Voluntario en un santuario de elefantes

En un post pasado hablaba de los voluntariados, de cómo puedes conocer otros lugares, practicar otros idiomas y conocer muchas personas mientras le sirves a la comunidad y/o al medio ambiente.

Para esta entrada he invitado a Daniel Bobadilla, mi mejor amigo, a ser el protagonista y a contarnos su experiencia como voluntario en un santuario de elefantes en Tailandia.

Daniel vivió en Toronto, Canadá por dos años, lugar donde se dedicó a estudiar y practicar inglés. Al finalizar su estancia decidió hacerse un regalo increíble antes de volver a casa y se fue a viajar por Asia donde visitó 8 países, pero recorrió tres de ellos de extremo a extremo: Vietnam, Camboya y Tailandia. Al final de su experiencia asiática y antes de volver a Colombia, hizo una parada en Madrid para darme un abrazo reconfortante después de esos dos años que dejamos de vernos :).

Voluntario en un santuario de elefantes

Sin más preámbulo comparto su historia intentando editar sus palabras lo menos posible:

"Desde antes de salir de Canadá tenía la intención de hacer un voluntariado una vez estuviera en el sudeste asiático. Tenía en mente hacerlo con niños, personas en condiciones de vulnerabilidad o animales.

Cuando estuve en Vietnam me encontré con que hay muchos centros para hacer voluntariados, generalmente tienen un tiempo de duración de 15 o 20 días aproximadamente y se hacen con organizaciones que no tienen vínculo con el estado, lo que vendría siendo el equivalente a una ONG en Colombia. Por las limitaciones de tiempo que tenía dentro de mis planes de viaje, no lo hice allí.

Luego, en Camboya, me di cuenta de que no era muy recomendable hacerlo a menos que fuera apadrinado desde el principio con alguna ONG, lo anterior debido a su fuerte régimen político y sus problemas de seguridad.

Al llegar a Tailandia busqué la opción de hacer un voluntariado con niños, pero al igual que sucedió en Vietnam estos me exigían dedicar mucho tiempo -que en mi caso era un poco limitado, al igual que mi presupuesto para el viaje-, así que decidí seguir buscando.

Allí también quise ir a conocer elefantes, pero no quería ir a los típicos centros turísticos donde es posible montarte en ellos y dar paseos porque la experiencia no es 100% real. Justamente estando en mi hostal en Bangkok, que quedaba en la zona de Khao San Road -la cual es muy frecuentada por bagpackers- me ofrecieron muchos planes para ir a supuestos parques de conservación donde puedes ir a ver tigres y otros donde puedes montar en los elefantes. En todas las agencias de viajes te incluyen este tipo de planes y te aseguran que es completamente legal, que no hay maltrato, que los animales están bien cuidados, pero esto no es cierto. Estos sitios donde puedes tener acceso libre a los animales a tocarlos, montarlos, bañarte con ellos no son refugios, es un disfraz, una máscara que usan los traficantes para ganar dinero. Yo había estado leyendo durante el viaje que en Tailandia solo existen 3 refugios autorizados internacionalmente, reconocidos por la WWF (World Wildlife Fund, que es la mayor organización conservacionista independiente en el mundo y cuya misión es detener la degradación del ambiente natural del planeta). Así que empecé a indagar y buscar los sitios donde se ubicaban estos verdaderos refugios de elefantes.

Bangkok queda en el centro de Tailandia y dos de los refugios quedan en Chiang Mai que es al norte del país, lugar que no tenía dentro de mi itinerario de viaje. Chiang Mai es una zona montañosa, con un clima diferente al clima costero y sin embargo hace mucho calor. El refugio más cercano a mi ubicación que encontré era uno que queda a unos 20 o 30 kilómetros de un pueblo que se llama Hua Hin. Este pueblo queda más o menos como a unos 160 o 170 kms al sur de Tailandia, queda cerca a la costa y es famoso porque el rey de Tailandia tiene ahí su casa de descanso y es el lugar al que va a vacacionar.

