Españoles, creando mala imagen desde que salimos del país

Me indigna, sinceramente, que por un puñado de retrasados sociales lleguen a etiquetar a una nacionalidad. Pues cada vez que salgo de mi país me da vergüenza, y lo digo así de claro, decir que soy español. Primero, aunque en gran parte no es culpa nuestra y aunque no tiene que ver con el tema de esta entrada, me irrita que piensen que toda España es flamenco, paella, toros y olé. ¡Hala! ya lo he dicho, me que quedado a gusto (sigo con el tema principal). Segundo, y más penoso que lo primero, es el comportamiento de algunos españoles cuando deciden salir de las fronteras. Me da igual que alguno se queje de mí diciendo que cuando los extranjeros llegan a España la lían parda. Sí, es cierto, penosos ellos también, no tenemos que repetir lo que vemos, somos personas, no monos ni loros. Desde las primeras semanas de mi erasmus en Siena, y para fortalecer mi opinión acerca del párrafo anterior, he visto como mis compañeros de procedencia hacían gala de su ingenio para robar en tiendas de ropa y en supermercados. Los escenarios eran muy diversos. Desde la pareja viguesa que entraba en el ultramarinos a robar la compra de la semana por la mañana y que por la tarde iban a grandes hipermercados con maletas forradas de papel de aluminio para evitar ciertas alarmas, hasta un chico de Murcia que había comprado en cierto portal de subastas por internet varios dispositivos que le ayudaban a quitar las alarmas de la ropa en tiendas de grandes firmas. Esta tarde, mientras estaba en la biblioteca, un mensaje al móvil me informaba de que un chico andaluz había robado dos camisetas por un valor cercano a los cuarenta euros. Lo pillaron con las manos en la masa (como se suele decir), y han puesto una denuncia. Se le ha asignado un abogado de oficio y tiene una vista a finales de este mes. En Italia, señoras y señores, el hurto no existe, dejando cualquier delito de este estilo en la categoría de robo. En esa tienda de la cadena OVS, decenas de erasmus españoles llenaban sus armarios. En este caso concreto, al chico en cuestión se le pidió que pagase el importe de la ropa, pero en un alarde de imbecilidad suprema digno de nuestra nacionalidad según las opiniones que tienen de nosotros por estos lares, se negó a pagar, diciendo que no tenía nada. Motivo por el cual, el gerente del negocio, puso la denuncia. Vergüenza, como proclamaba en mi anterior entrada. Vergüenza de que por gente así, nos tachen, además, de ladrones. Un indignado saludo:- Fabio Dacosta