Salzburgo, o más bien, Mozartburgo

Ya es fin de semana, lo que significa que toca descubrir mundo. De nuevo, viaje organizado por la empresa Erasbus por un precio de 45 euros (aunque para nosotros 35 euros por el descuento que ya teníamos del anterior viaje a Hallstatt). El trayecto y duración son muy similares al de nuestro última viaje. A las 8 de la mañana desde Schwedenplatz en sentido al oeste austriaco, unas 4 horas con descanso de media hora. Tan parecida ha sido esta excursión a nuestra última salida que las dos ciudades comparten prácticamente el mismo nombre: Hallstatt (lugar de la sal) frente a Salzburg (ciudad de la sal).

Comenzamos nuestra ruta junto a la Escuela de Música y Arte Dramático Mozarteum, la más famosa de la ciudad y que forma parte de una universidad en la que estudian casi veinte mil alumnos. De aquí puede deducirse que existe un ambiente universitario bastante aceptable para una ciudad de no tan extensa población, menos de 150 mil habitantes. Un par de calles más abajo se abre ante nosotros el parque de Mirabell, el cual adorna los alrededores del palacio del mismo nombre. Mirabell fue la residencia del obispo Wolf Dietrich, junto a su amante y sus quince hijos. La labor de los obispos que gobernaron Salzburgo antaño consistió en transformar el estilo de la ciudad de uno medieval a uno barroco, de lo cual Mirabell es uno de los principales ejemplos. La mansión ejerce hoy como ayuntamiento funcional de Salzburgo, así que está plagado de oficinas y poco interés histórico perdura ya en su interior.

Si avanzamos en dirección al río encontraremos una plaza y normalmente en un extremo habrá una llamativa acumulación de gente. Se debe a que en este punto se alza la residencia del célebre Wolfgang Amadeus Mozart. No es, sin embargo, el lugar de nacimiento del compositor, que se encuentra al otro lado de la orilla. Desde el puente que atraviesa el afluente se dispone de una de las mejores vistas de Salzburgo. Una vez hemos pasado al otro lado, es imprescindible pasear por Getreidegasse, la calle comercial por excelencia de esta población. Uno de los detalles llamativos de este pasaje es que los comercios todavía conservan los pintorescos carteles que designaban el ámbito al que se dedicaba la correspondiente tienda: alimentación, moda, joyería, etc. A lo largo de este emblemático recorrido también nos toparemos con la casa de nacimiento de Mozart, conservada más fielmente que Mirabell pero tampoco mucho más (véase el supermercado Spar en su planta baja). Escoltada en esta época por sendos mercados de navidad (Weihnachtsmärkte) asoma la catedral de Salzburgo. Obra también de los obispos regentes de la ciudad y, por tanto, de estilo barroco. En su interior cuenta con la nada despreciable cantidad de siete órganos.

Para terminar la visita por esta urbe austriaca, nada mejor que un poco de escalada. En el punto más alto de Salzburgo corona una fortaleza, a la cual se puede acceder mediante teleférico (al razonable precio de quince euros por dos minutos de trayecto) o por un empinado sendero que nada tiene que envidiar a la Cuesta Gomérez de nuestra Granada natal. Nosotros optamos por la opción saludable, más que nada para bajar el descomunal brezel de chocolate que nos habíamos agenciado en el mercado. No llegamos a pisar dentro del castillo, pero dicen que en estos meses hay instalado un Weinachtsmarkt dentro del mismo.

En cuanto a gastronomía, lo más reconocible del lugar son las Mozartkugeln (bolas de Mozart), una suerte de bombones con un relleno de color verde y un lejano sabor a mazapán. En cualquier supermercado puedes hacerte con unas "Echte Mozartkugeln" (las verdaderas bolas de Mozart), pero solo en la confitería (Konditorei) Fürst, nombre del creador de las bolas y que se halla cerca de la residencia del compositor, podrás conseguir las "Original Mozartkugeln" (las originales bolas de Mozart). Ignoro si existe alguna diferencia en el resultado final, lo que sí es palpable es el abismo en el precio. El otro dulce típico del lugar que no tuvimos ocasión de paladear es el "Salzburger Nockerl", un soufflé tan grande que solo lo preparan para un mínimo de dos personas. Nosotros almorzamos en una hamburguesería llamada "Bioburgermeister" (maestro de las biohamburguesas) en la que no había ni microondas ni refrigeradores, todos los ingredientes son frescos. El producto es de buena calidad y por un precio nada egoísta para tratarse de una de las ciudades más caras de Austria. Desde aquí recomendamos el sitio.

Aquí acaba nuestro tour por Salzburgo. Esperamos que el post os haya sido útil, o al menos interesante. Hasta el próximo, auf Wiederschauen!

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