Toda la información del sitio -y la respectiva investigación para ver si era real- la conseguí online. Si bien casi todos los voluntariados son mínimo de una semana, en este santuario había programas de Volunteer desde un día en adelante, todos de pago, y estos últimos con un costo más elevado por día de lo que suponía pagar la semana por adelantado. Es usual que esas contribuciones que uno hace a refugios turísticos -que no son en realidad refugios- se las quede el dueño del animal y no va para el cuidado de este, pero en este refugio sí se invierte en ellos. No se dedican únicamente a cuidar elefantes sino también monos, osos asiáticos, macacos, incluso tienen algunos animales australianos, aves, iguanas entre muchos otros, mucha vida silvestre. Así que vienen siendo un refugio para todo tipo de especies, pero más que todo enfocado en su misión hacia salvar los elefantes.

Yo estaba viajando con un par de amigos alemanes y uno de ellos se iba pronto, así que no podía unirse al voluntariado, pero el otro se quedaría más tiempo, así que le comenté mi idea y decidió unirse a mi plan para ser voluntarios por dos días.

Puedes pagar más por que te recojan donde te estás hospedando y te vuelvan a llevar al finalizar el programa, pero mi amigo y yo decidimos llegar allá directamente para ahorrar un poco de dinero. Tomamos una van hasta Hua Hin, un trayecto de más o menos tres horas, es demorado porque si bien solo hay una distancia de unos 160 kms, el límite de velocidad permitido es muy bajito. De Hua Hin tomamos un taxi que nos llevó en 20 minutos al refugio.

Nos registramos, salió a recibirnos la líder del grupo que es una bióloga de Mánchester que llevaba viviendo en Tailandia más o menos unos dos años, el parque la contrató para dirigir el grupo de voluntarios. Nos mostró las instalaciones, los dormitorios que cuentan con una cama en cemento, una colchoneta vieja, tendidos que dejan ver que la situación de limpieza no es la mejor, pero también hay que entender las condiciones en que está el parque. Lo mejor siempre es para los animales. También hay un hotel donde las condiciones son diferentes, pero obviamente tienes que pagar más y está más dirigido a turistas. Cómo allí vas literalmente a trabajar fuerte y no a perder el tiempo ni a tomarte fotos en plan turístico, no hacen ningún tipo de reunión de bienvenida ni de presentación.

Te hacen una inducción, te cuentan la historia de los grupos de animales haciendo énfasis en las más transcendentales. Por ejemplo, había un orangután que antes vivía en un apartamento de Bangkok en Khao San Road, al animal le enseñaron a fumar desde que era un bebé y está tan acostumbrado a la vida con los humanos, que ya resulta imposible devolverlo a la vida salvaje. Cada vez que ve un humano trata de tener contacto con este, y además han tenido que tratarle el síndrome de abstinencia al cigarrillo, suministrándole dosis cada vez más bajas. Vimos otros ejemplos de grupos de macacos explotados en circos. Se supone que el maltrato animal está penalizado en Tailandia, pero el tráfico de animales mueve muchísimo dinero y lamentablemente hay mucha corrupción. Por eso la ley no se cumple.

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Allí te enseñan todo acerca de los elefantes, cómo se deben alimentar, cuantas veces al día, cómo se deben cuidar en cautiverio, qué tipo de elefantes se pueden recuperar, cuál no, cómo se les ayuda en su recuperación, qué hacen ellos para poder comprar un elefante (la mayoría de los elefantes que están ahí los compran, algunos -muy pocos- son donados pero porque tienen problemas muy graves de salud o ya están al borde de la muerte). Te enseñan que todos los elefantes son diferentes, todos tienen su propia personalidad, hay unos que están en espacio más abiertos, machos que no se pueden mezclar con hembras, hay grupos donde hay hembras y machos, grupos donde hay madres con sus bebés de 3 o 4 años más o menos, los machos son territoriales por naturaleza y tienden a combatir, así que justamente para evitar ese tipo de comportamientos los separan, por seguridad. Tratan que en algunos momentos se mezclen entre los grupos pero no siempre es posible por el pasado de los elefantes, cuya generalidad es que hayan sufrido un abuso terrible. Te muestran lo importante que es no solo darles la comida sino hacer que se esfuercen por conseguirla, no facilitarles el trabajo. Por ejemplo, dentro de neumáticos se ponen paquetes de frutas, la cubres con el vástago del árbol de plátano y se forra de tal forma que al elefante le sea difícil abrirlo. Adicional a esto, el neumático se pone dentro de una lona. El animal tiene que rasgar ayudado con sus patas y trompa (tienen una fuerza impresionante en la trompa) y así se evita que se acostumbren a conseguir alimento de forma fácil.

