Azores: cuatro cascadas que debes visitar en San Miguel

Azores: cuatro cascadas que debes visitar en San Miguel

¡Hola de nuevo! Hoy continúo hablando de las islas Azores. Anteriormente os hablé de las aguas termales de la isla de San Miguel, entrada que podéis leer haciendo click aquí. Hoy, continuando con la temática acuática, os quiero hablar de las cascadas que podéis visitar en San Miguel. La verdad es que yo soy muy fan de las cascadas, como habéis podido comprobar por entradas anteriores. En este viaje tuve el placer de ver cuatro cascadas, todas preciosas, así que aquí os dejo su nombre, fotos, descripción y localización. Espero que os gusten.

Salto do Cabrito

Por orden cronológico, la primera cascada que visitamos fue Salto do Cabrito. Se encuentra a unos 45 minutos a pie de Caldeira Velha. Se puede ir en coche, pero a nosotros nos gusta mucho caminar y hacer rutas de senderismo así que decidimos no cogerlo. La mayoría del camino es por carretera, pero las vistas son bastante bonitas. Puedes ver el mar, el campo y muchas vacas. Llega un momento en el que el camino se vuelve más salvaje y dejas atrás el asfalto para caminar por hierba y barro. Nosotros hicimos todo este camino con dos chicos y una chica que conocimos en Caldeira Velha. Se dio la casualidad de que eran de Bratislava (donde vivimos actualmente) y sabían hablar español. Nos pareció muy curioso lo pequeño que es el mundo. Precisamente decidimos ir a Azores para desconectar un poco de todo y el primer día justo nos encontramos a tres personas que vivían en Bratislava. Curioso. Congeniamos muy bien con ellos/as y les preguntamos si querían acompañarnos a ver la cascada y como era de esperar, su respuesta fue afirmativa.

Llegamos a la cascada, que es bastante alta y tiene como dos niveles de caída. Sacamos algunas fotos y nos dimos cuenta de que, en un extremo de la cascada, había una especie de camino. Decidimos continuar para ver qué era y resulta que llevaba a una antigua central hidroeléctrica.

La ruta que lleva a esta cascada no está muy bien señalizada, solamente hay un par de carteles durante todo el recorrido que indican “Salto do Cabrito”. Si tenéis tiempo, recomiendo visitarla. No es lo más impresionante que la isla puede ofrecer, pero pienso que vale la pena por la caminata y las vistas. Juzgad vosotras/os mismas/os.

Cascada da Ribeira dos Caldeirões

Esta cascada es una de las más famosas de la isla de San Miguel. El coche te deja prácticamente a un minuto andando de donde se encuentra la cascada. Me consta que hay varias rutas que pasan por algunos puntos de la isla y acaban aquí, pero nosotros decidimos ir en coche porque ese día teníamos bastantes lugares para ver. Para que os hagáis una idea de la altura de la cascada, os dejo esta foto donde estoy al lado de ella, a modo de escala. El camino para aproximarse a la cascada era un poco arriesgado. El agua de la cascada golpeaba con fuerza y había viento, así que estaba todo completamente empapado y resbaladizo. Además, había que pasar por un camino de piedra en piedra, y al lado había un muro con bastante altura, como podéis ver.

Esta cascada se encuentra en el Parque Natural da Ribeira dos Caldeirões, un recorrido donde se pueden ver molinos y algunos saltos de agua más pequeños. Nosotros estuvimos paseando por este parque, cuya entrada es gratuita, y nos gustó mucho. El recorrido es corto, unos 20 minutos máximo, pero es bastante bonito. Hay molinos interesantes por los que circula el agua, estanques con peces y nenúfares, diferentes plantas y flores de muchos colores que hacen de este lugar un sitio especial. Además, nosotros fuimos y estábamos completamente solos. No había absolutamente nadie, así que estábamos como queríamos. En definitiva, no os podéis perder esta zona junto con su cascada principal. Os dejo algunas fotos más.

Salto da Farinha

Con un nombre bastante curioso, esta fue la tercera cascada que visitamos. Está en el norte de la isla, una zona súper interesante que explotamos al máximo. Está bastante cerca de da Ribeira dos Caldeirões así que podéis matar dos pájaros de un tiro y visitar las dos. La verdad es que esta cascada fue la que más me gustó. El acceso en coche es difícil así que decidimos hacerlo a pie. Tuvimos que caminar durante media hora, desde donde aparcamos el coche en un mirador hasta la cascada. Bajamos por una carretera muy empinada. Bajarla fue fácil, pero al volver, me quitó toda la energía que me quedaba.

