Cali, Capital de la Salsa

En camino a la Capital de la Salsa

Medellín puso el estandarte demasiado alto para las ciudades que faltaban, su colorido, naturaleza, modernidad y belleza me dejaron con un gran sabor de boca, la gente es muy alegre y cálida, pero creo que, si de calidez y sabor hablamos, Cali se lleva las palmas.

Simón me fue a dejar a la terminal de autobuses como a las once de la mañana, una noche anterior estuvimos buscando opciones en internet y me pareció que lo más rápido sería ir el día siguiente a la terminal y asegurarme que estuviera consiguiendo el mejor precio. Es curioso, pero en Colombia casi no hay una variación considerable con respecto a los precios de autobuses, la mayoría cuenta con internet, asientos reclinables y baños, cosa que va cambiando con forme vas bajando en el continente, en Perú por ejemplo era más notoria la diferencia de compañías de autobuses, en las que más te ahorrabas no podías si quiera reclinar el asiento ni pensar en tener un baño.

En la terminal me percaté que muchas personas querían viajar, pero con la cabeza fría pregunte de ventanilla en ventanilla los diferentes precios y horarios para saber que estaba tomando la mejor decisión, con lo que no contaba era que, la gente no tenía tanta paciencia como yo o ya sabían directamente en donde comprar que cuando me di cuenta, el siguiente viaje disponible estaba a las dos de la tarde, no tuve otra opción que esperarme y aprovechar el tiempo para organizar mis notas, destinos, gastos, etcétera. También las esperas tan largas pueden servirte para conocer personas, siempre hay que afrontar el miedo de hablar con un desconocido y usar la carta de “extranjero” para romper el hielo, yo me presenté con una chica, le pregunté a donde iba y de donde era, comenzamos a platicar por un buen tiempo hasta que llegó su autobús, son esas amistades fugaces que quien sabe, quizá cuando regrese a Colombia y le escriba, pueda llevarme a conocer la ciudad.

El recorrido de Medellín a Cali fue de aproximadamente diez horas, fue un viaje, por lo que recuerdo, relativamente relajado, nota: como a la mitad de camino de Medellín a Cali está el famoso Valle de Cocora donde crece el árbol símbolo de los Colombianos, el Cocora, el cual es como una palma de tamaños impresionantes, el clima en el lugar suele ser frío y lluvioso por lo que hay que ir prevenidos, yo no supe investigar bien como llegar al lugar y si había un lugar donde dormir en el camino ya que estaría llegando como a las seis al valle y en lo que recorría el lugar me daba la noche, esa incertidumbre y falta de conocimiento de mi parte me llevó a no parar en el lugar y considerar la posibilidad de regresar una vez ya establecido en Cali.

Eran alrededor de las diez de la noche cuando llegué a Cali, debo de admitir que estaba algo alarmado, en todos los lugares de Colombia me habían advertido de la zona, de su inseguridad y me aconsejaban que tuviera mucho cuidado, no me la pensé dos veces y pedí en la salida de la terminal un taxi rumbo a la casa de mi amiga. Me parece que me cobró alrededor de 14 mil pesos colombianos, lo que equivaldría a unos 86 pesos mexicanos o 4 dólares norteamericanos, lo que considero fue una barata cantidad. Nos costó, al taxista y a mí, el topar con la casa de mi amiga, a mí porque no era de la zona y al taxista porque no era muy hábil.

Fue una noche de descanso, platiqué un poco con la abuelita de mi amia y me ofrecieron algo de cenar, finalmente caí tendido en la cama y recuperé esfuerzos para el siguiente día.

Rio Pance.

Calí es una ciudad con muchos lugares naturales alrededor y varios museos que visitar, en definitiva, su vida nocturna es la que más fama tiene, pero lugares como el Rio Pance también son muy agradables de visitar.

Diana, mi amiga que me hospedó, había ido de intercambio a México, yo había realizado un grupo estudiantil por parte de la escuela que se encargara de darle la bienvenida a los estudiantes extranjeros y apoyarlos en todas las necesidades que ellos tuvieran, una especie de Esner pero desde ceros. Ella me recomendó visitar este lugar natural y me dio las indicaciones para moverme, tenía que tomar un autobús, después caminar, posteriormente tomar otro autobús y finalmente caminar un buen tramo, para llegar a la zona menos turística del rio, intenté seguir sus indicaciones al pie de la letra pero en una ocasión me terminé desviando y la gente no reconocía el nombre de la zona a la que quería ir, no sé si era demasiado secreta o, lo que me ha pasado en diversas ocasiones, las personas conocen el lugar por otra forma, por eso es importante siempre asegurar conocer todos los nombres del destino y elementos alrededor que sirvan como señalización o de orientación.

