1. Toscana: Arezzo y Siena.

Publicado por flag-es Yaiza Martinez Cano — hace 5 años

Blog: Erasmus por ITALIA
Etiquetas: flag-it Blog Erasmus Siena, Siena, Italia

El coche lo alquilamos con Europcar, aquí en Ferrara. La oficina se encuentra por detrás de la estación y aunque es de las agencias que mejores ofertas tiene, no salió excesivamente barato. Pero al final todo mereció la pena. 

La ruta que trazamos la explico con la siguiente foto: 

En el primer día fuimos de Ferrara a Arezzo, y de allí a Siena, donde hicimos noche, al día siguiente visitamos Siena y fuimos a San Gimignano. El plan era ir dormir en Pisa pero la cosa se complicó y acabamos buscando sitio en este pueblo. Al día siguiente, visitamos San Gimignano y de allí fuimos a Pisa donde dimos una vueltecita rápida. Esa misma tarde visitamos Lucca y por la noche salimos para Ferrara. Por lo tanto fueron 3 dias y dos noches en los que tuvimos que cambiar el plan como unas mil veces porque siempre nos surgían cosas nuevas que hacer o lugares que visitar.

Así, era miércoles por la mañana cuando decicimos salir de Ferrara. Llegamos a Arezzo al medio día y alli compramos un par de barras de pan y algo de embutido para matar el hambre. Tras dar unas cuantas vueltas al pueblo en busca de algún parking gratuíto conseguimos aparcar en lo que al final resultó ser una zona azul nada barata para lo pequeño que es el pueblo. Sin embargo, sabíamos que merecía la pena y pasamos un par de horitas dando un paseo mientras comíamos y charlábamos. 

La catedral, una de las cosas que más me llamó la atención de este pequeño lugar perdido por la Toscana, sobresalía en lo alto de la colina donde está situado el pueblo, y las calles estrechas de adoquines bajaban a través de la ladera hasta lo que era la zona más nueva del lugar. 

Una vez comprobamos que no nos habían puesto una multa por pasarnos un poquito de la hora señalada en el papel de la zona azul cogimos de nuevo la carretera de camino a Siena. La verdad es que no era excesivamente tarde cuando llegamos a Siena (serían las 18:30 más o menos), sin embargo, al ser todavía invierno ya estaba oscureciendo por lo que pensamos dejar las maletas en el hotel que habíamos reservado e ir simplemente a dar un paseo.

Al bajarnos del coche nos dimos cuenta de que a esa hora estaba atardeciendo por lo que optamos por cambiar el plan y dar el paseo antes de ir al alojamiento. Y eso hicimos, ¡menos mal! La mezcla de los colores azules, violetas, amarillos, naranjas y rojos, a la vez que las vistas, hacian de la puesta de sol una de las más bonitas que he visto en mi vida. Y no eramos las únicas maravilladas con el fenómeno sino que había por alli una gran cantidad de personas, haciendo deporte, simplemente paseando o paradas sin más igual de impresionadas que nosotras. Espectacular.

Al fin llegamos a la casa para dejar las maletas, el lugar se llamaba Casa di Osio y la verdad es que gracias a una oferta que encontramos en Booking no nos salió nada caro alojarnos allí, ya que creo que fueron unos 25 € por cabeza con desayuno buffet incluido. Al dia siguiente nos levantamos temprano para poder visitar Siena tranquilamente y lo primero que hicimos fue, obviamente, desayunar. Lo que no esperabamos era que lo haríamos con estas vistas: 

Una de las ventanas que había en el lugar donde se situaba el desayuno tenia en frente una mesa casualmente vacía que aprovechamos nosotras para sentarnos y disfrutar ahí de nuestra pequeña suerte.

Al terminar, hicimos las maletas, recogimos un poco la habitación y regresamos al coche a dejarlo todo. Tras dejar todo listo nos dispusimos a visitar Siena comenzando por la zona más cercana a donde teníamos el coche. Encontramos allí un pequeño mirador con unas vistas impresionantes hacia la catedral y el Santuario de Santa Caterina, que visitaríamos después.

Tras tomar unas fotos y disfrutar de las vistas nos dispusimos a adentrarnos por las callejuelas de Siena en dirección a la plaza del Campo. Una vez allí, animadas por el maravilloso tiempo que hacía, compramos el ticket para subir a la torre del Palacio Comunal de Siena. La entrada nos costó unos 10 € por cabeza, pero sin duda mereció la pena, pues se podía divisar toda Siena desde la altura de aquel lugar (soy fan número 1 de las torres de Italia y sus vistas, de las alturas en general).

Una vez bajamos, ya era medio día y el hambre empezaba a hacerse notar. Encontramos en TripAdvisor un lugar para comer con la mala suerte de que estaba cerrado y acabamos en otro sitio aún mejor, una ostería llamada Boccon del Prete. Nos recomendaron dos platos muy típicos de la zona, que además estaban espectaculares por lo que de nuevo, la jugada nos salió redonda. Además, el precio de los platos no era muy alto para la calidad de la comida. 

El de la parte de arriba era carne de res a la parrilla con patatas asadas y romero y el segundo una especie de puré de patatas y tomate con canelones de berengena rellenos de queso fundido. Increíbles.

El postre decidimos tomarlo para llevar, de una heladería cercana a la plaza de la catedral, donde nos sentamos tranquilamente a disfrutarlo mientras hablábamos y observábamos la grandeza de aquel lugar. Sin duda, teníamos que entrar antes de irnos y eso hicimos. 

Cuando miramos el reloj y nos dimos cuenta de la hora que era regresamos al coche. La idea era visitar esa misma tarde San Gimignano y dormir en Pisa, donde habíamos encontrado una habitación de hotel en el centro por un precio razonable. Sin embargo, la cosa se torció puesto que conduciendo por las carreteras de la Toscana te encuentras una gran cantidad de paisajes: viñedos, llanuras de césped y prados donde es imposible no pararse. Y eso pasó. No queríamos perdernos aquel espectáculo y decidimos aparcar el coche a un lado de la vía para disfrutar de un lugar perdido en una carretera cualquiera. Fue un momento y un lugar mágicos. No podría describirlo de otra forma.

Una vez se había puesto el sol volvimos a tomar la carretera, llegamos a San Gimignano como a las 21:00 h de la noche, por lo que no se veía absolutamente nada. Nuestra idea entonces fue ir directamente a Pisa, sin embargo las cuentas no nos salian, puesto que no podíamos entrar al hotel después de las 22:00 h y se tardaba, desde San Gimignano, una hora y quince minutos en llegar. 


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