Después de que haces el recorrido y sabes más o menos donde queda todo en el parque y lo que se hace, te llevan a donde están los elefantes y te muestran las condiciones en las que viven cada grupo. Cómo decía, la mayoría de los elefantes que están en el santuario los han comprado. Hay elefantes que pueden recuperarse y ser liberados en algún momento y otros no. Unos porque ya están acostumbrados a la vida con el hombre, ya no le tienen miedo a los humanos y atacan a otros elefantes, ya no pueden vivir con sus semejantes. Es muy triste. Por ejemplo, había un elefante macho como de 40 años, ciego de un ojo, tenía la espalda deformada porque había sido montado durante muchos años, y esas sillas para tres o cuatro personas donde los turistas se suben, con el tiempo les deforman la columna y eso les crea problema en la cadera, las piernas y ocasiona mucho dolor. A ese elefante es muy difícil sostenerlo: alimentar un elefante es supremamente costoso, sus medicamentos, tratamientos, todo es muy caro. En este caso, el elefante tiene una expectativa de vida de pocos años por su problema de cadera. Lo han intentado tratar. De hecho, dentro del refugio de animales hay un hospital diseñado específicamente para elefantes, pero con este ya no hay mucho más que puedan hacer. Muy seguramente será sacrificado en unos años.

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Había otro elefante hembra que tienen a la entrada del parque, está aislada y no le permiten a la gente acercarse a ella, ni siquiera a la reja porque es muy agresiva. Ella fue parte de un circo la maltrataron tanto, que creó un resentimiento terrible hacia el hombre y ataca a cualquier persona que se le acerque, a excepción de su cuidador. Él es el único que puede entrar a alimentarla y a examinarla, y en ocasiones que han tenido que tratarla por alguna dolencia la tienen que sedar. Es triste que un animal guarde este resentimiento. Los elefantes son muy inteligentes y tienen una memoria prodigiosa, parecen un disco duro, todo lo almacenan: olores, colores, sensaciones. Ellos se acuerdan de tu rostro, se acuerdan de si fuiste bueno con ellos o si fuiste malo. Es increíble.

Había otra historia de dos hermanos. En el refugio compraron un elefante como de unos 25 años. Se lo compraron a un traficante, lo integraron al parque y lo pusieron a convivir con otros elefantes. Alrededor de unos 10 años después de su compra, llegó otro elefante. Fue comprado a un tipo en Camboya que lo utilizaba para dar paseos a los turistas durante todo el día con la silla pesada en el lomo, un maltrato terrible. Tenía ya deformada la columna cuando llegó. Resultó que el primer elefante que mencioné y este último que compraron en Camboya eran hermanos. Cuando se vieron se reconocieron, se acercaron, entrelazaron sus trompas y se quedaron un tiempo en esa posición, cómo diciendo ‘lo logramos, nos volvimos a encontrar, sobrevivimos, esta es una nueva oportunidad’. Creo que el escuchar esa historia y ver las fotografías de ese momento fue de las partes mas emocionantes y emotivas del voluntariado. Realmente toca tus fibras, ver la barbarie del hombre y cómo los animales las tienen que soportar.

