San Andrés

En este blog les contaré acerca de una ciudad colombiana llamada San Andrés y Providencia.

Hace años, fui de viaje con mi familia para San Andrés, pues es un destino turístico muy llamativo tanto para colombianos como para no colombianos. El paseo lo hicimos en junio, es decir, en la época del año donde hace más calor en Colombia. Desde antes de ir, planeamos el lugar para hospedarnos, pues en total éramos cinco personas y teníamos que saber bien lo que íbamos a hacer y los planes. Debido a que íbamos a pasar la mayoría del tiempo en playas, decidimos no hospedarnos es un hotel, pues no aprovecharíamos los servicios que ofrecían como las comidas o la piscina. Entonces, rentamos un apartamento por los días que nos íbamos a quedar y nos aseguramos que estuviera bien ubicado. Efectivamente, conseguimos un apartamento que estaba al lado del Hotel Decameron a unos cuantos pasos de la playa. Por otro lado, para realizar un recorrido, contratamos una van (carro) y un guía que nos llevara a los lugares más turísticos de esa isla.

San Andrés

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Ya con todo bien planeado, empacamos nuestras maletas con ropa de verano, pues íbamos a ir a una isla donde la temperatura era alta. Además, llevamos bloqueador solar, gafas de sol y otros artículos adecuados para cuando se desea ir a la playa. El día del vuelo, nos levantamos en la mañana, terminamos los últimos detalles de nuestras maletas y salimos al aeropuerto con dos horas de anticipación por si ocurría algún imprevisto. La aerolínea con la que viajamos fue Avianca y en general en viaje estuvo muy bien; no tuvimos escalas en otra ciudad y tampoco turbulencia fuerte.

Al llegar, se sentía el ambiente un poco pegajoso sin olvidar que estaba haciendo calor. Esto se debe a la humedad de la isla. Así pues, recogimos nuestro equipaje y fuimos al apartamento que habíamos rentado. El lugar era un edificio de color verde con seis pisos, pero varias torres. Es decir, no era muy alto pero el terreno era grande debido a la cantidad de torres. En los primeros pisos había negocios que daban a la calle, entre ellos estaban peluquerías, tiendas de artículos para el mar o la piscina, etc. Al entrar al apartamento, lo primero que encontrábamos a mano derecha era la cocina, luego a mano izquierda estaba el baño. Si seguías estaba la sala, el comedor y dos sofás camas. Luego, al lado de la sala había una puerta para entrar a un cuarto donde había dos camas matrimoniales, es decir, apta para dos personas y un baño.

Después de acomodarnos y desempacar salimos del apartamento y nos fuimos a la playa que estaba cerca. En el camino pasamos por el hotel Decameron que tiene como unas habitaciones sobre el mar, es decir, es una torre que la parte baja está tocando el mar, pero lo demás esta sobre el mar. Es algo que me llamó mucho la atención porque literalmente es una habitación sobre el mar. Estas estaban conectadas a la parte principal de hotel en donde me imagino que queda el comedor o algunas zonas sociales. Al llegar a la playa, vinos que había muchas personas en el lugar, una razón adicional a ello es porque para esa época del año, los colegios colombianos, en donde se estudia el bachillerato o preparatoria, tiene una tradición para los estudiantes de último grado y consiste en hacer una excursión a San Andrés con todos tus compañeros. Por esta razón, la isla estaba más llena que de costumbre. A pesar de ello, encontramos un espacio en la playa con carpa, sillas y una silla para asolearse. Allí pasamos el rato y luego almorzamos lo más típico que era pescado (más que todo pargo rojo) con arroz con coco, patacones y limonada.

Así pues, luego de almorzar, salimos del mar, nos dirigimos al apartamento, nos bañamos y nos alistamos para recorrer la zona turística. Al salir, a una corta distancia pudimos ver calles en donde el comercio primaba sobre las viviendas, es decir, calles repletas de tiendas de ropa, dulcerías, tiendas de lociones, agencias de viajes, tiendas de juegos, discotecas, restaurantes y muchos otros tipos de negocios. En una tienda de lociones, compré una loción que para ese momento estaba de moda y se llamaba One Million Paco Rabanne, no recuerdo muy bien el precio, pero era más económica que si la compraba en Cali. Cabe resaltar que la compre con ahorros que tenía y mi mamá me compro otra Hugo Boss pero de esa no me acuerdo mucho. También, pasamos por una tienda de juegos y como mi hermano había llevado el Xbox, compró unos juegos para cuando estuviéramos en el apartamento. Así se pasó ese día recorriendo almacenes. A la hora de la noche, fuimos a un supermercado y compramos unas cosas para preparar en la casa.

Hoyo soplador

Al día siguiente nos quedamos de ver con el guía para empezar con nuestro recorrido. El primer lugar al que fuimos se llamaba el hoyo soplador, este era un sitio en el que había varios orificios en el piso y al momento que las olas del mar chocaban contra la tierra, hacía que el viento saliera a mucha velocidad por el hoyo y más de una vez salía agua. En ese lugar había también puestos en donde los nativos de la isla vendían artesanías como collares con conchas, pulseras con perlas, collares con dientes de tiburón y muchos otros artefactos muy curiosos.

