Historias de Sudáfrica 1
Este verano estuve en Sudáfrica. Bueno estuve, estuvimos... No habría sido lo mismo sin ellos. Ellos hicieron el viaje; hicieron el resto. Salimos juntos y con prisa de un aeropuerto madrileño mi madre, mis hermanos y yo. Volvimos unidos sin ninguna. Fue un viaje mágico, un viaje en alfombra al país del sol, la risa y la alegría.
Mis hermanos jamás habían viajado en un Jumbo. Yo ya había estado antes, pero eso es otra historia para llenar otro post. Mi hermano pequeño estaba emocionadísimo; bueno pequeño. Metro noventa y ocho y 46 de pie, el nene. Se sentó a mi lado porque al parecer, `soy la única que le sigo el rollo´.
Y pues nada, ahí estábamos los dos mongolos perdiendo el tiempo haciéndonos fotos y demás con las chorradillas de Snapchat, mientras mi ama, muy zorra ella se sentaba una galaxia más allá y mi otro hermano, muy crítico siempre, resoplaba y filosofaba sobre el infantilismo de los una fila más alante sentados. El caso es que entre un muffin y otro nos plantamos en la tierra de Mandela, sin saber lo que nos deparaba el futuro. Sin saber el regalazo que el dinero de mi madre nos estaba comprando. Sueño de mi padre desde siempre, `nuestro pequeño homenaje hacia él´.
Salimos de la caja voladora y fuimos conducidos en manada al control de pasaportes. Una policía preciosa fue nuestro recibimiento. Cómo se cachondeó la tía de nosotros y de mi madre. Y los dos mongolos, le seguimos el rollo. Quedamos todos encandilados, y fue un increíble vaticinio de la que se nos venía encima.
Luego, a mi hermano y a mí, nos paró el del control de maletas. En Sudáfrica existen una vez has recogido las maletas, controles para revisar su contenido. Pero este hombre, no nos paró para registrarla, aunque la abrió por si le caía algo. Le paró a mi hermano para cachondearse y bacilarle un poco. Le vio tan alto y desgarbado vestido como un nigga, porque ojo, el chaval tiene 17 añazos ya... que le hizo gracia.
- Hey, brother, what are you doing in South Africa?
- I come with my mum.
- Mum, what mum? Is she your mum?- señalándome a mí. Y claro, allí no se pueden aguantar la risa. El caso es que ni dios nos esperó. Los otros dos habían seguido andando con toda la calma, sin darse cuenta de que perdían a dos miembros... El caso es que a mí, persona hiperresponsable por naturaleza, ya me estaba empezando a entrar el sudor frío. Mi imaginación y cabeza occidental ya estaban volando hacia las peores circunstancias posibles. África me enseñaría más tarde a desacelerar, a sonreír y a no ir siempre de uñas, pero eso era mucho más adelante en el tiempo y en ese momento, yo intrépida y experimentada viajera tenía un nudo en la garganta y una angustia tremendos...
Al final la cosa quedó en susto y no pasó nada. Pero hay que tener cuidado con este tipo de situaciones y más en países como estos que son tan diferentes.
No llevábamos mucho rato vagando por libre cuando nos topamos con Pili.
- Hola soy PILI, vuestra guía por Sudáfrica. Bienvenidos.
-Hola Pili, muchas gracias. ¡¿PILI verdad?!. Encantada. Yo soy Jone. Jone de Juana, es vasco, bueno euskera. Es como Jon pero con e al final. Ni Yoli, YONI ni nada... Es que es euskera, o sea, vasco y normalmente mucha gente me llama mal ...-
- JAJAJA. Vale, vale. Ya lo pillo. Jone.- le tocaba el turno a mi hermano, que es tan tímido que a veces tartamudea un poco.
- Yo, Pa-pa-pablo- y en su favor he de añadir que la tal Pili era una rubia catalana de ojos azules preciosa con mucha coña y autoconfianza que no ayudaba para nada a que él estuviera un poco más tranquilo.
-Vale -guiño,guiño -Pa-pa-pablo. Seguidme, que os estoy reuniendo a todos.
-¿Todos?, ¡¡¿qué todos?!!.
-Sois un grupo de 21 españoles.
-No sabía nada de esto. Creía que éramos solo nosotros.- y de repente vimos al grupo y mi corazón dio un vuelco. Éramos todos muy variopintos. Cada uno con su tara. La cosa pintaba cada vez mejor, se animaba por momentos.
A los primeros que vi fue a el Catalan- ranciu- team, los he llamado así porque los tres tienen Instagram y en todos sus nicks tienen todos la palabra ranciu. A continuación a Mar y a sus padres, también catalanes. Seguí recorriendo caras y de pronto, noté unos ojos que me miraban fijamente. Eran los ojos de Joana y sus hijos. Vascos, vecinos de barrio con los que haríamos muy buenas migas. Iñigo, su marido, fue junto con mi ama a sacar dinero.
Y de pronto la atmósfera cambió, el tiempo se ralentizó, se hizo el silencio y se abrieron los cielos. Por la puerta de salida apareció Pili acompañada de un grupo que venía armando un barullo y jaleo tremendos... Mi familia y yo nos miramos en el acto y supimos leernos en los ojos, como si de mentalismo se tratase: `Estos son españoles, fijo´. Y efectivamente, era el turno de los madrileños. Con su desparpajo y gracia natural se presentaron todos, a cada cual más simpático. De cara a futuros posts he de comentar que resultaron ser los mejores compañeros de safaris del mundo.
Faltaban otras dos familias más, a cada cual más variopinta; entre las que se encontraban una polaca, una psicóloga, dos niños, Alma y Marc, respectivamente; un coleccionador de máscaras de diferentes culturas de todo el mundo y una pareja.
Cuando estuvimos todos nos dirigimos hacia los Jeeps. Era el comienzo de nuestra aventura sudafricana. El comienzo de todo, con los mejores compañeros de viaje que una puede tener...
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