En el voluntariado pasas gran parte de tu mañana picando fruta, limpiando las jaulas, recogiendo las heces de los elefantes, cambiando el agua de los bebederos, poniéndoles vitaminas o las medicinas que estén tomando (para eso tienes el apoyo y guía de veterinarios y biólogos).

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Eres asignado a diferentes áreas. Es siempre un grupo muy grande de voluntarios, también hay personas que son asignadas a sectores donde están los otros animales diferentes a los elefantes. En mi caso, me asignaron a una zona bastante grande con algunos elefantes medio salvajes, sobre todo machos, con los que no podías tener interacción y desde lejos se les daba la comida o directamente lo hacían personas con ya bastante experiencia, tailandeses en su gran mayoría. A mi amigo y a mí nos asignaron un elefante hembra joven, de más o menos 30 años que es ciega de un ojo, muy muy dócil porque está tan acostumbrada al trato con el hombre que ya es imposible devolverla a su hábitat salvaje.  Le dábamos comida, le recogíamos el estiércol, tratábamos como de adecuar el sitio donde permanecía, limpiarlo, barríamos. También parte de la tarde estuve ayudando a otro grupo donde había varios elefantes bebés de aproximadamente tres años.

El trabajo termina alrededor de las 7 de la noche, hay una reunión grupal para hablar de metas, actualizaciones, novedades respecto a animales y designan las tareas del otro día.

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El santuario también tiene una especie de tour para visitantes que dura medio día, llevan a los grupos de personas a recorrer todo el parque, el único tipo de interacción con los elefantes que pueden tener es la experiencia de alimentar a algunos de ellos.

Ya para cerrar, puedo decir que ha sido de las experiencias más bonitas que he vivido, pero hay que aclarar que quien viene esperando algún tipo de comodidad está equivocado, en general las condiciones son muy difíciles, las personas que hacen estos trabajos y voluntariados es por amor a los animales. Te hacen ver la realidad sobre el trato a los animales, cómo el hombre por negocio y en búsqueda de lucro puede dañarlos, hacerles sufrir un calvario, y esto en varias partes del mundo: en África por el marfil, y en Asia explotándolos en centros turísticos principalmente. La forma de adiestrar a los elefantes es de la forma más cruel, le llaman “romperle el espíritu” y consiste en poner en jaulas diminutas a los elefantes desde que son pequeños, los obligan a hacer cosas, por ejemplo sostenerse en 3 patas, y si no lo hace y se sigue moviendo los castigan con látigos, con púas, ellos tienen unos punzones que les causan mucho dolor sin herirlos de gravedad. Ahí puede durar el elefante dos, tres, cuatro meses sufriendo y siendo maltratado hasta que su espíritu se rompe y solo se mueve según la voluntad de su cuidador.  Es muy triste, desafortunadamente los elefantes que están en cautiverio de explotación donde el cuidador se lucra del elefante son muy difíciles de recuperar. Los animales no son bien alimentados, no tienen ningún tipo de libertad y al conocer todo esto tú sales realmente odiando a la gente que paga por montarse en el lomo de un elefante para tomarse la foto y subirla a redes sociales porque piensan que es cool, sin saber que detrás de eso hay mucho sufrimiento del animal.

Esto te concientiza. Yo lo que le digo ahora a la gente es ‘si usted va a ir a algún país asiático, por favor no apoye esos centros donde explotan a los elefantes, donde los maltratan. El principal signo de alarma es que te dejen montártele en el lomo o tener contacto con el bebé y jugar con él. Eso no es un refugio, ni un santuario, eso es un negocio de explotación’ ”


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Comentarios (2 comentarios)

  • flag-co Liliana Andrea Cabrera Patiño hace 5 años

    Si todos respetaramos la naturaleza no existiría la idea de negocio por lucro, no apoyar ese tipo de explotación es nuestro aporte a un futuro con esos grandiosos animales

  • flag-co Liliana Andrea Cabrera Patiño hace 5 años

    Si todos respetaramos la naturaleza no existiría la idea de negocio por lucro, no apoyar ese tipo de explotación es nuestro aporte a un futuro con esos grandiosos animales

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