 Nunca llegué a la zona que me recomendó mi amiga, terminé entrando por el acceso turístico, pero aun así vale la pena, en el lugar hay un sendero para correr, zona de picnic, y pareciera que es el lugar de entrenamiento idóneo para muchas personas, había grupos de futbol corriendo por el sendero y otros haciendo ejercicio yendo contra corriente, pero también puedes encontrar zonas menos concurridas, empecé a caminar a una orilla del rio con dirección opuesta de la corriente, y dribleando la fauna finalmente llegué a un sitio donde no había gente y te podías relajar sentado en una roca con los pies en el río.

Me aventuré un poco más por la zona para conocer más a fondo el lugar y me fui de regreso a la casa de mi amiga, donde íbamos a comer y me iba a encontrar con ella para visitar el siguiente destino:

Visitando el Cristo Rey.

la monumental estatua que compite con la de Rio de Janeiro. Para llegar ahí se puede llegar a la base del Cerro de los Cristales y de ahí puedes tomar camionetas que van exclusivamente a transportar a los turistas, también hay lugares específicos donde puedes tomarlas, pero un transporte público directo no hay. Nosotros llegamos a la base y se nos hiso buena idea subir el cerro a pie y extender el pulgar por si alguna alma caritativa nos daba un aventón a la cima, nuestra sorpresa fue que, si hubo algo similar, solo que nos subió en moto y nos cobró tres mil por los dos, de caritativo no tenía mucho.

Subimos un último trayecto a pie y me percate del cansancio que ya estaba acumulando mi cuerpo, no llevaba ni una semana y sentía como si ya llevara meses, llegamos a los pies del Cristo, contemplamos la vista y nos sentamos a descansar. La diferencia con el Cristo de Brasil son como diez metros y miles de personas menos, solo había un pequeño grupo de cinco personas y una pareja, nos pudimos tomar fotos sin preocupación y fácilmente, lamentablemente e clima no nos favoreció para contemplar con claridad la ciudad, y el calor húmedo nos recordaba que se nos olvidó cargar con una botella de agua, Ya que habíamos caminado por tan largo trayecto no nos quisimos ir con las manos vacías y descansamos a orilla de un árbol esperando a que se despejara, después de unos minutos… nos dormimos.

Una ciudad para todos.

Tomamos todas las fotos posibles, nos sacudimos el pasto y emprendimos nuestro camino de regreso, en la tarde descubrí que iban a realizar un evento de Coucsurfing en el cerro de San Antonio, que ahora que lo pienso, nunca llegué a entrar, nos quedamos únicamente a pies del cerro. El evento era un picnic, el grupo de Cali lo realiza el primer viernes o sábado no recuerdo bien, de cada mes, no importa si no eres local, si estas de paso, si llevas viviendo años ahí, si eres joven, embarazada, anciano, etcétera, el objetivo es simplemente la integración y el que cada uno lleve algo de comer o beber para compartir. También acompañan el picnic con una serie de actividades y juegos, y finalmente el momento tan esperado, ir a rumbear.

Cali es conocida como la capital de la Salsa por una razón, las personas ahí parece que nacen con el talento para bailar, lo hacen con una gracia y ligereza que lo hacen ver tan sencillo, nosotros fuimos a un lugar que se había expandido, la barra, “pista” y baños estaban en una especie de bodega de unos diez metros cuadrados o poco más y las mesas y bancas en la banqueta, pero estaba como dividido por una reja supongo que para generar un tipo de “seguridad”.

Algo particular que me llamó mucho la atención fue la manera en la que bailan, mejor dicho, el ritual del baile, ¿a qué me refiero? en México comúnmente o gran mayoría de veces, cuando sacas a bailar a alguien te quedas buen tiempo con esa persona y es sinónimo de un posible acercamiento íntimo, en Cali, el sacar a bailar a una mujer, es para bailar, al acabarse la canción se regresan y se sientan para esperar a que otra persona las saque a bailar, no se si solo me sucedió en esa ocasión o si realmente es una cosa que suceda frecuentemente, pero no me puedo quejar en lo absoluto, use nuevamente mi carta de "extranjero" y me "enseñaron" a bailar, ya de noche y en el taxi de regreso no me quedó ninguna duda de el sobrenombre de Cali, eran casi las cuatro y había aún muchos lugares abiertos y con gran cantidad de gente rumbeando al son de diferentes ritmos, el colmo fue pasar por una casa con unos señores en la banqueta tomando cerveza y con salsa a todo volumen. 

Es por eso que no cabe duda (ya se que lo he repetido bastante en esta publicación) Cali es la capital de la salsa y de la rumba agregaría yo. 


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