Antigüedades romanas en Tarragona (2)

Os aconsejo que empecéis vuestro recorrido por el Circo subiendo las escaleras. Así, os dejáis la mejor parte para el final. De hecho, el interior de la magnífica torre de Pretori no tiene ningún elemento especialmente interesante, salvo un par de preciados hallazgos arqueológicos, que se exponen en las amplias y vacías salas de piedra. Os daréis cuenta de que la visita a la terraza que hay arriba del edificio os gusta mucho más, ya que desde allí hay unas vistas increíbles de toda la ciudad. Se ve por un lado la catedral, que se eleva hasta el cielo, sobre las estrechas calles del barrio medieval y, por otro lado, el mar y el anfiteatro.

De todas formas, todavía no hemos llegado a lo mejor. De vuelta a la planta baja, visitamos literalmente el subsuelo, que es el subsuelo del antiguo Circo romano, donde se celebraban las carreras de cuadrigas. Si atravesamos los profundos y oscuros túneles, tenemos la sensación de viajar al pasado hasta la época de los romanos. Sentirás que eres un auténtico auriga (el conductor del carro) y que te estás preparando para salir y dirigir tu biga (el carro) lo más rápido posible, como en la emblemática película Ben Hur. Por desgracia, actualmente solo se puede visitar una pequeña parte de la parte exterior de la arena, que se descubrió hace relativamente poco debajo del subsuelo de los edificios modernos. Sin ninguna duda, el Circo es uno de los que mejor de conservan en toda Europa y el recorrido por los túneles es ineludible. Aunque, por favor apuntaos esto, al estar en una especie de calabozo, el ambiente puede llegar a estar muy cargado y os empezará a faltar oxígeno.

Para recuperarnos del recorrido por el subsuelo, nos dirigimos hacia el centro de la ciudad, echamos un vistazo a la catedral desde lejos y fuimos al Passeig Arqueologic, un agradable paseo por la enorme muralla que rodea la ciudad. Esta muralla data del siglo II a. C., cuando los romanos decidieron fortificar Tarraco, ciudad que se convertiría en la capital de la provincia llamada Hispania. El paseo es muy animado, no solo por los bastiones, que se conservan en muy buen estado, sino también por la preciosa vista de la ciudad. Después de esta agradable caminata por los monumentos históricos, terminamos en una plaza justo detrás de la catedral, listos para empezar un nuevo recorrido por las estrechas calles del centro.

Sin embargo, nos quedó por visitar un monumento romano, al que podréis llegar dando un pequeño paseo. De hecho, de vuelta hacia la estación, visitamos el Foro romano, o lo por lo menos su moderna restauración. En un espacio abierto, rodeadas por edificios modernos, se exponen las ruinas del antiguo foro, el centro social de la ciudad. Las columnas muy bien conservadas y los arcos de la antigua basílica contrastan enormemente con los edificios de alrededor. Pero, con todo, el sitio es muy interesante.

Por tanto, en general, nos pareció que la visita a la antigua Tarraco fue muy interesante y divertida. Por último, me gustaría daros unos consejos por si estáis pensando en ir: echad un vistazo a la previsión meteorológica (los días de lluvias son tan pocos en Tarragona, que sería una pena que pillarais uno de ellos), comprad el tique correspondiente en la oficina de turismo para visitar los sitios que he descrito (Museu d'Historia de Trragon, 10 euros, 5 para los estudiantes) y, finalmente, preparaos para el impresionante contraste entre los hallazgos arqueológicos y los edificios urbanos de los siglos XIX y XX en sitios como el Foro o el Circo.