Llegamos a la cascada y estuvimos merendando y contemplándola desde unas rocas que están justo enfrente. También estábamos solos así que estábamos muy tranquilos. Recuerdo que alrededor había algunas casas, parecían casas de verano. Además, lo bonito de esta cascada es que queda al lado del mar. De hecho, donde termina el asfalto y empieza el camino de tierra hay una playa de piedras pequeñas, con barquitas y un bar. Obviamente, en febrero estaba desierto, pero estoy segura de que en verano tiene que ser una zona preciosa, donde poder bañarte. Además, desde aquí se contempla el mar abierto, que da una sensación de libertad total. Estuvimos allí bastante tiempo. La vista es tan espectacular, se puede ver el océano en todo su esplendor, que tenía esperanza de que se asomase alguna ballena, pero no tuve esa suerte. Otra vez será.

En cuanto al nombre de la cascada, “farinha” significa “harina” en español. Mi razonamiento: creo que recibe este nombre porque la caída de la cascada es tan larga, que el agua se evapora y al final cae de forma tan débil, que recuerda a ese momento en el que echas la harina para hacer una receta.

En conclusión, para disfrutar de la naturaleza, las buenas vistas y el agua, creo que este es el lugar ideal que tenéis que visitar sí o sí.

Cascada da Ribeira Quente

Por último, y no por eso menos importante, os presento la cascada más salvaje. Se llama Cascada da Ribeira Quente, no por casualidad, precisamente es una cascada de agua caliente. No sé si alguna vez habéis visto una, pero a mí me pareció, por lo menos, bastante curioso. Como podéis ver en la foto, las paredes por donde discurre el agua son de color naranja. Como os comenté en la entrada anterior, el agua termal de las Azores es tan rica en hierro que deja este rastro naranja.

Nos costó muchísimo encontrar esta cascada. Google Maps no fue suficiente para encontrarla, ni siquiera con la opción satélite. Buscamos en muchísimos foros, para tener la localización exacta y no sé cómo, pero finalmente la encontramos. El camino para llegar a ella es bastante peligroso y la verdad, pensadlo dos veces antes de hacerlo. La cascada está en el monte, sí, pero la única forma de llegar, al menos que nosotros sepamos, es atravesando la carretera. Me explico: nosotros estábamos en el coche y pasamos por un túnel. El túnel está dividido en dos y en medio hay una separación que da al exterior, al aire libre. Justo en esa separación, se ve la cascada. En el camino de ida, no nos dimos cuenta porque la cascada no estaba en nuestro rango de visión. Aparcamos el coche un poco más hacia delante y no encontramos la cascada así que volvimos a cogerlo, y pasamos en dirección contraria por el túnel otra vez y esta vez sí que logramos verla. Fue toda una suerte porque el tramo por el que pasas por el descanso del túnel solo dura un segundo, así que o estás atenta/o a la carretera, o fijo que la cascada pasa desapercibida. Estábamos muy sorprendidos de que estuviese ahí. Continuamos con el coche hasta que encontramos un sitio para aparcar, un poco lejos. Tuvimos que caminar casi 15 minutos y jamás pensamos que tendríamos que pasar por el túnel, pensamos que podríamos bordearlo e ir por el monte, pero no. Intentamos ir por varias vías para esquivar la carretera, pero al final fue imposible. Tuvimos que meternos en el túnel, lo que era bastante peligroso. Caminamos por el asfalto, mirando de reojo por si venía algún coche y no nos pillase en los 100 metros que teníamos por delante. De repente, vimos que un autobús venía y el túnel era bastante estrecho así que tuvimos que correr muchísimo, pero no tuvimos tiempo suficiente así que tuvimos que pegarnos a la pared y el autobús pasó por delante de nosotros. Fue bastante arriesgado y muy peligroso así que debéis tener cuidado si hacéis esto.

Finalmente, entre unas cosas y otras, llegamos a la cascada, aunque no pudimos llegar hasta sus pies. La pudimos contemplar desde las alturas. La verdad es que me hacía ilusión acercarme y tocar el agua, pero no pudo ser. Y la verdad, después de haber vivido el momento con el autobús, no nos apetecía bajar por caminos donde el terreno no parecía muy estable así que nos fuimos. En fin, vosotras/os podéis valorar si vale la pena o no visitarla.

Lo que es curioso es que en el camino de vuelta pudimos ver varios caminos por donde pasaba un flujo de agua caliente, en algunos casos incluso en el punto de ebullición. El terreno parecía firme así que Ángel decidió pisarlo, por curiosidad. Para nuestra sorpresa, el terreno era pantanoso así que metió su bota hasta el fondo. El resultado: su bota manchada de color naranja durante el resto del día. Anécdota para toda la vida.

Y hasta aquí el post de hoy. La verdad es que todas estas cascadas me encantaron así que es algo que os recomiendo visitar en vuestro viaje a Azores. Dejadme en los comentarios cuál os ha gustado más. Muchas gracias por leerme y nos vemos en el siguiente post con más contenido. Un saludo.

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