Escocia V
Allí en escocia no me perdía o tuve problemas graves por el idioma, sólo bastaba pararme en un paso de cebra y siempre alguien hablaba español por el camino en el festival, la mayoría que conocí venían de Cataluña y algunos solo con escucharme un poco hablar inglés ya perdían las dudas sobre si era Andaluz.
Esa noche me sentí miserable por haberme quedado tanto tiempo allí aguantando el chaparrón, me conecté al antiguo messenger y culpable le conté la anécdota a mi amada de aquel entonces, se sintió muy orgullosa de mi y me hizo sentirme algo mejor después de la única vez que me he sentido acosado por una mujer. Si, es extraño.
Después de eso, a la muchacha, no volví a dirigirle la palabra. Le preguntó por qué a mi amiga Blanca, como si no supiera nada, y Blanca le respondió con una mirada que juzgaba y decía sin palabras: “no me jodas iya... ¿Qué no sabes por qué?”
Pero la primera semana pasó con más anécdotas extrañas y divertidas. Al ser sólo dos personas en clase, avanzamos rápido y requirieron más material didáctico, por lo que se hicieron más caras las clases. Tenía un Lidl cerca y de ahí me aprovisionaba con lo que podía. Recuerdo una vez que probé un arroz enlatado que comí en mi habitación del hostal mientras Blanca se reía por la situación. Aquello era tan insípido como incomible, una pasta gelificada que aunque le echaras lo que quisiera, seguía siendo in tragable. Visitábamos museos y a veces bebíamos cerveza. Una de mis grandes borracheras la cogí allí. Durante la noche, después de llegar tambaleándome, me encontré en un cielo, rodeado de nubes blancas y una imagen de mi justo en frente:
-¿Tienes ganas de mear Alberto?
-Si...
-Pues méate encima.- Dijo mi yo.
-No, eso es asqueroso, huele y mancha.
-No amigo...¿No te has dado cuenta de que cuando te emborrachas meas transparente? Eso es porque meas agua y el agua, no mancha. Ya se secará.
Tras este diálogo noté que despertaba en mi cama, en la habitación del hostal por mi propia orina. Fui al baño enseguida y mientras orinaba. Unas muchachas australianas que ya mencioné antes me preguntaban con su acento: “Alberto, are you okey?” a lo que respondí aun ebrio entre risas: “Jí, que me meao encima, no pasa na'”.-”Sorry Alberto, we don't understand you” Salí pues en calzoncillos, con los pantalones en alto, señalando la mancha de orín y diciendo: “Que me meao encima, iya.” Un coro de risas empezaron en la noche (la mía incluida) por la ridiculez de la situación. Conocimos a más personas aparte de nosotros dos, compañeros de buenos ratos de su clase en los parques con los que tampoco entablé una notable amistad. Seguiré con la siguiente semana en el próximo artículo! gracias!
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Comentarios (3 comentarios)
Jose Antonio Traves Candón hace 10 años
jajajajaja me he hartado de reír con el diálogo contigo mismo
Nieves Airazti Ballesteros hace 10 años
Es que soy una persona muy reflexiva jajaja
Daniel DE LA Rosa hace 10 años
Siempre me ha gustado desde pequeño, pero aún no he podido ir