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La Piscina

Luego de eso, nos fuimos a un lugar llamado La Piscina, era un sitio un poco pequeño pero encantador. En este lugar, había una especie de acantilado con unos toboganes y trampolines que eran perfectos para caer a una maravilla de paisaje. El lugar era llamado la piscina porque el agua era demasiado cristalina y se podían ver los corales y los peces. En ese lugar se podían alquilar gafas para el agua y un tubo para respirar, es algo conocido como snorkel y es un equipo para poder ver lo que está debajo del agua más conocido como caretear. Sin embargo, nosotros habíamos traído esos equipos de Cali, entonces todos vimos demasiadas especies de peces y muchos corales. El lugar estaba lleno de peces a pesar de que hubiera humanos debido a que la pared del acantilado que les mencioné estaba llena corales que son sus hogares. La profundidad del sitio era bastante y había también la posibilidad de bucear. Yo no lo hice, pero unos familiares míos si lo hicieron y nos dijeron que la experiencia era ún

ica y que, si nos había gustado lo que podíamos ver con las caretas, entonces que lo que podíamos ver buceando era mil veces más hermoso. Entonces recomiendo mucho bucear cuando vayan. Algo que hicimos con mi familia fue llevar pan partido en pedacitos pequeñitos y lo sacamos cuando nos metimos al mar para hacer que los peces se nos acercaran. Un pez del que nunca me voy a olvidar era uno azul que tenía dientes muy grandes, yo lo bauticé como el “muelón”, en ese momento me dio demasiada risa y por eso, esa experiencia marcó mi vida. Otra cosa que tengo que contarles es que el trampolín es un atractivo muy grande que tiene este lugar, pues puedes hacer todo tipos de saltos y todos los estilos de clavados que quieras.

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Otro día, nos levantamos también temprano, nos alistamos y esta vez nos vimos directamente con el lanchero que nos iba a llevar a una isla llamada Johnny Cay que quedaba demasiado cerca a nuestro apartamento y es un sitio demasiado hermoso. Al llegar al lugar, nos tocaba pagar como una especie de entrada a las instalaciones, pues estando ahí, podíamos utilizar las sillas, hamacas, sillas para asolearse y muchas otras cosas más. En el lugar había bastante vegetación y la parte turística era más o menos la tercera parte de la isla. En realidad, es una isla a la que se ingresa demasiado debido a los paisajes que tiene, pues si aún no lo sabias, San Andrés es conocido por tener el mar de los siete colores, por ello, una isla pequeña te permite tener una vista panorámica del mar a tu alrededor, pudiendo así diferenciar muchos de los colores que se reflejan en el mar. Algo interesante es que, en el avión mientras íbamos en camino hacia San Andrés, se podían apreciar muchos colores en el mar; entre ellos estaba el color morado, el cual nunca pensé que se pudiera ver reflejado en el mar. Otra cosa es que mientras íbamos en la lancha para Johnny Cay, se podía ver literalmente una raya imaginaria que dividía el mar dependiendo de su color, así pues, yo miraba hacia mi izquierda y veía una tonalidad completamente diferente a la de mi derecha.

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En dicha isla, había muchas personas y lo bueno era que había una carta para ordenar comida sin necesidad de tener que devolverse, por eso, pudimos pasar el resto del día en dicho lugar. Como de costumbre, almorzamos pescado, arroz, patacones o tostadas de plátano y gaseosa. Algo que siempre hacia, y en esa ocasión fue la última vez que lo hice, era enterrar a mi hermano en la arena. Era algo que siempre acostumbrábamos a hacer porque nuestros destinos en vacaciones siempre involucraban lugares con playa como Cartagena (https://erasmusu.com/es/erasmus-cartagena-amazonas/blog-erasmus/cartagena-mar-y-brisa-556278) o Santa Marta y era una forma de pasar el rato. Además, también hacíamos castillos de arena o fortalezas que su objetivo era impedir que el agua llegara muy cerca de donde estábamos, entonces era otra forma en la que pasábamos el rato. También, algo que no podía faltar en paseos de este tipo era montarse en la banana, esto consistía en subirse en un inflable amarillo en forma de banano que es halado por una lancha mientras esta hace giros bruscos con el fin de tumbarnos. También hay otras atracciones de este tipo, pero con inflables en forma de donas, discos, etc. Regresando al tema, cuando ya se acercaba la hora de regresar, pedimos una ensalada de frutas que los isleños nos habían recomendado. Al terminar, regresamos en la lancha hacia el apartamento, pero esta vez, como ya estaba tarde, las olas del mar eran más altas que en la mañana que fuimos, entonces eso nos causó un poco de emoción y adrenalina al sentir que la lancha se levantaba al chocar con las olas. Esa sensación siempre la tenía en los viajes en lancha en Cartagena.


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