Blanca no se rindió como yo, y me hizo patearme junto a ella muchas casas “Bed and breakfast” que para el festival de verano, estaban TODAS ocupadas. Ya rendido casi, tras decirme que no, una mujer marroquí me pidió que esperara y llamó a una amiga que necesitaba dinero. Vivía lejos de mis clases, pero no me importaba en absoluto. Me acogió por poco dinero para la tercera semana. En ésta segunda semana más triste, salía con Luis, Blanca y Frutos. Luis es un hombre alegre que solía decir chistes ingeniosos, Frutos era algo más introvertido pero amable y Blanca habla por sus actos. De querer probar cervezas, empezamos a beber Sidra creyendo que era cerveza avinagrada en algunas ocasiones cuando me invitaba, seguíamos activos y disfrutando del lugar aunque mi situación era más desfavorecida. En el próximo artículo realizaré un balance de lo ocurrido en esta semana! saludos!

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