Antigüedades romanas en Tarragona (1)

Uno podría pensar que Tarragona no tiene nada interesante que ofrecer a alguien que viene de Italia y que está bastante acostumbrado a las ruinas arqueológicas romanas. Bien, puedo aseguraros que, a pesar de haber visto mucho sobre ello tanto en Roma como en el resto de Italia (sólo por poner un ejemplo de ellas, la Arena de Verona), Tarragona y sus antigüedades romanas han sido un grato descubrimiento.

Tarragona se encuentra en el sur de Cataluña, pero es bastante sencillo y no muy caro llegar en tren desde Barcelona (45 minutos y sobre unos 8 euros por un billete de ida y vuelta desde Vilanova i la Geltrú).

Tarragona está arropada por el sol y bendecida por un clima cálido durante casi todo el año: si se da un día soleado, disfrutaréis aún más de la visita.

Por suerte, yo tuve la oportunidad de disfrutar de un día así en mi primer viaje a la ciudad, que tuve el placer de compartir con mi novia en su primer día de su estancia en Cataluña. A pesar de que la estación de trenes se encuentra en la parte más baja de la ciudad, a solo unos metros del mar, no nos llevó mucho tiempo llegar al centro de la ciudad.

Girando a mano derecha justo al salir de la estación y siguiendo la calle, enseguida encontramos las escaleras que suben hacia el Balcò del Mediterrani, un increíble mirador con vistas al mar.

Yendo hacia el norte siguiendo la rambla, enseguida veréis el primer, y probablemente el más destacado, de los muchos emblemas de la ciudad. El espléndido anfiteatro romano, sin duda, yace a los pies de una pequeña colina con agradables jardines desde los que podréis contemplar una magnífica vista. Datado en el siglo 2 a. C, cuando se construyó para dar lugar a las sangrientas batallas de los gladiadores, este monumento combina la herencia histórica con el alma Mediterránea de la ciudad, siendo por lo tanto uno de los símbolos de Tarragona. A pesar de haber sido reconstruido parcialmente, el anfiteatro conserva gran parte de su encanto original y vale realmente la pena visitarlo.

Apenas subiendo a la cima de la colina, seguimos nuestra visita que nos llevó por los exuberantes jardines de delante del Pretori. Las vistosas flores de estos jardines y las paredes restauradas y la torre en el fondo forman una escena pintoresca, merecedora de ser fotografiada.

Después de haber girado por el edificio, acabamos en Plaza del Rey, una refinada plaza que ofrece la entrada al Museo Arqueológico y al Pretori y Circo Romano, además de varios restaurantes apetecibles. Habiendo optado por lo segundo, entramos en el edificio, que a pesar de su aspecto poco atractivo, os brindará una experiencia única.