Historias y leyendas de Segovia

En todo lugar existen leyendas y tradiciones más o menos interesantes  y en mi caso os voy a describir las que me parecen más curiosas de la ciudad de Segovia:

- El puente del diablo: es la más conocida de las leyendas segovianas y como en otros casos, atribuye la construcción del acueducto al mismísimo diablo. Según esta leyenda, una joven aguadora, cansada de subir y bajar por la ciudad para transportar el agua pidió en un momento de desesperación ayuda a quien fuera con tal de terminar con su duro trabajo. El diablo se ofreció encantado llegando a un acuerdo con la ingenua joven: ella le entregaría su alma si en una noche él conseguía construir el acueducto y así poner fin al duro trabajo de la joven. Era ya casi de día y el acueducto estaba casi terminado y la joven se dio cuenta de que iba a perder su alma de modo que, pidió ayuda  a la virgen que la salvó haciendo que amaneciera un poco antes, (cantó el gallo), cuando sólo quedaba una piedra del acueducto por poner, (según algunos este “hueco” es aún visible en la construcción romana).

- María del Salto: ya me he referido a ella en la entrada sobre fiestas. Se atribuye a la virgen haber salvado a una joven judía llamada Esther que se convirtió al cristianismo con el nombre de María, María “del salto”.

- La mujer muerta: es una de las más bonitas leyendas y explica la curiosa forma que muestra la Sierra en una zona próxima a Segovia y perfectamente visible desde la misma ciudad. Hay varias versiones pero se cuenta que dos hermanos se enfrentaron a muerte, su madre medió por ellos, muriendo y dando forma a la montaña, (verdaderamente se aprecia una forma humana, tumbada y ¿dormida?)

- El tuerto pirón: En el siglo XIX, la provincia de Segovia, desde Pedraza hasta Torrecaballeros, vivía atemorizada por un singular bandido. Le apodaban “El Tuerto del Pirón” porque había nacido en el pueblo de Santo Domingo de Pirón y le faltaba el ojo izquierdo. Había servido en el Ejército y, aunque se cuenta que tenía una excelente hoja de servicios, dicen que no era un gran estratega. Junto a su banda, solía robar a los párrocos y siempre huía de la justicia. Pero en más de una ocasión le salió el tiro por la culata…: Uno de sus robos más frecuentes lo realizaban vestidos de Guardias Civiles. Así, cierto día fueron ellos los sorprendidos. “El Tuerto” y un compañero suyo se presentaron en la casa del párroco del pueblo de Trescasas que les dejó entrar. Cuando los bandidos le requirieron su dinero, el sacerdote se acercó a su escritorio sin alterarse, sacó una pistola y les dijo: “No sean ustedes tontos. Tomen unas sopas de ajo para que no se vayan sin cenar”. Los bandidos, confusos ante la actitud del párroco, se tomaron las sopas y salieron de su domicilio avergonzados. En otra de sus fechorías, cayó en poder de la Guardia Civil e ingresó en la cárcel de Segovia. Con otros dos presos decidió descolgarse utilizando sus fajines y sus medias. Pero aquella noche había caído una gran nevada y sus huellas les delataron. La Guardia Civil les dio alcance en Tejadilla. Tras muchas hazañas, “El Tuerto de Pirón” acabó con su vida en la cárcel condenado a cadena perpetua.

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