Senderismo en la maravillosa ciudad Rafraf
Esta nueva aventura fue apasionante y ocurrió en una de las ciudades más maravillosas de Túnez llamada Rafraf, que está en el norte del país. En concreto, en la provincia de Bizerte.
Hizo calor, no llovió y el tiempo era ideal para vivir aventuras como la de hacer senderismo en el monte de Rafraf. Por la mañana unas veinte personas nos reunimos en el centro de la ciudad de Túnez, que estaba llena de entusiasmo, energía y sentimientos que invitaban a vivir juntos los momentos más memorables. Aunque no nos conocíamos de antes tuvimos muy buen rollo bastante pronto.
La excursión nos costó 10 euros, que son 30 dinares (la moneda local). Al principio descubrimos en autobús el norte del país. Este tenía un paisaje precioso, lleno de granjas verdes, flores coloridas y mariposas, ya que era primavera, una estación que me gusta mucho. Pasamos por muchas ciudades, como Ariana, Kalaate Al Analouss, Ghar El Mehl y, por último, Bizerte, una ciudad muy conocida por sus preciosas vistas al mar y la gran roca que está en el medio del mar Mediterráneo.
El autobús nos dejó lejos del centro de la ciudad, cerca de una montaña rocosa que se encontraba frente al mar. Esta tenía las mejores vistas, sentíamos que estábamos flotando en el aire y que todo el estrés desaparecía. Nuestra ruta empezó y tuvimos que seguir una guía que nos indicaba la dirección correcta. Todos íbamos en grupo y parábamos de vez en cuando para hacer fotos preciosas.
Avanzamos despacio pero con paso seguro durante los 14 kilómetros de la ruta, aunque también parábamos a descansar. Pudimos ver muchos tipos de rocas diferentes, de vegetación, de conchas y de corales. Tras recorrer los primeros kilómetros se nos empezaron a contraer los músculos debido al calor y al fuerte sol, pero el viento y el olor del mar nos refrescaban. Tuvimos que subir una cuesta de arena, así que cada paso costaba un poco más de lo normal. A lo lejos empezamos a ver la gran roca que estaba en el medio del mar; un paisaje muy bonito salpicado por las sombras de los árboles que decoraban la montaña.
Decidimos hacer un picnic para comer mientras descansábamos en completa armonía con la naturaleza. Toda la gente del grupo que no se conocía de antes pasó a tener una relación de amistad tras varias horas en las que hablamos de nuestras experiencias personales, rutas por las montañas y los sentimientos que nos despertaba realizar esta maravillosa actividad, así como sus beneficios para la mente y para la salud.
A continuación descendimos por la montaña hasta un lugar desierto y oculto al público llamado Cap farina. Como estaba muy lejos de cualquier medio de transporte, ya fuera el coche o el autobús, la única manera de llegar era haciendo la ruta. Lo más destacado del lugar eran sus cuevas rosas, cuyo color proviene del coral que abunda en esta piscina natural de agua que proviene del mar, formando una especie de piscina profunda de color turquesa... ¡Menuda imagen de postal!
Mucha gente decidió nadar dentro de esta piscina natural y se lo pasó muy bien subiendo hasta la cima de la colina para tirarse al agua fría haciendo increíbles acrobacias. Mi amiga y yo decidimos nadar en ella también ¡y fue una experiencia inolvidable! Como el agua estaba tan fría nos costó un poco más adaptarnos a la temperatura. El agua estaba tan fría, era tan cristalina y pura y tenía un color tan bonito que parecía el paraíso en la tierra. Teníamos un poco del frío por culpa del viento pero nos lo estábamos pasando tan bien con nuestros amigos nuevos que se nos acabó olvidando.
No dudamos en hacer acrobacias como el resto y la sensación de tirarnos desde el punto más alto nos provocó sentimientos maravillosos... ¡Pura adrenalina!
Pudimos llegar a la playa nadando, ya que no estaba demasiado lejos de donde estábamos, que era un lugar que la gente no conocía, lo cual, en mi opinión, lo hizo aún más especial.
Nos secamos al sol y continuamos nuestra ruta para llegar al lugar en el que el autobús paraba.
Cuando llegamos allí, de repente nos dimos cuenta de faltaba una persona del grupo. De hecho, esa es una de las cosas que pueden pasar si no sigues la guía. Nos preocupamos mucho por él y mucha gente le empezó a buscar por todos lados, a gritar su nombre y nada... Después de veinte minutos por fin le encontramos, perdido y un poco mareado. Lo que había pasado es que se encontraba mal y decidió pararse a descansar. Afortunadamente y de casualidad nos dimos cuenta de su ausencia bastante rápido, por lo que le pudimos ayudar cuando lo necesitó.
El autobús también llegó un poco tarde, así que tuvimos que esperar. Después de quince minutos el autobús apareció a lo lejos y nos llevó de vuelta al centro de la ciudad. Llegamos con el corazón henchido de alegría por la memorable experiencia que tuvo las mejores consecuencias, en primer lugar en nuestra salud y en segundo lugar en nuestro espíritu. Además nos animó a vivir más aventuras en el futuro...
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