Escocia II

Publicado por flag-es Nieves Airazti Ballesteros — hace 10 años

Blog: Mi viaje a Escocia
Etiquetas: flag-gb Blog Erasmus UWS, UWS, Reino Unido

Llegué al hotel, y tras intercambiar algunas palabras con la recepcionista del hotel, que terminó mirando a la gente que allí estaba sentada, sonriendo con algo de compromiso diciendo: “Em...Somebody talk spanish please?” Vamos, que no se había enterado de nada por mi pronunciación y mi lentitud al traducir en mi cabeza. Así que recurrí a mi amigo el papel. Me dio una habitación me cobró por semanas y a la habitación. Allí fue la primera vez que me sentí extranjero, pues nada más entrar a las 11 de la noche, había una pareja durmiendo. Me dijeron algo que no entendí, encendí la luz equivocada y tras un “fuck” por su parte, y un “sorry” por la mía, el duende que habita en mi cabeza (Figuradamente, mi intuición / inspiración) me dijo que me habían dicho que no encendiese la luz. Era una pareja de australianos de avanzada edad, 60 años que habían viajado hasta allí. Me dormí sin abrir la maleta, eché mi cartera debajo de mi almohada y en mi nokia 3330 recibí un mensaje de blanca, tras las conversaciones profundas que tuvimos en el avión le había caído en gracia. “A las 1 quedamos mañana”.

Al día siguiente desperté, y fui a clases de inglés. Por el camino pasee por la royal mille, donde pude observar una monte a lo no tan lejos, majestuosa e imponente bañada por la luz de la mañana. Por la calle habían artistas pintando cuadros sobre un parque, princess street, donde se situaba un monumento y al final, una catedral. Dentro de ese parque podía verse al otro extremo, el castillo de Edimburgo, tras frondosos. Fuentes y estatuas adornaban la zona, flores y cuestas. Un jardín inglés con caminos rectos y otros más sinuosos, casas de cuentos de hadas. Ardillas y gaviotas del tamaño de un perro mediano daban vida al lugar. El graznido de un cuervo, el sonido de las gaviotas y el sonido orgulloso de las gaitas que cantaban a su tierra rebozaban de vida y magia al lugar mientras me dirigía a la escuela. En la mitad de uno de sus parques, había una estatua de un caballo. Fui a clases, pero ese día el profesor no estaba, así que me paré a deambular de aquí para allá en la ciudad, viendo toda su magia a la luz del día. Para ser verano, no hacía calor, es más parecido al tiempo de la primavera. A la 1 en el caballo que hay en el parque, recibí de Blanca. Me dirigí hacia allí, y acompañados por unas cervezas, echamos el mediodía en un bar, donde al pedir una cerveza, la camarera te miraba presionada por el tiempo con una expresión que te decía “¿Sí, si, pero cual?” Tras ella, había decenas de tipos de cerveza embotelladas en medio litro y otras en galones.

Blanca echó de propina unas monedas dentro del vaso de cerveza, se convertiría en la tradición del viaje. Durante el trayecto y echando la tarde con cervezas y “averiguando” tarjeta para el móvil y otros asuntos, nos encontramos otra vez con el personaje de la noche pasada, que me preguntó si había ido bien.

Siento que vaya por partes, pero me canso de escribir...hasta la próxima!


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